Tadeo Luna: ¡°Los que linchan no buscan a quien cometi¨® el delito, sino a quien les pague su frustraci¨®n¡±
El crimin¨®logo mexicano asegura que estos asesinatos colectivos se est¨¢n extendiendo a las zonas urbanas y que la mano del crimen organizado est¨¢ ya detr¨¢s de muchos de ellos. Neoliberalismo y masculinidad son otras causas que cita
A mediados de abril, una turbamulta linch¨® a un menesteroso en M¨¦xico porque lo agarr¨® entre los cultivos robando un br¨®coli. Pasaba hambre, dijo el fiscal de Puebla, pero los vecinos ya hab¨ªan actuado por su cuenta y sin remedio, el pobre muri¨® en el hospital. El n¨²mero de linchamientos se incrementa en este pa¨ªs desde 2015, con el par¨¦ntesis de la pandemia. Generalmente, se achaca a la impunidad rampante y a ciertas costumbres ancestrales de poblaciones rurales. Pues ni tan rural ni tan ancestral. Tadeo Luna sabe que hay otras causas, porque lo ha analizado en la Universidad Iberoamericana de Puebla. Habla del neoliberalismo que ha estrechado las funciones de la Administraci¨®n p¨²blica en seguridad y justicia, tareas que depositan en la ciudadan¨ªa; de masculinidades t¨®xicas que propician violencias bajo el pretexto de proteger el honor y la fragilidad de mujeres y familias; de la falta de voluntad de los gobiernos para detener estos macabros rituales; de un contagio a ¨¢mbitos urbanos, donde antes se desconoc¨ªan; y del crimen organizado, que todo lo mancha en M¨¦xico, y ahora induce y planea pr¨¢cticas cuya caracter¨ªstica principal siempre fue la espontaneidad de una masa ciega, pero no tonta. Vean lo que dice este crimin¨®logo de 37 a?os nacido en Torre¨®n, Coahuila.
Pregunta. No hay estad¨ªstica oficial de linchamientos en M¨¦xico, pero est¨¢n creciendo exponencialmente, dice usted. ?Por qu¨¦?
Respuesta. Hay una parte de violencias hist¨®ricas estructurales a las que se suma la violencia delincuencial, desde el 2006 para ac¨¢. La mal llamada guerra contra el narco ha tra¨ªdo como consecuencia la democratizaci¨®n de la violencia: no solo el gobierno o la polic¨ªa tienen la legitimidad para ejercerla, tambi¨¦n la delincuencia organizada. La ciudadan¨ªa queda en medio de estos dos ejercicios de poder y gestiona su sentimiento de inseguridad tambi¨¦n con violencia.
P. Dice que est¨¢n documentando que no siempre son hechos espont¨¢neos al calor de un chisme.
R. Ahora tenemos evidencias de que muchos casos han sido orquestados o promovidos por la delincuencia organizada, como el de aquellos encuestadores del censo, en 2016, ya la fiscal¨ªa sabe que un l¨ªder criminal lo organiz¨® y que se confundieron de objetivo. No son casos aislados, hay una responsabilidad directa de la delincuencia organizada.
P. ?En algunos lugares, como en Puebla, se dan m¨¢s linchamientos?
R. Se concentran en el centro del pa¨ªs y al sur, no sabemos por qu¨¦. Suele atribuirse a los usos y costumbres de pueblos originarios, pero no es as¨ª. Se relaciona con los niveles de desigualdad en las ciudades, porque muchos linchamientos ya se dan en zonas urbanas; en la monta?a no tiene tanto que ver con la pobreza, sino con el hartazgo, porque la autoridad no responde a las demandas de seguridad y acceso a la justicia, entre otras. Y cada vez se lincha m¨¢s donde uno no imaginar¨ªa, como el norte, en el ¨¢rea metropolitana de Monterey, por ejemplo.
P. Pero esa inseguridad es a veces m¨¢s una sensaci¨®n que una realidad, son pueblos sin delincuencia en ocasiones, y las v¨ªctimas tampoco lo eran en la mayor¨ªa de los casos.
R. Es que el detonante del linchamiento es como la gota que colma el vaso, para que se llene de hartazgo hay un c¨²mulo de violencias. Las estructurales son cruciales: a lo mejor no son capaces de verbalizar su enojo con la pobreza, porque la tienen normalizada, o con la violencia del Estado. Mire, por ejemplo, la dificultad para poner una denuncia o que la polic¨ªa les pida dinero para que se lleven al delincuente y luego lo suelten¡ Se acumulan estas cosas y, al final, el robo del br¨®coli es el pretexto. Adem¨¢s, la figura del supuesto delincuente cumple una funci¨®n social muy importante: le tenemos miedo al violador, pero no al cambio clim¨¢tico o a que el salario no llegue a fin de mes. Ponerle nombre al riesgo hace peque?os los dem¨¢s problemas.
P. ?Cierran los ojos para protegerse de otros muchos males que les aquejan?
R. Los medios de comunicaci¨®n, los discursos del gobierno nos van convenciendo de esto, la guerra contra el narco surgi¨® m¨¢s o menos as¨ª; ellos son los malos, los que hay que abatir, lo que est¨¢ mal es el narco, no la econom¨ªa. Igual las familias no lo viven as¨ª, pero lo escuchan tanto que se convencen de que el principal problema tiene que ver con la inseguridad. Trasladan el foco, no es que no tengan capacidad de analizar. Lo que hace el linchamiento es mantener las violencias en una direcci¨®n que les resulta c¨®moda a las autoridades y al Gobierno.
