El mundo de Metinides hoy
La mujer no tiene m¨¢s dinero para el transporte y camina 12 kil¨®metros. Metinides la acompa?a, toma varias fotos en blanco y negro de la mujer de espaldas, cargando el peque?o ata¨²d blanco
Todos los d¨ªas nos relacionamos con la violencia. De manera directa o de manera indirecta todos los d¨ªas nos relacionamos con la violencia. En el lenguaje, en las expresiones que usamos, en las ¡°groser¨ªas¡±, en lo que miramos, en las im¨¢genes que consumimos, en las im¨¢genes que vemos en los medios o en redes sociales, nuestra realidad est¨¢ trenzada con la violencia, lo mismo que la ficci¨®n. No por nada son tan populares las series, las pel¨ªculas, los libros relacionadas al narco, lo mismo que circulan los peri¨®dicos de nota roja. Es decir, tanto la realidad como la ficci¨®n est¨¢n relacionadas con la violencia y estamos acostumbrados, la hemos normalizado, pero pocas veces nos detenemos a pensar la violencia.
C¨®mo la contamos, por ejemplo, ?desde qu¨¦ ¨¢ngulo? ?Tomamos en consideraci¨®n a la v¨ªctima o a las ventas y vistas que pueda tener? El caso del fot¨®grafo mexicano Enrique Metinides (1934-2022) es emblem¨¢tico en este sentido, pues fue un punto de vista emp¨¢tico y fue uno siempre en el borde entre la realidad y la ficci¨®n. A un a?o de su muerte se inaugura una exposici¨®n retrospectiva en el Complejo Cultural Los Pinos, a la que seguramente seguir¨¢n otras, pues su obra tiene mucho a¨²n que decir al presente.
Por ac¨¢, algunas de las im¨¢genes de Metinides tomadas hace tanto tiempo que son actuales. A los feminicidios antes se les nombraba cr¨ªmenes pasionales, hoy hay un promedio de 11 feminicidios diarios y Enrique Metinides fotografi¨® varios casos de ¡°cr¨ªmenes pasionales¡± desde 1950, pero en uno, el 20 de noviembre de 1964, escogi¨® retratar en blanco y negro otro ¨¢ngulo: cuatro hermanos menores de edad, los grandes abrazando y conteniendo a los chicos, los cuatro abrazados en un nudo de brazos, manos, espanto, shock y dolor de ver a su madre muerta, asesinada por su padre. Metinides eligi¨® no el cad¨¢ver, sino la tristeza de los hijos y el horror del asesinato en sus gestos.
Otra imagen que podr¨ªa ser actual, el accidente en el metro en los 70. Es 1975 en la Ciudad de M¨¦xico en technicolor, es la hora pico en el tr¨¢fico, son las 8:00 am, el metro est¨¢ rebasado de gente, y los vagones de la estaci¨®n Viaducto est¨¢n esperando que los pasajeros bajen y suban cuando otro vag¨®n llega a toda velocidad y se impacta causando, al instante, la muerte de 30 personas y dejando gravemente a m¨¢s de 150 heridos. Pero la imagen de Enrique Metinides muestra a los socorristas en los vagones.
O esta, en un pa¨ªs de muertes relacionadas a la pobreza, en 1966 una mujer de bajos recursos pierde a su hija. En la funeraria, al darse cuenta de que no tiene dinero suficiente para comprar un peque?o ata¨²d, rompe en llanto. Se va juntando alrededor de la mujer un grupo de gente, hacen una coperacha para ayudarla. La mujer no tiene m¨¢s dinero para el transporte y camina 12 kil¨®metros. Metinides la acompa?a, toma varias fotos en blanco y negro de la mujer de espaldas, cargando el peque?o ata¨²d blanco.
La narrativa de la violencia cambi¨® con el neoliberalismo. El narcotr¨¢fico tiene hoy un l¨¦xico de violencia extremo, sin embargo, en el porqu¨¦ siguen ocurriendo ciertos cr¨ªmenes, como los feminicidios, los accidentes en el transporte p¨²blico, las muertes relacionadas con las condiciones de pobreza, vemos que hay algunas cuestiones que se repiten en lo social y lo pol¨ªtico, y por lo tanto, mirar el archivo Metinides es mirar tambi¨¦n el presente de la violencia.
Su trabajo destaca por no haber estado al servicio de esos relatos oficiales del pri¨ªsmo, sino de algo que todav¨ªa hoy tiene mucho que decir al periodismo y a la ficci¨®n sobre esa otra forma de mirar las cosas. En sus im¨¢genes varias cosas suman: la curiosidad que nos despiertan las historias detr¨¢s de las tragedias, la posibilidad de componer dignamente, hermosamente esas im¨¢genes terribles de las tragedias, la empat¨ªa enmarcando cualquier escena, esa delgada l¨ªnea entre lo cinematogr¨¢fico ¨Cla ficci¨®n¨C y la violenta realidad ¨Clas nota del d¨ªa¨C, las fotograf¨ªas que documentan momentos hist¨®ricos, usualmente borrando al fot¨®grafo, pero, en este caso, estableciendo una nueva manera de mirar la violencia.
