El perd¨®n de Dami¨¢n Gallardo, el preso pol¨ªtico torturado y encarcelado cinco a?os sin pruebas
El Estado mexicano pide disculpas en un acto p¨²blico en Oaxaca al profesor y activista ind¨ªgena por las ¡°violaciones graves a sus derechos humanos¡±
Dami¨¢n Gallardo dice que no acepta la muerte como una opci¨®n. Que la vida es amor y lucha: un camino que hay que andar para cambiar el mundo. Es dif¨ªcil quebrar su voluntad de profesor rural. No lo consiguieron las torturas m¨¢s crueles de la polic¨ªa del presidente Enrique Pe?a Nieto; tampoco cinco a?os encarcelado por su militancia en defensa de la educaci¨®n p¨²blica y libre, acusado sin pruebas de un delito que no cometi¨®. ¡°La prisi¨®n pol¨ªtica en ning¨²n instante ha hecho que me arrepienta de lo que hice. Me ense?¨® a fortalecerme como persona, en mis convicciones, mis lealtades. A partir de vivir esa experiencia tan brutal tengo claro que el aqu¨ª y el ahora, el presente, son los espacios donde hay que hacer las cosas, no solo pensarlas o decirlas: traducirlas a hechos¡±, sentencia al otro lado del tel¨¦fono con voz firme y la ret¨®rica de un maestro que sienta c¨¢tedra ante un aula abarrotada.
Hace solo unas horas, durante la ma?ana de este jueves, Gallardo fue protagonista de un evento con escasos precedentes en la historia. El Estado mexicano, personificado en la figura de Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, ha pedido perd¨®n en un acto p¨²blico en Oaxaca al profesor. El evento supone el reconocimiento de las autoridades de las ¡°violaciones graves a sus derechos humanos¡± y la ¡°detenci¨®n arbitraria y tortura¡± que sufri¨® el activista, miembro del pueblo ayuujk y defensor de los derechos ind¨ªgenas. Antes de eso, en 2014, un comit¨¦ de las Naciones Unidas estableci¨® que no solamente se hab¨ªan vulnerado ¡°seriamente¡± sus derechos humanos, tambi¨¦n ¡°la obligaci¨®n de protecci¨®n debida a un defensor de derechos humanos, particularmente de los derechos de los pueblos ind¨ªgenas¡±, incluidas ¡°pr¨¢cticas repetidas de actos de tortura¡±. La acusaci¨®n fue ratificada en 2021 por el Comit¨¦ contra la Tortura de la misma ONU, que exigi¨® a M¨¦xico una ¡°reparaci¨®n integral¡±.
Gallardo (Oaxaca, 53 a?os) confiesa ahora que el perd¨®n p¨²blico le ha generado sentimientos encontrados. ¡°El hecho de que nos ofrezcan este acto de desagravio resarce en gran medida el da?o moral, pero no es suficiente. Es un pelda?o en esta larga caminata en la b¨²squeda de justicia. Tenemos en Oaxaca compa?eros presos pol¨ªticos, sigue habiendo agresi¨®n a compa?eros defensores del territorio¡±, asegura. Lo ejemplifica con el caso de Pablo L¨®pez Alav¨¦z, detenido en 2010 en lo que, de nuevo, la ONU calific¨® como una ¡°detenci¨®n arbitraria¡± y una violaci¨®n a los derechos humanos del activista. Contin¨²a en prisi¨®n, 13 a?os despu¨¦s. ¡°Una medida de no repetici¨®n ser¨ªa la libertad del compa?ero Pablo L¨®pez. No hay avances a pesar de que en t¨¦rminos jur¨ªdicos se ha demostrado su inocencia. El problema de las violaciones de derechos humanos en M¨¦xico sigue siendo estructural, aunque se diga que no hay tortura se sigue torturando¡±, reitera Gallardo.
Un secuestro y 30 horas desaparecido
¡°Gobernaba Pe?a Nieto. ?l estaba inmerso en una l¨®gica neoliberal e impuls¨® una serie de reformas estructurales. Entre ellas, estaba la reforma educativa¡±, comienza a relatar Gallardo. Junto con sus compa?eros, el profesor se opuso a la medida. Organizaron una oposici¨®n al presidente y en defensa de la educaci¨®n p¨²blica. El d¨ªa de su detenci¨®n, el 18 de mayo de 2013, el maestro volv¨ªa a casa, en los Valles Centrales de Oaxaca, desde una comunidad de la regi¨®n ayuujk donde estuvo sembrando una propuesta experimental para crear ma¨ªz h¨ªbrido. Mientras dorm¨ªa un grupo de hombres armados y encapuchados revent¨® las puertas e irrumpi¨® en su hogar. Era la una y media de la madrugada y cuando sali¨® de su cuarto se dio de bruces con una mara?a de fusiles que apuntaban contra ¨¦l.
Empezaron los golpes. Le cubrieron la cabeza con cinta y su propia ropa. Lo introdujeron a la fuerza en un coche. Durante todo el trayecto continuaron los pu?etazos. ¡°Fue un proceso traum¨¢tico. No sab¨ªa a ciencia cierta si iba a estar vivo, muerto, desaparecido¡±. Lo llevaron a una casa clandestina de la polic¨ªa donde continuaron las palizas. Descargas el¨¦ctricas, bolsas en la cabeza para asfixiarlo. Estaba solo en una habitaci¨®n, pero sab¨ªa que hab¨ªa otra gente detenida en el mismo lugar. Los agentes le dijeron que hab¨ªan arrestado a su esposa y su hija e iban a torturarlas si no confesaba. El miedo le hizo firmar una ¡°declaraci¨®n prefabricada¡±.
