Una ciudad de 10.000 hect¨¢reas amenaza la selva de Yucat¨¢n
Un grupo de ejidatarios denuncia el proyecto, auspiciado por otros compa?eros. Desde hace m¨¢s de 20 a?os, la privatizaci¨®n de suelos comunitarios en la pen¨ªnsula es constante, acelerada ahora al calor de la construcci¨®n del Tren Maya
Enrique Hern¨¢ndez lo ha sido todo en esta vida y, ahora, a los 66 a?os, ve c¨®mo la historia se complica y la paz con la que so?¨® en su retiro se le deshace en las manos. ¡°Nos quieren quitar la tierra¡±, dice, incr¨¦dulo. Golpes de carne hecho cuerpo, acorazado y a la vez fino, Hern¨¢ndez ha sido chiclero, langostero, peluquero¡ Dej¨® la pesca de langosta porque un d¨ªa, hace m¨¢s de 40 a?os, se le hinch¨® media cara en la profundidad del mar Caribe. Casi muere ahogado. Dej¨® la chicler¨ªa porque otro d¨ªa, unos a?os m¨¢s tarde, se cay¨® de un zapote de nueve metros mientras cosechaba salvia en la selva. La peluquer¨ªa no la deja, un asunto sentimental: es de lo poco que le queda de su padre, uno de los peluqueros m¨¢s c¨¦lebres de la vieja Quintana Roo.
¡°Mi padre trajo la primera estaci¨®n termoel¨¦ctrica a Leona Vicario¡±, cuenta el hombre, orgulloso. ¡°??l trajo la luz!¡±, a?ade, ¡°estaba muy bien conectado pol¨ªticamente¡±. Tambi¨¦n consigui¨® entrar al ejido [terreno de explotaci¨®n colectiva entre varios campesinos], algo quiz¨¢ m¨¢s importante, visto c¨®mo ha aumentado el valor de la tierra en la pen¨ªnsula de Yucat¨¢n. Antes del cambio de siglo, el padre se integr¨® al ejido Leona Vicario. En aquella ¨¦poca, el ejido eran m¨¢s de 60.000 hect¨¢reas de selva, a 50 kil¨®metros de una peque?a colonia costera, la Benito Ju¨¢rez. El hijo hered¨® pocos a?os despu¨¦s. Hoy, la peque?a colonia se ha convertido en Canc¨²n y el ejido, en el escenario de una batalla por diferentes visiones sobre el futuro y el desarrollo.
Hern¨¢ndez ten¨ªa esperanzas en la tierra, quer¨ªa vivir feliz en su retiro, pero ahora la tierra se ha convertido en un problema. El hombre es parte de un grupo de ejidatarios de Leona Vicario que denuncia la ¨²ltima gran intentona de la industria inmobiliaria en Quintana Roo. Acusa que integrantes del mismo ejido, apoyados en empresarios for¨¢neos, pretenden levantar una ciudad de 10.000 hect¨¢reas en mitad de la selva, usando adem¨¢s terrenos ejidales adjudicados a ¨¦l y otros compa?eros. ¡°Lo que quieren hacer es ilegal, no nos pueden despojar a nosotros¡±, dice Hern¨¢ndez.
El proyecto se llama Ciudad Aurum y ha protagonizado las asambleas del ejido desde enero. Hern¨¢ndez y sus compa?eros explican que la ciudad es una idea de la nueva directiva del comisariado, ¨®rgano de gobierno del ejido. Su actual presidente, Juan Garc¨ªa Asb¨²n, logr¨® el cargo en noviembre y ya para entonces, en reuniones informales, presentaba el proyecto a los dem¨¢s. Al principio, dicen, contaba que iba a ser un desarrollo peque?o, de 600 hect¨¢reas. Tierras de ellos. Pero con el paso de los meses, Garc¨ªa Asb¨²n y sus socios mostraron intenciones distintas, hasta llegar a las 10.000 hect¨¢reas, llev¨¢ndose por delante tierras de ejidatarios que no estaban de acuerdo. EL PA?S contact¨® v¨ªa WhatsApp con Garc¨ªa Asb¨²n y, aunque al principio dijo que s¨ª estaba dispuesta a conceder una entrevista, luego dej¨® de contestar.
M¨¢s all¨¢ de la cercan¨ªa con Canc¨²n y la Riviera Maya, el atractivo de la zona radica en el paso cercano del Tren Maya, uno de los proyectos m¨¢s importantes del Gobierno actual. Leona Vicario consigui¨® que el Ejecutivo, encabezado por Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, accediera a instalar una estaci¨®n junto al ejido, al que, por cierto, le compraron decenas de hect¨¢reas de tierra para instalar las v¨ªas. Si el mero empuje del turismo y la industria inmobiliaria ha sido suficiente para cambiar las din¨¢micas sociales y econ¨®micas en Yucat¨¢n en el ¨²ltimo cuarto de siglo, la aparici¨®n en el horizonte del Tren Maya ha acelerado el proceso a un grado que todav¨ªa es dif¨ªcil de entender.
