Nadie llam¨® a las familias de los coyotes de Camargo
Las dos v¨ªctimas mexicanas de la matanza migrante, Daniel P¨¦rez y Jes¨²s Mart¨ªnez, fueron se?aladas desde el principio como traficantes de personas. Entrevistas, an¨¢lisis telef¨®nicos e informes periciales, que constan en el expediente del caso, dibujan su periplo


Lo primero que vio el agente de la Fiscal¨ªa de Tamaulipas al llegar al lugar de los hechos, un camino de tierra en la zona rural de Camargo, fue un cuerpo calcinado. A cinco metros del cuerpo, una camioneta llena de cad¨¢veres humeaba. Eran pasadas las 16.50 del viernes 22 de enero de 2021. Para entonces, la camioneta hab¨ªa estado ardiendo por m¨¢s de cuatro horas, igual que los cuerpos que hab¨ªa dentro, 17, y los dos que yac¨ªan junto a las puertas. El agente se fij¨® primero en el que hab¨ªa del lado del piloto. Se ve¨ªa a simple vista, estaba como a cinco metros de la camioneta, boca abajo, la nariz enterrada en la tierra.
Los peritos catalogaron el cuerpo con la letra A. Cuando se hizo de noche, llevaron este y los de los dem¨¢s a la funeraria Rodr¨ªguez, de Miguel Alem¨¢n, en plena frontera chica. En esa zona de Tamaulipas, pegada a Texas, la Fiscal¨ªa no tiene d¨®nde dejar los cad¨¢veres y usa la funeraria de anfiteatro. El cuerpo A era uno de los pocos que parec¨ªa eso, un cuerpo, algo humano. Porque lo que el agente y los peritos hab¨ªan encontrado en la batea de la camioneta era un terrible amasijo de carne descompuesta. No sab¨ªan cu¨¢ntas personas hab¨ªan perecido all¨ª. Muchas, s¨ª, pero era dif¨ªcil saber cu¨¢ntas.
A lo largo del d¨ªa siguiente, los forenses empezaron a separar los cuerpos. Los m¨¢s dif¨ªciles eran los de la batea, todos amontonados. Luego empezaron con las necropsias. La primera fue la de ¡°A¡±. Los especialistas iban apuntando lo que encontraban, le tomaban muestras, limpiaban la piel¡ En el informe que entregaron m¨¢s tarde a los fiscales escribieron que ¡°A¡± hab¨ªa sido un hombre robusto, de unos 30 o 35 a?os. No pudieron decir c¨®mo era su boca, o sus labios. C¨®mo eran sus pesta?as o si ten¨ªa barba. Le encontraron una cadena alrededor del cuello y una esclava en la mu?eca derecha. En el brazo izquierdo, los forenses pudieron ver, como si fuera un milagro, los restos de un tatuaje de la santa muerte.

Ya para entonces ¡ªen menos de un d¨ªa¡ª la Fiscal¨ªa hab¨ªa podido identificar los 19 cuerpos. Algunos estaban irreconocibles, no quedaba nada de la cara, los brazos, las piernas. Como describir¨ªan luego los peritos en sus informes, el fuego hab¨ªa alcanzado temperaturas superiores a los 800 grados. En el de qu¨ªmica forense, que la Fiscal¨ªa incorpor¨® a la investigaci¨®n el 1 de marzo, los expertos probar¨ªan que los atacantes hab¨ªan usado hidrocarburos o alg¨²n tipo de acelerante para quemar los cuerpos.
En las necropsias, los forenses apuntaron en muchos casos que los cad¨¢veres presentaban heridas de arma de fuego. De los 19, en 13 hab¨ªan encontrado heridas de bala, mortales en todos los casos. La profundidad de las quemaduras de los otros seis imposibilitaban definici¨®n alguna. Los forenses no sab¨ªan c¨®mo hab¨ªan muerto. Lo que s¨ª pudieron determinar es que las quemaduras de cuarto grado que todos hab¨ªan sufrido ¡°carec¨ªan de reacciones vitales¡±, lo que probaba que todos estaban muertos cuando el fuego empez¨®. En el cuerpo ¡°A¡±, los forenses encontraron lesiones por herida de bala en el t¨®rax y el abdomen.
D¨ªa y medio m¨¢s tarde, a 25 kil¨®metros de la funeraria, en la cabecera municipal de Camargo, un hombre lleg¨® a la oficina local de la Fiscal¨ªa. El hombre se identific¨® como Juan Jos¨¦ Mart¨ªnez, de 63 a?os. Dijo que era vecino de Apodaca, en Nuevo Le¨®n, a dos horas al sur en carro. Dijo tambi¨¦n que era taxista. El motivo de su presencia all¨ª es que pensaba que su hijo, Jes¨²s, pod¨ªa estar entre los muertos calcinados. Estaba desaparecido desde el viernes 22 y quer¨ªa que le tomaran una muestra de ADN para confirmar o descartar que Jes¨²s era uno de ellos.
