M¨¦xico: 150.000 muertos y todo sereno
M¨¦xico ha rebasado los n¨²meros de asesinatos del Gobierno anterior. Vaya herencia de matanzas y sangre, la que recibir¨¢ el pr¨®ximo presidente desde el primer d¨ªa de su mandato
M¨¦xico rebas¨®, en semanas pasadas, los 150.000 homicidios dolosos en lo que va del actual sexenio, en el que ha ejercido la presidencia Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Eso significa que se superar¨¢n los n¨²meros de asesinatos, ya catastr¨®ficos, del Gobierno anterior, encabezado por Enrique Pe?a Nieto. El informe m¨¢s reciente habla de casi 152.000 homicidios entre diciembre de 2018 y abril de 2023, a un a?o y casi cinco meses del final de la administraci¨®n. Para dimensionarlo: durante todo el periodo de Pe?a Nieto se produjeron 156 mil. Y en su inmediato antecedente, el de Felipe Calder¨®n, unos ya escandalosos 120.500. Estas no son cifras ¡°seg¨²n estudios¡±, sino las que proporciona la Secretar¨ªa de Seguridad y Protecci¨®n Ciudadana (SSPC) y est¨¢n sustentadas por las fiscal¨ªas estatales. Es decir, se trata de los datos oficiales del Gobierno.
Vaya herencia de matanzas y sangre, la que recibir¨¢ el pr¨®ximo presidente en las manos desde el primer d¨ªa de su mandato: la de casi cuatrocientos cincuenta mil mexicanos asesinados en los tres ¨²ltimos sexenios. Una cifra salvaje, digna de una guerra, que, sin embargo, a pocos parece conmover a estas alturas. Pero ser¨ªa c¨¢ndido esperar que algo cambie, si pensamos en que las fuerzas pol¨ªticas que se medir¨¢n en 2024, durante los comicios para renovar el poder ejecutivo y el Congreso de la Uni¨®n, son las mismas que han gobernado estos a?os de plomo.
La ultraviolencia mexicana, en t¨¦rminos de discurso electoral, apenas existe como t¨®pico. Y si lo hace es solamente para reflejar el debate nacional en torno al cual damos vueltas todos, como abejorros atrapados en el hilo de un ni?o travieso: todo se trata de decidir qui¨¦n es peor gobernante.
El actual partido en el poder culpa al presidente panista Felipe Calder¨®n por el inicio de la escalada de sangre, con sus operaciones contra el crimen organizado, que hicieron saltar por los aires las viejas formas de convivencia (comparativamente pac¨ªfica) entre las organizaciones delictivas y los poderes institucionales. Esta consideraci¨®n se extiende al PRI, hoy aliado del PAN, en cuyo ¨²ltimo gobierno (2012-2018) se continu¨® con la pol¨ªtica de Calder¨®n.
Pero quienes se sienten herederos de aquellas administraciones reponen que la actual, la de L¨®pez Obrador, ha permitido que los grupos criminales se ense?oreen del pa¨ªs y que los niveles de violencia de este periodo son, estad¨ªsticamente, los mayores de la historia. Y se apoyan, para demostrarlo, en el respeto casi m¨ªstico que el presidente transmite por los capos y las organizaciones criminales y en las cifras, que son muy claras, aunque se les intente retorcer para extraerles presuntas ¡°tendencias¡± de mejora (midiendo meses sueltos o incluso quincenas), que ser¨¢n la soluci¨®n de todo¡ ¡°de seguir as¨ª¡±.
?Qu¨¦ proponen las ¡°corcholatas¡± del oficialismo o los dispersos adalides de la alianza opositora para detener la violencia? Nada. Para el oficialismo, 150 mil muertos no son preocupantes y, como el presidente, se niega a reconocerlo como un problema, pues se decreta que no existe tal. Y se acab¨®. Y para la oposici¨®n tampoco es que pase mucho. Empe?ada en rebatir cada palabra que sale (no sin tardanzas) de la boca del mandatario, la oposici¨®n no hace m¨¢s que seguirle la agenda. As¨ª, este sexenio se ha tratado de una serie de forcejeos por el control del aparato burocr¨¢tico del Estado y sus poderes adyacentes. Y si, entretanto, los mexicanos de a pie caen como moscas en las calles, pues es su problema. El enfermo, en fin, seguir¨¢ sin tratamiento, porque los que se sienten con derecho a decidir por ¨¦l est¨¢n ocupados forcejeando por la cerradura del consultorio, la posesi¨®n de la libreta de las citas y la llavecita del botiqu¨ªn.
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