El trauma de la joven tseltal encarcelada sin pruebas por el asesinato del hombre que la viol¨®
Juanita pas¨® un a?o en prisi¨®n por un crimen que no cometi¨®. Su defensa asegura que la Fiscal¨ªa no investig¨® ¡°la violaci¨®n sexual feminicida¡± que sufri¨® y es culpable de los da?os mentales y f¨ªsicos de la joven de 19 a?os
No sabe leer ni escribir. Solo habla tseltal, la lengua de su pueblo. Fue acusada sin pruebas de matar al hombre que la viol¨®. Pas¨® un a?o y dos meses en prisi¨®n despu¨¦s de una investigaci¨®n nula ¡ªdenuncia su defensa legal¡ª y un proceso plagado de negligencias e irregularidades. Esta semana un juez la liber¨® y la absolvi¨® de todos los cargos, pero el da?o ya estaba hecho: la condena cumplida, a pesar de su inocencia; el trauma psicol¨®gico; el abuso del que fue v¨ªctima.
Juanita naci¨® en San Juan Cancuc, un peque?o municipio de la regi¨®n monta?osa de los Altos de Chiapas, poblado en su mayor¨ªa por miembros de su misma etnia, los tseltales. Su historia no es, ni mucho menos, ¨²nica. Sigue los patrones de una realidad desigual que se repite. Una din¨¢mica sistem¨¢tica que ¡°criminaliza e invisibiliza¡± a las mujeres ind¨ªgenas y se traduce en un ¡°ocultamiento por parte del sistema de justicia de las agresiones sexuales feminicidas de las que son v¨ªctimas¡±, en palabras de Colectiva Cereza, una organizaci¨®n en defensa de los derechos humanos que ofrece ¡°acompa?amiento legal y psicosocial¡± a mujeres encarceladas.
¡°Hay muchas Juanitas en las prisiones, pero el caso de Juanita es emblem¨¢tico, es una agresi¨®n sexual feminicida que fue ocultada por la Fiscal¨ªa de Justicia Ind¨ªgena, lo cual es grav¨ªsimo. Lo hicieron para acusarla de homicidio calificado¡±, protesta Patricia Aracil, integrante de Colectiva Cereza, una de las acompa?antes que ha tenido Juanita en su proceso legal. La joven tseltal cambi¨® su comunidad rural por la ciudad de San Crist¨®bal de las Casas, meses antes de que todo ocurriera, ¡°como muchas mujeres migrantes que vienen buscando trabajo y una mejor vida¡±, contin¨²a Aracil. Ten¨ªa 18 a?os y encontr¨® empleo como ni?era con su hermana.
Un d¨ªa conoci¨® en un parque a Juan. ?l era un vendedor ambulante de cigarrillos, caramelos, golosinas. Como ella, proced¨ªa de San Juan Cancuc, pero pertenec¨ªan a dos mundos separados por un abismo de g¨¦nero, explica Aracil: ¡°Hay diferencia entre los dos culturalmente. Una mujer ind¨ªgena se somete a un hombre¡±. Juan, adem¨¢s, ten¨ªa 56 a?os y dos esposas, hablaba castellano y pose¨ªa estudios de secundaria. ¡°Es probable que esto que hizo lo hiciera anteriormente¡±, dice la activista.
Juan empez¨® a acosar a Juanita. La llamaba decenas de veces al d¨ªa, le dec¨ªa que quer¨ªa ser su pareja, que le iba a dar todo, que ella no iba a tener que volver a trabajar. ¡°Intent¨® por todos los medios conquistarla¡±, resume Aracil. Juanita le rechaz¨® en cada ocasi¨®n. Era consciente de que ya ten¨ªa dos mujeres y no quer¨ªa estar con un hombre que le sacara tantos a?os. Pero ¨¦l no acept¨® las negativas y la insistencia se transform¨® en amenazas.
Nadie la ayud¨®
Juan le asegur¨® que conoc¨ªa a un brujo que pod¨ªa maldecirla si Juanita no le aceptaba. Ella se asust¨® y dej¨® de responder a sus llamadas. ?l se esfum¨® y, durante un tiempo, las cosas se calmaron, pero Juan reapareci¨®. Le dijo que hab¨ªa estado en San Juan Cancuc y le hab¨ªa tra¨ªdo de regalo un costal de ma¨ªz tierno y reci¨¦n cosechado. ¡°Culturalmente eso es muy importante, ella llevaba unos meses sin tener acceso a elotes de su regi¨®n, as¨ª que dijo que s¨ª¡±, se?ala Aracil.
Todo era parte del plan de Juan. Enga?¨® a Juanita para que fuera a la habitaci¨®n en la que viv¨ªa, en la segunda planta de una especie de pensi¨®n donde se alojaban decenas de personas, en el barrio de Guadalupe. ¡°Tienes que venir a mi cuarto a por los costales, es ahora o nunca, si no los vendo ma?ana en el mercado¡±. Eran las cuatro de la tarde del 14 de marzo de 2022. Ella acept¨® ir por el ma¨ªz, pero planeaba entrar y salir tan r¨¢pido como fuera posible. Su hermana la despidi¨® con un: ¡°Ten cuidado¡±.