El otro hijo del hombre, Carlos, le acompa?aba aquel d¨ªa en Camargo. Por el relato que ambos dieron a los agentes, Jes¨²s viv¨ªa un poco al margen de la familia. Su padre ni siquiera sab¨ªa d¨®nde viv¨ªa y Carlos apenas conoc¨ªa de nombre a su mujer. Fue precisamente la pareja de Jes¨²s la que hab¨ªa dado la voz de alarma. El s¨¢bado a mediod¨ªa, la mujer llam¨® a Carlos y le cont¨® que hab¨ªa perdido la comunicaci¨®n con ¨¦l la medianoche anterior. Le dijo que Jes¨²s planeaba cruzar de indocumentado a Estados Unidos. Hab¨ªan ido a recogerle el jueves 21 por la noche. Se hab¨ªa ido en una camioneta blanca.
Carlos dijo a los fiscales que cuando escuch¨® eso empez¨® a encontrarse mal. La ¨²ltima vez que hab¨ªa hablado con su hermano hab¨ªa sido precisamente el jueves en la noche. Ese d¨ªa celebraban el cumplea?os de su pap¨¢ en la casa familiar y hab¨ªan quedado de cenar all¨ª. Pero Jes¨²s no se hab¨ªa presentado. Ni siquiera hab¨ªa llamado a su padre. Carlos le hab¨ªa marcado molesto, reclam¨¢ndole. Su hermano, que seg¨²n Carlos tambi¨¦n era taxista, se excus¨®. Dijo que ten¨ªa mucho trabajo, que ten¨ªa varios clientes que sal¨ªan de un dep¨®sito en la noche y ¨¦l les llevaba a sus casas. El dinero le ayudaba a pagar el carro con el que trabajaba. Sea como fuera, ya no hab¨ªan vuelto a saber de ¨¦l. Despu¨¦s de declarar, los dos hombres dejaron sus muestras de ADN y se fueron.
Daniel
Horas m¨¢s tarde de que Juan Jos¨¦ y Carlos declarasen, otro hombre entr¨® en la oficina de la Fiscal¨ªa en Camargo. La agencia trabajaba a marchas forzadas. Las noticias del hallazgo de los 19 cad¨¢veres calcinados corr¨ªa como la p¨®lvora y empezaba a convertirse en un esc¨¢ndalo nacional. El rumor de que las v¨ªctimas eran migrantes empezaba a aparecer en peri¨®dicos y noticieros. Iba naciendo tambi¨¦n el relato de su tr¨¢nsito. En pocos d¨ªas se supo que la mayor¨ªa ven¨ªan de las monta?as del sur de Guatemala. Uno m¨¢s era de El Salvador. Los otros dos eran mexicanos y pocos dudaron de que se trataba de los coyotes. Los traficantes.
Ya era pasada la hora de comer. El hombre que comparec¨ªa ahora ante los fiscales se llamaba Ra¨²l P¨¦rez. Acud¨ªa a la Fiscal¨ªa porque su primo, Daniel P¨¦rez, hab¨ªa salido d¨ªas antes a ¡°traer gente¡± y hab¨ªa dejado de comunicarse. Con traer gente, Ra¨²l se refer¨ªa a llevar migrantes a la frontera, ayudarles a cruzar. Traficarlos, vaya. Originario de San Luis Potos¨ª, Daniel hab¨ªa salido de casa el d¨ªa 18 por la noche. El d¨ªa 20 le hab¨ªa dicho por tel¨¦fono que iba a cruzar a unos migrantes por el lado de Camargo. Los dos hablaron por ¨²ltima vez el mismo d¨ªa 22, a eso de las 8.00. Le dijo que estaba muy cerca ya, pero que andaba ¡°bien cargado, que estaba muy feo y que hab¨ªa mucha ley¡±.

Ra¨²l contaba una cosa que, semanas m¨¢s tarde, confirmar¨ªa la esposa de su primo, Karen G¨®mez. El hombre, que hab¨ªa estado viendo las noticias, explicaba que G¨®mez le hab¨ªa dicho que el mismo d¨ªa 22, sobre las 10.00 horas, Daniel le hab¨ªa llamado, desesperado, dici¨¦ndole que los ¡°polic¨ªas le estaban tirando¡± balazos. Luego se hab¨ªa cortado. Ra¨²l P¨¦rez pensaba que su primo podr¨ªa estar entre las v¨ªctimas de Camargo. Su preocupaci¨®n era tal que no hab¨ªa tenido problema en reconocer las actividades de Daniel. ?l se dedicaba a eso, dec¨ªa. No sab¨ªa cu¨¢nto ganaba, pero siempre que sal¨ªan a tomar unas cervezas, el otro sacaba dinero.
El primo no se equivocaba, Daniel estaba muerto. Su cuerpo hab¨ªa aparecido en la camioneta calcinada junto a los otros 18. El agente de la Fiscal¨ªa que lleg¨® a la escena del crimen el d¨ªa 22 por la tarde lo vio sentado, en el asiento del piloto, el brazo izquierdo debajo del cuerpo, una posici¨®n antinatural, como si alguien lo hubiera colocado as¨ª. Catalogado como cuerpo ¡°C¡±, su cad¨¢ver era el m¨¢s pr¨®ximo a ¡°A¡±, es decir, Jes¨²s Mart¨ªnez. El primero ten¨ªa 28 a?os y el segundo 42. No est¨¢ claro si se conoc¨ªan. Tampoco si se dedicaban a lo mismo.