¡°Hab¨ªa escuchado que iban a crear este nuevo n¨²cleo de poblaci¨®n, asociado a Leona Vicario¡±, dice Aar¨®n Siller, abogado de Centro Mexicano de Derecho Ambiental. ¡°El Tren Maya no considera este tipo de consecuencias, estos polos de desarrollo no est¨¢n contemplados en el impacto ambiental. [El tren] es un megaproyecto que promueve la especulaci¨®n y el despojo de tierras. Ha habido muchos conflictos. El proyecto ha provocado una especulaci¨®n inmobiliaria impresionante. Est¨¢ provocando la lotificaci¨®n de la selva, de las tierras. Estamos en una anarqu¨ªa territorial¡±, zanja.
Especuladores
Ideados para hacer justicia a la poblaci¨®n tras la Revoluci¨®n, los ejidos aparecieron en M¨¦xico como unidades de propiedad colectiva en el campo. Desde la d¨¦cada de 1930, el Gobierno reparti¨® millones de hect¨¢reas entre millones de campesinos. La tierra se organiz¨® en ejidos. No hab¨ªa due?os, la comunidad lo era. Los hijos de los ejidatarios heredaban sus derechos al campo, al bosque, a los pastos, cuando los padres mor¨ªan. As¨ª funcion¨® durante d¨¦cadas. Pero luego lleg¨® la modernidad.
Durante el Gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), el PRI todopoderoso modific¨® la Constituci¨®n y la Ley Agraria para permitir dos cambios fundamentales en el funcionamiento de los ejidos. Primero, posibilit¨® que los terrenos se dividieran y se adjudicaran a los ejidatarios. Segundo, aval¨® que la propiedad colectiva, ya troceada, se privatizase. En pocas regiones de M¨¦xico, estos cambios tuvieron tanto efecto como en los estados peninsulares del sureste, Yucat¨¢n, Quintana Roo y Campeche.
En el estudio Tres d¨¦cadas de privatizaci¨®n y despojo de la propiedad social en la Pen¨ªnsula de Yucat¨¢n, la autora, la antrop¨®loga Gabriela Torres-Mazuera, da varias cifras que permitan entender la magnitud de la ola privatizadora. ¡°Desde 1992, cuando se reforma la ley agraria, hasta mayo de 2019, en Campeche, Quintana Roo y Yucat¨¢n, un total de 22.660 parcelas, con una superficie de 192.600 hect¨¢reas de tierra, dejaron de ser de propiedad social y se convirtieron en propiedad privada¡±, escribe. 192.600 hect¨¢reas, poco menos que todo el Estado de M¨¦xico, tres ciudades como Madrid, una detr¨¢s de otra.
Hecha la ley, hecha la trampa. La posibilidad de trocear y vender ejidos motiv¨® la aparici¨®n de una nueva especie, rapaz en la pen¨ªnsula de Yucat¨¢n, la de los especuladores, expertos cazadores de reductos legales, inventores de ilegalidades varias, palancas que usaban para llevarse la tierra al menor costo posible. All¨¢ en la regi¨®n les llaman la ¡°mafia agraria¡±, ente cambiante y amorfo. Hern¨¢ndez y sus compa?eros de Leona Vicario dicen que la mafia agraria est¨¢ detr¨¢s de Ciudad Aurum.
La pregunta, claro, es c¨®mo lo hicieron, c¨®mo se meti¨® la mafia agraria. Ejido de tipo forestal, la selva domina buena parte del territorio en Leona Vicario. Con los cambios legales de finales de la d¨¦cada de 1990, los ejidatarios empezaron a delimitar sus propiedades. Hubo varios ¡°aparcelamientos¡±, como dicen ellos, parte de un l¨¦xico, el ejidal, rico y enrevesado. Los ejidatarios se?alaban sus parcelas, todas enormes, de decenas de hect¨¢reas. Al calor del desarrollo de Canc¨²n, algunos empezaron a vender tierras. Otros, adem¨¢s de las tierras, vend¨ªan sus certificados ejidales.
Hern¨¢ndez y los dem¨¢s cuentan que el ¨²ltimo gran aparcelamiento en Leona Vicario fue en 2009, situaci¨®n comprobable gracias a un plano que hicieron llegar a EL PA?S. En el plano, dicen, se observa c¨®mo la superficie donde hoy ¡°los otros¡± quieren desarrollar Ciudad Aurum, se reparti¨® entre decenas de ejidatarios. ¡°El problema¡±, explica Santiago May, uno de los compa?eros de Hern¨¢ndez, ¡°es que muchos no queremos dar nuestra tierra para ese proyecto¡±.
Se sabe poco de Ciudad Aurum. Hern¨¢ndez y los dem¨¢s han mandado algunos v¨ªdeos y fotograf¨ªas estos d¨ªas, de la presentaci¨®n del proyecto en las asambleas celebradas en los primeros cuatro meses del a?o. En las im¨¢genes aparece el presidente del comisariado, Garc¨ªa Asb¨²n, y un personaje del que echan pestes, convertido en ejidatario hace unos a?os, Jos¨¦ Leonel Noya. ¡°En la ¨²ltima asamblea, en abril, vendieron la idea de que a cada ejidatario que les apoyara le iban a dar 25 hect¨¢reas dentro del proyecto¡±, cuenta May.