Juan mand¨® un taxi a buscarla. La recibi¨® en su cuarto. Quiso que comieran juntos el ma¨ªz. Ella quer¨ªa salir de all¨ª pero acept¨®, seg¨²n el relato que le cont¨® a Aracil. Despu¨¦s de comer, ¨¦l propuso tomar alcohol. Ella nunca hab¨ªa bebido antes y se neg¨®, pero Juan cerr¨® la puerta de la habitaci¨®n y se guard¨® la llave en el pantal¨®n.
Juanita empez¨® a llorar. ?l le sirvi¨® un l¨ªquido blanco en un vaso, un licor que ella luego recordar¨ªa ¡°muy fuerte¡±. Le dio ganas de vomitar. ?l lo mezcl¨® con un refresco para que supiera m¨¢s suave. Le oblig¨® a beber uno, dos, tres vasos. Juanita cada vez lloraba m¨¢s fuerte. Comenz¨® a sentir n¨¢useas. Juan esnif¨® un polvo blanco ¡°como la harina¡± y quiso que ella tambi¨¦n lo aspirara, pero la joven se neg¨®. Cuando acab¨® el tercer vaso, la redujo y la viol¨®. ¡°Juanita intent¨® quit¨¢rselo de encima todo el tiempo¡±, narra Aracil. Finalmente lo consigui¨®. Juan cay¨® al suelo. ¡°A partir de ah¨ª, ella no se acuerda de nada¡±.
Durante todo ese tiempo, Juanita grit¨® y pidi¨® auxilio. En el juicio se acredit¨® que al menos 15 personas entraron y salieron de la pensi¨®n mientras todo ocurr¨ªa, testigos que pudieron o¨ªrla. La casera incluso confes¨® que escuch¨® el llanto de la joven, pero no quiso inmiscuirse en los asuntos de sus inquilinos. Nadie hizo nada. ¡°Nadie acudi¨® en su ayuda¡±, lamenta Aracil.
Traumas, heridas y confusi¨®n
Despu¨¦s todo es confuso. Juan apareci¨® muerto con signos de violencia que no pudieron vincularse a Juanita. Ella se despert¨® en la planta baja de la casa, con ropa distinta a la que llevaba antes de desmayarse y polic¨ªas que no paraban de hacerle preguntas. No entend¨ªa el castellano, no pod¨ªa defenderse. ¡°Estaba en una situaci¨®n de bastante inferioridad¡±, asegura Aracil. Un doctor de la propia Fiscal¨ªa acredit¨® que la joven se encontraba ¡°en estado de confusi¨®n¡±. Estaba desorientada, ten¨ªa las pupilas dilatadas, heridas y hematomas por todo el cuerpo, no entend¨ªa c¨®mo hab¨ªa llegado a ese lugar.
Un peritaje posterior, encargado por Colectiva Cereza, determin¨® que existi¨® una violaci¨®n de Juan hacia Juanita. ¡°Adem¨¢s, hay testimonios de los mismos profesionales del ¨¢rea t¨¦cnica del Cereso 5 [Centro de Reinserci¨®n Social, la prisi¨®n en la que fue encarcelada], una enfermera, un psic¨®logo, una de las abogadas, la escuchan y ven que tiene sintomatolog¨ªa traum¨¢tica¡±, sostiene Aracil. El diagn¨®stico, afirma la activista, es claro: trastorno por estr¨¦s postraum¨¢tico por ¡°violaci¨®n sexual feminicida concatenado con un trastorno mental transitorio¡±. Juanita estaba en un estado de ¡°conmoci¨®n¡± tal que cada vez que se presentaba ante el juez, se echaba a llorar.
¡°La Fiscal¨ªa no investig¨® y ocult¨® la violaci¨®n. Durante el juicio oral no presentaron ninguna prueba de su participaci¨®n en la muerte de Juan [que sigue sin resolverse]. Est¨¢ sin esclarecer qui¨¦n lo mat¨®. El perito criminalista dice en su informe que el espacio est¨¢ contaminado, que no se preserv¨® y no puede garantizar si el cuerpo de Juan ha sido manipulado. Cuando ¨¦l lleg¨® hab¨ªa tres personas de la Fiscal¨ªa dentro del espacio haciendo fotograf¨ªas que no sabe para qu¨¦ eran¡±, abunda Aracil.
La activista aprovecha para denunciar la situaci¨®n de la justicia en Chiapas, donde, asegura, la independencia judicial est¨¢ condicionada por intereses externos. Sin embargo, Aracil cree que gracias a la presi¨®n de los medios y de Colectiva Cereza se logr¨® que este caso fuera distinto: ¡°Esper¨¢bamos otro tipo de sentencia con perspectiva de g¨¦nero que hubiera puesto por delante todas omisiones de la Fiscal¨ªa al respecto, la responsabilidad penal que tienen por haber ocultado la violaci¨®n sexual feminicida, pero s¨ª reconoce que hubo violencia sexual¡±.
Juanita fue absuelta de todos los cargos y liberada. Ahora ¡°est¨¢ mucho mejor¡±, dice Aracil, de vuelta con su familia en su comunidad, pero los da?os siguen ah¨ª. ¡°Para una mujer de pueblo originario es muy fuerte y dif¨ªcil reconocer que ha sido violada, m¨¢s si es negado por la autoridad¡±, apunta. Y reitera que casos como este no son excepciones, que en Chiapas se repiten con demasiada normalidad. Que quedan muchas Juanitas.
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