¡ªTambi¨¦n ten¨ªan la intenci¨®n de culpar a otras personas, me mostraron una serie de fotograf¨ªas de personas que conozco de los movimientos sociales y pregunt¨¢ndome qu¨¦ papel ten¨ªan, si eran l¨ªderes, si pertenec¨ªan a un movimiento armado. Fueron horas muy, muy, muy duras. Solamente quien haya padecido tortura lo entiende.
Mientras las torturas se suced¨ªan en aquel centro de detenci¨®n clandestino, en la calle la familia de Gallardo y sus compa?eros de lucha pol¨ªtica se movilizaban a contrarreloj para encontrarlo. No existe un registro legal de su detenci¨®n, ning¨²n documento que acredite su arresto. ¡°Yo era candidato a una desaparici¨®n forzada¡±, asume ahora. El ruido que levantaron sus allegados fue lo que lo salv¨®. Despu¨¦s de 30 horas aislado del mundo, fue encarcelado en el penal de m¨¢xima de seguridad Puente Grande, en Jalisco, a m¨¢s de 16 horas de su tierra.
¡°La c¨¢rcel es un verdadero infierno¡±
¡°La escuela de Guant¨¢namo est¨¢ aplicada en los penales de m¨¢xima seguridad¡±, ilustra Gallardo. Su recibimiento fue en forma de golpes, humillaciones y gritos. Una vez en la c¨¢rcel, la tortura se volvi¨® rutina. El aislamiento era constante. ¡°Tienes prohibido el contacto humano, la solidaridad: compartir una galleta, agua¡±. Los guardas extendieron entre los reclusos el rumor de que era un secuestrador de ni?os. ¡°Fue un shock, estar de golpe con sicarios, jefes de plaza, l¨ªderes de carteles, me caus¨® bastante temor, aunque en el proceso tambi¨¦n fuimos descubriendo la calidad humana que tienen a pesar de todo. La prisi¨®n fue una gran escuela porque aprendimos a descubrir que somos resilientes a muchas cosas, pero tambi¨¦n que no hay ning¨²n espacio ni tiempo en que no se pueda hacer una lucha por la dignidad humana¡±.
Traducci¨®n: Gallardo continu¨® su militancia en la c¨¢rcel. Consigui¨® organizar a los presos para protestar por las condiciones inhumanas como los registros aleatorios en los que les hac¨ªan desvestirse y hacer sentadillas mientras los guardias revisaban ¡°test¨ªculos, boca, dedos de los pies... era realmente humillante¡±. La prisi¨®n estaba entonces sobre poblada, con unas 2.000 personas en un espacio dise?ado para 900. Las celdas de dos metros por cuatro eran compartidas por cuatro o cinco internos. ¡°Era un verdadero infierno¡±. El profesor tambi¨¦n dio una lecci¨®n de resistencia entre rejas y en respuesta el 90% del penal hizo tres huelgas de hambre.
Aun as¨ª, el aislamiento amenazaba con quebrar su esp¨ªritu. ¡°No poder ver a mi familia, a mi compa?era, a mi hija, a mis padres. Est¨¢bamos en Jalisco y somos de Oaxaca, es una distancia superlarga, y eso pesa mucho. Tambi¨¦n ver las injusticias dentro del penal, un sistema totalmente opresivo que est¨¢ enfocado a eliminar tus rasgos humanos¡±. Cuando, cinco a?os despu¨¦s, por fin, fue liberado, descubri¨® que el trauma no se quedaba entre las rejas de Puente Grande. ¡°La libertad es otro evento traum¨¢tico, las cosas ya no son lo que eran. Mi hija ten¨ªa nueve a?os cuando fui recluido, cuando salgo ten¨ªa 14. La prisi¨®n tambi¨¦n te quita facultades, sobre todo de an¨¢lisis y reflexi¨®n, pero tambi¨¦n f¨ªsicas: est¨¢s confinado a un espacio de dos por cuatro metros durante 22 horas al d¨ªa, salir a la calle implica un reto de volver a retomar, rehacer, retejer relaciones¡±.
Las secuelas se sienten todav¨ªa hoy, cinco a?os despu¨¦s de su liberaci¨®n. Algunas psicol¨®gicas, como una cierta tendencia al aislamiento, un gusto adquirido por el silencio o una forma de relacionarse con el resto m¨¢s brusca y directa. Otras f¨ªsicas: problemas de vista, da?os pulmonares, un problema para medir distancias, todo fruto del aislamiento en celdas min¨²sculas. Nada de eso, sin embargo, le impidi¨® volver a su trabajo como profesor y su lucha pol¨ªtica. ¡°Mi vocaci¨®n es la educaci¨®n popular y comunitaria. Inmediatamente, al salir de prisi¨®n, retom¨¦ mi pasi¨®n y con un colectivo creamos el Centro Universitario Comunal en San Antonio Huitepec, y la Universidad Aut¨®noma Comunal de Oaxaca, 16 centros educativos con un paradigma totalmente distinto al modelo tradicional. Tambi¨¦n acompa?amos procesos de personas o autoridades agrarias vinculadas a la defensa del medioambiente y a generar iniciativas contra el cambio clim¨¢tico desde las comunidades¡±.
De su paso por prisi¨®n, Gallardo dice que se queda con las cosas buenas, si es que puede haber tal cosa cuando tu horizonte son cuatro paredes oscuras y la libertad, un recuerdo. Este jueves, con su perd¨®n p¨²blico, se ha sentado un precedente clave para otros presos pol¨ªticos como Pablo L¨®pez: un camino a seguir para que el Estado mexicano reconozca, repare y corrija la represi¨®n contra sus disidencias.
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