Tanto May como Hern¨¢ndez cuentan que el gran problema de la tierra en el ejido tiene que ver con la cantidad de ejidatarios que, aunque lo sigan siendo, ya vendieron todos sus terrenos. Despu¨¦s del aparcelamiento de 2009, los 389 ejidatarios de Leona Vicario ya hab¨ªan elegido sus 100 hect¨¢reas correspondientes, a reserva de 54 hect¨¢reas m¨¢s que podr¨ªan elegir en un futuro. Algunos las vendieron todas, pero siguen teniendo voz y voto en la asamblea. Los dos hombres se?alan que ese es el punto d¨¦bil del ejido. ¡°Los manipulan, les dicen que les van a dar tierras, que les van a pagar, para que voten a favor de Aurum¡±, se?alan.
Desarollo versus desarrollo
Pese a lo que pueda parecer, la batalla de Leona Vicario no es entre un grupo de pobres ejidatarios desinteresados y la terrible y voraz mafia agraria. Hay intereses en ambos lados. La disputa trasciende la noci¨®n maniquea de tradici¨®n versus desarrollo. Son, al final, dos formas de desarrollo. Ambos lados manejan recursos porque disponen de enormes cantidades de tierra y, por tanto, de dinero. Hern¨¢ndez, May y sus compa?eros tienen en mente desarrollar un proyecto ecotur¨ªstico, la ruta de las lagunas, cuyo impacto, aseguran, ser¨¢ menor.
Lo que no est¨¢ claro es c¨®mo se supone que uno u otro lado llevar¨ªan a cabo sus proyectos. En entrevista con este diario, la antrop¨®loga Torres-Mazuera se?ala que ¡°es ilegal parcelar partes de los ejidos con cubierta forestal¡±, caso de Leona Vicario. Pese a ello, la selva cede poco a poco. En una visita la semana pasada, la presencia de hoteles, glampings o peque?os desarrollos inmobiliarios era constante. ¡°Desde 2018, la Procuradur¨ªa Agraria se ha puesto muy estricta con el tema de cambio de destino¡±, explica la acad¨¦mica. Torres-Mazuera se refiere a un ardid legal, habitual en la zona desde la d¨¦cada del 2000, que permite a los ejidos cambiar la modalidad de tenencia para allanar el camino a las inmobiliarias.
El abogado Aar¨®n Siller cuenta adem¨¢s que la legislaci¨®n local y estatal deber¨ªa contener el desarrollo en la zona, al menos en el caso de Ciudad Aurum. Leona Vicario pertenece al joven municipio de Puerto Morelos, que se desgaj¨® de Canc¨²n hace unos a?os. Por su juventud, Puerto carece todav¨ªa de plan de ordenamiento ecol¨®gico y Leona Vicario debe regirse por el de Canc¨²n. ¡°El ordenamiento ecol¨®gico local de Canc¨²n establece limites y unbrales de aprovechamiento. Y sin duda alguna, esa cantidad de hect¨¢reas, con la poblaci¨®n estimada, no lo permite el ordenamiento¡±, explica. ¡°Lo que creo que busca Puerto Morelos es crear su propio ordenamiento local, para autoasignarse grandes densidades de poblaci¨®n, que no deber¨ªan ser, porque ponen en riesgo no solo ese lugar, sino tambi¨¦n a Canc¨²n. Mucha del agua qiue viene ahi es recargada en esa zona¡±, a?ade.
En plena selva, Santiago May se?ala una estaca clavada en el piso. ¡°Hasta aqu¨ª llega mi terreno y el de mi esposa¡±, explica. El hombre cuenta que arrib¨® al ejido en la d¨¦cada de 1990. ¡°Yo compr¨¦ entonces mi certificado. En esa ¨¦poca estaban muy baratos, un mill¨®n de pesos¡±, dice. ¡°Ahorita valen 15, 20 millones¡±. Alrededor de un mill¨®n de d¨®lares. May se cas¨® con la hija de un ejidatario y, a su muerte, la mujer hered¨®. Entre los dos juntaron algo m¨¢s de 200 hect¨¢reas, terreno forestal, selva, cenotes y monos.
¡°Yo quiero hacer aqu¨ª un parque ecotur¨ªstico. Mi hija est¨¢ por recibirse ya de abogada, pero ella se ha dedicado m¨¢s a esto, a gu¨ªa. Le gusta¡±, explica el hombre. ¡°Y me dijo, ¡®pa¡¯, ay¨²dame y yo lo gestiono¡±, cuenta. Cuando escuch¨® por primera vez en la asamblea, que el comisariado pretend¨ªa construir Ciudad Aurum justo encima de sus hect¨¢reas, dijo, ¡®bueno, al menos d¨¦jenme 10 hect¨¢reas para mi proyecto¡±. Luego podr¨ªa recuperar el resto de su terreno en otra parte del ejido. Pero le dijeron que si las quer¨ªa, que las pagara: cuatro millones de pesos cada una. ¡°Es un robo lo que nos quieren hacer, no son derechos¡±, critica.
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