M¨¦xico: un Estado cazador de migrantes
El Gobierno mexicano, pisoteando sus compromisos internacionales, apresa, retiene y maltrata cotidianamente a miles de migrantes, hacin¨¢ndolos en instalaciones irregulares en las que resulta muy complicado esperar que no se produzcan m¨¢s desgracias
Las autoridades judiciales mexicanas, siempre a la b¨²squeda de chivos expiatorios convenientes, han vinculado a proceso al venezolano Jeison Daniel Catar¨ª Rivas, acusado por algunos testigos de ser el iniciador del fuego que, al salirse de control, ocasion¨® la muerte de 40 personas en un centro de detenciones del Instituto Nacional de Migraci¨®n (INM) en Ciudad Ju¨¢rez, Chihuahua, el pasado 27 de marzo.
Tambi¨¦n fueron vinculados al caso los guardias privados que, por contrato con el Gobierno, se encargaban de la vigilancia de las instalaciones, y que como todo mundo pudo ver, gracias a las c¨¢maras de seguridad, encerraron con candado a los migrantes que hab¨ªan prendido unos colchones como protesta contra su arresto, y procedieron a largarse. Ning¨²n funcionario del INM ha sido procesado hasta ahora. Tampoco se han producido renuncias en la jerarqu¨ªa institucional. El estado mexicano no ha asumido responsabilidad alguna en el tema, a pesar de las quejas de diversos pa¨ªses centro y sudamericanos. Seg¨²n el discurso oficial, fueron los guardias (subcontratados) y los propios migrantes los causantes ¨²nicos de la desgracia. El lavado de manos ha sido completo.
Solo que nada de esto hubiera sucedido si no existiera en M¨¦xico, desde hace a?os, y de manera recrudecida en la actualidad, una voluntad institucional muy clara de criminalizar la migraci¨®n. Jeison Daniel Catar¨ª Rivas, junto con decenas de extranjeros m¨¢s, fue detenido en un operativo del INM y la polic¨ªa municipal de Ciudad Ju¨¢rez, como parte de la campa?a de persecuci¨®n que el Gobierno mexicano ha desatado sobre los cientos de miles de indocumentados que cruzan el pa¨ªs en camino a los Estados Unidos. Como si esa multitud humana no hubiera pasado ya por suficientes privaciones, violencias y tragedias desde los pa¨ªses que los expulsaron y a lo largo de todo el camino, M¨¦xico se ha convertido en un Estado cazador de migrantes y en el m¨¢s efectivo ¡°muro¡± para evitar que pasen a EE UU, seg¨²n preconizaron las pol¨ªticas trumpistas que no han dejado de ser acatadas.
Catar¨ª hab¨ªa recorrido m¨¢s de cinco mil kil¨®metros y, al borde mismo de la frontera final de su viaje, fue arrestado junto con otros compatriotas suyos. Porque los tratados internacionales que M¨¦xico firm¨® y que lo obligan a dar asistencia, apoyo y un trato digno a los migrantes son un puro papel. La realpolitik es muy distinta y ella indica que la cooperaci¨®n mexicana con el proyecto de blindar EE UU de la migraci¨®n ilegal es absoluta.
El tema le importa tan poco al Gobierno que, a las pocas horas de la tragedia, se produjo el extra?o espect¨¢culo de que el secretario de Gobernaci¨®n, Ad¨¢n Augusto L¨®pez, declarara que, pese a que la ley lo obliga a supervisar el INM, ¡°se hab¨ªa decidido en una junta¡± que la coordinaci¨®n la llevar¨ªa, en realidad, el canciller Marcelo Ebrard (ambos, por cierto, son destacados precandidatos del oficialismo a la Presidencia).
Sin embargo, este caso no se trata solamente de qui¨¦n incendi¨® un colch¨®n en una protesta ni qui¨¦n puso un candado antes de correr. Se trata de que el Gobierno mexicano, pisoteando sus compromisos internacionales, apresa, retiene y maltrata cotidianamente a miles y miles de migrantes, hacin¨¢ndolos en instalaciones irregulares en las que resulta muy complicado esperar que no se produzcan a¨²n m¨¢s desgracias. Se trata de que M¨¦xico es un pa¨ªs esquizofr¨¦nico, que ha visto a millones de sus ciudadanos cruzar sin papeles a Estados Unidos, pero que a la vez se siente con derecho de usar la ¡°mano dura¡± contra los indocumentados. Resulta imposible asociar la palabra ¡°humanismo¡± al modo en que M¨¦xico trata a los migrantes. Aunque el presidente la repita cada ma?ana en su eterna comparecencia de medios.
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