P. Abunde.
R. Si la ciudadan¨ªa ejerce violencia colectiva para mantener la situaci¨®n como est¨¢, el gobierno termina ganando, porque no tendr¨¢ que enfrentarse a una violencia orientada a exigir derechos, seguridad, a protestas violenta o pac¨ªficas que reclamen justicia o seguridad o sanidad. La direcci¨®n de la violencia permanece frente a personas menos favorecidas, porque los linchados y los que linchan pertenecen a estratos econ¨®micos bajos. La ciudadan¨ªa le hace la tarea al Estado y no le exige otras cosas.
P. ?Los gobiernos lo dejan pasar entonces, miran para otro lado?
R. Exacto. En Puebla vemos que las ¨²ltimas administraciones municipales ha habido pol¨ªticas p¨²blicas de supuesta prevenci¨®n de la delincuencia consistentes en que se organicen los vecinos para gestionar eso. Programas como ¡°vecino seguro, vecino vigilante¡±, algo as¨ª. Las pol¨ªticas neoliberales han hecho cada vez los Estados m¨¢s angostos, con menos funciones. De las poquitas que les quedaban eran la seguridad y la procuraci¨®n de justicia, pues ya ni eso. Es un proceso neoliberal que tiene consecuencias. Hay personal de seguridad privada haciendo tareas de seguridad p¨²blica. A eso le sigue la privatizaci¨®n de la justicia.
P. Entonces, no es solo un abandono hist¨®rico, sino uno actual y premeditado para la comodidad de los gobiernos.
R. Claro. Han cedido la seguridad a la ciudadan¨ªa, no solo a los que linchan. Si eres un ciudadano que tienes miedo por los niveles de violencia y tienes capacidad econ¨®mica, te mudas a un condominio privado, contratas seguridad, compras una camioneta blindada. Quien no tiene recursos quiz¨¢ lo gestiona con piedras y palos, que no se justifica, pero es una explicaci¨®n.
P. En M¨¦xico, las encuestan revelan una alta tolerancia a tomarse la justicia por la propia mano. Un 70% lo da por bueno ante la comisi¨®n de un delito.
R. Creo que tiene que ver con la impunidad que todos conocemos. Los propios linchamientos quedan impunes. ?Cu¨¢ntos son sentenciados?
P. ?Siempre se lincha al forastero o tambi¨¦n al de la propia comunidad?
R. No tenemos datos exactos. Hay casos donde se lincha a gente de comunidades cercanas, pero en general se lincha al desconocido. Lo que s¨ª sabemos es que, en la mayor¨ªa de las comunidades, no se cumple el objetivo discursivo, porque despu¨¦s del linchamiento no se tiene una mayor sensaci¨®n de seguridad.
P. Ni de culpa.
R. Ni de culpa.
P. Los linchamientos tienen algo de ritual, cuando ves los videos es como si tuvieran un protocolo, como cuando se celebra al santo patr¨®n. Golpes, fuego.
R. Esos rituales son m¨¢s comunes en las comunidades rurales; en las ciudades no tanto. Pero desconocemos el origen de lo que tienen de ritual, m¨¢s bien parece algo que se ha ido aprendiendo porque se ha visto en la televisi¨®n, casi transmitido en directo. Los llevan al centro del pueblo. Y hay casos en los que est¨¢n detenidos por la polic¨ªa y la ciudadan¨ªa va a sacarlos del calabozo para darles un escarmiento. Es una exacerbaci¨®n del sentimiento, sacar el enojo, quienes linchan no buscan a quien lo hizo, sino a quien les pague, y sacar todas las frustraciones que llenaron el vaso.
P. Quienes matan son hombres, ?esto es una cuesti¨®n masculina?
R. Uy, yo creo que s¨ª. Como todas las violencias en t¨¦rminos generales, y no solo los linchadores son hombres, sino tambi¨¦n los linchados. Hay una idea machista que no permite matar a una mujer, y cuando apresan a dos, hombre y mujer, dicen que ella solo acompa?aba. Est¨¢ la figura del temor relacionada con el sexo masculino. Detr¨¢s est¨¢ el machismo, no podemos creer que una mujer pueda ser delincuente. Cuando hay detenidos, la mujer lo es por difundir el chisme y el hombre por la violencia, otra vez los roles.
P. Abandonados del Estado, quiz¨¢ hay tambi¨¦n una reafirmaci¨®n de la autoridad. A veces participan en los linchamientos hasta los alcaldes o jueces municipales.
R. Puede ser, s¨ª, sobre todo relacionado con las masculinidades, porque muchos de los linchamientos son en la v¨ªa p¨²blica, y aunque la mayor¨ªa es por robos simples, hay otra buena proporci¨®n que tiene su origen en la idea mal entendida de la protecci¨®n a la mujer a la familia, a la comunidad. De robachicos hay muchas acusaciones.
P. Honor medieval.
R. Claro. Con el linchamiento afirman la masculinidad. La supuesta v¨ªctima del hecho que detona el linchamiento suelen ser mujeres o ni?os.
P. Los gobiernos tambi¨¦n guardan silencio ante el crimen, como si no quisieran revictimizar a quienes tienen en el abandono estatal.
R. No s¨¦ si es por esa idea paternalista que no rega?ar a los que han tenido abandonados, sino m¨¢s bien la comodidad en la gobernanza. Me hacen la tarea, est¨¢n matando a quien yo deber¨ªa detener cuando no tengo ni la capacidad de gestionar la seguridad.
P. ?Cu¨¢ndo se va a acabar esto?
R. No lo s¨¦, pero no soy optimista.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S M¨¦xico y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este pa¨ªs
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.