Jaralambos Enrique Metinides Tsironides naci¨® en la Ciudad de M¨¦xico en 1934. Sus padres eran griegos, llegaron a M¨¦xico a celebrar su luna de miel cuando estall¨® la Guerra. Hicieron casa en el centro de la Ciudad de M¨¦xico, pero hablaban griego en el desayuno. Su padre trabajaba en un local en la planta baja del Hotel Regis en el centro, mismo que en 1985, Metinides fotografi¨® derrumbado. En ese mismo local, su padre vend¨ªa c¨¢maras y se le ocurri¨® regalarle a su hijo de 9 a?os, una c¨¢mara Brownie Junior que pod¨ªa sacar hasta 8 fotos en blanco y negro. A esa edad, al ni?o Metinides le gustaba ver pel¨ªculas de gangsters y de cine noir en los cines del centro. Comenz¨® a llevar su c¨¢mara a las pel¨ªculas para fotografiar los cr¨ªmenes, las explosiones, las persecuciones policiacas. Pero, cuenta m¨¢s tarde, con resultados algo desastrosos a la hora de revelar.
Un periodista mira al ni?o fot¨®grafo y le propone que lo acompa?e a cubrir una nota. A los 13 a?os, Enrique Metinides ya ten¨ªa varias fotograf¨ªas publicadas en la primera plana de La Prensa, peri¨®dico en el que labor¨® m¨¢s de cincuenta a?os. Le gustaba bromear que ten¨ªa m¨¢s vidas que un gato, en varias ocasiones, por elegir los encuadres de sus fotograf¨ªas. Por esa forma de ser emp¨¢tica que ten¨ªa, en m¨¢s de una ocasi¨®n termin¨® ayudando a las familias de las v¨ªctimas que retrataba o a las v¨ªctimas as¨ª fuera un animal, como en el caso de una leona que escap¨® de un circo y luego de fotografiarla para la primera plana del peri¨®dico, se las arregl¨® para llevarla al zool¨®gico. Desde su primera fotograf¨ªa que tom¨® de ni?o de un descabezado para aquel reportaje que lo llev¨® a La Prensa hasta sus ¨²ltimos d¨ªas, acumul¨® y coleccion¨® todo tipo de im¨¢genes de las tragedias.
?C¨®mo Enrique Metinides logr¨® documentar la violencia, los desastres, los accidentes de tal manera que vemos la muerte y la vida, el horror y la belleza, el pasado y el presente ah¨ª, en una imagen? Hay una an¨¦cdota que la escritora Fernanda Melchor, quien tuvo oportunidad de conocerlo, describe en un texto sobre el fot¨®grafo de nota roja, en un momento en el que su trabajo pas¨® por el mundo del arte: ¡°La tarde que pas¨¦ con Metinides no se mencion¨® ni una sola vez el t¨¦rmino ¡°arte¡±. Las preguntas filos¨®ficas en general lo desconciertan. Pero algunas semanas antes de mi visita a su casa, lo vi dar una charla en el Museo de Arte Moderno. Con la sala abarrotada, Metinides cont¨® historias que el p¨²blico escuch¨® con fervor, especialmente los fot¨®grafos presentes.¡±
Alguien en el p¨²blico pregunt¨® a Metinides c¨®mo lograba mostrar de forma tan original la uni¨®n del eros y t¨¢natos: ¡°Mire, le dijo al jovenzuelo, quien asent¨ªa tanto y tan r¨¢pido que pens¨¦ que la cabeza se le caer¨ªa. Yo lo ¨²nico que quer¨ªa era llevar al p¨²blico al lugar de los hechos. Todo lo que yo quer¨ªa decir ten¨ªa que caber en una sola foto. Se siente horrible ver c¨®mo muere gente, sobre todo cuando son ni?os. Diariamente iba yo a treinta, cuarenta accidentes, no crea que nada m¨¢s a dos. En las noches hasta lloraba. Luego me acostumbr¨¦. A eso me ayudaron las pel¨ªculas. Todas mis fotos yo las he copiado de las pel¨ªculas. Eso es todo, no hay ciencia, ese es el chiste.¡±
Enrique Metinides era un archivista nato, coleccionaba no solo im¨¢genes sino algunas cosas que significaban para ¨¦l, desde ranitas de la suerte ¨Ccon la superstici¨®n de que gracias a una ranita que llevaba consigo, volv¨ªa a casa con bien¨C, algunas V¨ªrgenes de Guadalupe, juguetes ¨Ccochecitos de bomberos, carros de polic¨ªa, ambulancias¨C entre tantas cosas m¨¢s, pero dedic¨® su vida a coleccionar fotograf¨ªas. Las suyas son en s¨ª una colecci¨®n. Tambi¨¦n coleccionaba noticias internacionales ¨Cincendios, explosiones, asesinatos pol¨ªticos, terremotos, etc¨¦tera¨C y ten¨ªa una a¨²n m¨¢s modesta colecci¨®n de las notas que sal¨ªan sobre su trabajo y persona en aquel periodo corto en el que el arte lo acogi¨®. Esta gran frase de Susan Sontag lo dice inmejorable: ¡°Coleccionar fotograf¨ªas es coleccionar el mundo.¡± Ese mundo, el de Enrique Metinides, ese mundo pasado que tambi¨¦n es nuestro. Hoy.
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