Cuando acudi¨® a dar su declaraci¨®n meses m¨¢s tarde, Karen G¨®mez cont¨® que ella y Daniel llevaban dos a?os casados y que no hab¨ªan tenido hijos. Viv¨ªan en casa del padre de ¨¦l, en un pueblo de San Luis. Dijo que el hombre trabajaba desde hac¨ªa cinco a?os de trailero, que ten¨ªa un tr¨¢iler verde, pero que no sab¨ªa con qu¨¦ compa?¨ªa laboraba. El 18 de enero, cuando se fue, a eso de las 20.00, vest¨ªa un pantal¨®n de mezclilla, una chamarra negra y zapatos tipo bot¨ªn, como de trabajo, color claro. No llevaba maleta y no le dijo a d¨®nde iba.
Los forenses que practicaron la necropsia al cad¨¢ver de Daniel P¨¦rez estimaron que el 90% de su cuerpo presentaba quemaduras de cuarto grado y asumieron que hab¨ªa muerto por culpa del fuego. La perito que firm¨® el informe de mec¨¢nica de lesiones en julio estim¨®, sin embargo, que Daniel hab¨ªa sido herido a balazos y hab¨ªa muerto desangrado. Fuera como fuera, el fuego hab¨ªa deshecho parte de su cuerpo.
El camino
Se conocieran o no, Daniel P¨¦rez y Jes¨²s Mart¨ªnez debieron juntarse en alg¨²n momento entre el 21 y el 22 de enero. No se sabe d¨®nde, ni c¨®mo. La esposa de Mart¨ªnez le dijo al hermano de este que una camioneta blanca hab¨ªa ido a buscarlo el 21 por la noche. ?En esa camioneta iba P¨¦rez? ?Ten¨ªan acaso m¨¢s compinches? Y si ten¨ªan, ?eran todos de esa zona del noreste mexicano o algunos ven¨ªan con los migrantes desde el sur? Pero, ?y si es verdad que Mart¨ªnez era uno m¨¢s del grupo migrante?
Lo que es seguro es que uno u otro, o quiz¨¢ alguno de sus posibles c¨®mplices, manten¨ªan alg¨²n tipo de relaci¨®n con agentes del Instituto Nacional de Migraci¨®n. Lo hubieran hecho otras veces o no, uno de los carros que el grupo condujo hacia el norte, una Toyota Sequoia modelo 2008, era un pr¨¦stamo del Instituto. Agentes de la dependencia lo hab¨ªan decomisado el mes anterior en un operativo contra la trata de personas en Escobedo, cerca de Monterrey. Y ahora ah¨ª estaba, en ruta de nuevo, con un nuevo grupo de migrantes.

Entre el 20 y el 22 de enero, el tel¨¦fono de P¨¦rez ech¨® fuego. Mantuvo decenas de llamadas y comunicaciones con n¨²meros de San Luis Potos¨ª, Tamaulipas y Nuevo Le¨®n. De entre las llamadas y los mensajes que entraron y salieron, nada lo hizo al n¨²mero de celular de Mart¨ªnez. Al menos al n¨²mero que su padre y hermano dieron a los fiscales. Las antenas telef¨®nicas de la ruta detectaron el paso de P¨¦rez por varios puntos de los caminos al norte.
El joven aparece, por ejemplo, en la antena de San Cayetano, en la frontera de San Luis y Nuevo Le¨®n, a primer hora del d¨ªa 21. Esa madrugada, el n¨²mero se conect¨® a las antenas de la carretera que va hasta Monterrey. Pasadas las 6.08, se conecta en la capital. Puede que all¨ª parasen algunas horas, no mucho, porque pasadas las 9.00, antenas cercanas a General Bravo, hora y media al este, camino ya de Reynosa, detectan su n¨²mero.
Ah¨ª, en ese punto, entre dos antenas cercanas a General Bravo, Daniel P¨¦rez pas¨® el d¨ªa con quien fuera que estuviese. Su celular se conect¨® en multitud de ocasiones desde las 9.00 hasta casi las 20.00. No se movi¨® de all¨ª. Ya en la noche avanzaron un poco m¨¢s, en la misma ruta. Y poco a poco, su celular avanz¨® hacia la frontera tamaulipeca. En la madrugada del viernes 22, lo detectan ya las antenas de La Sierrita y El Prieto. Esta ¨²ltima est¨¢ en Lucio Blanco, muy cerca ya de Santa Anita. All¨¢, en Santa Anita, los fiscales encontraron las camionetas con los cuerpos quemados.
En esas ¨²ltimas horas, P¨¦rez habl¨® con su primo y su esposa, seg¨²n contaron ambos en sus declaraciones. En la ¨²ltima llamada con su mujer, P¨¦rez dijo incluso que los polic¨ªas les estaban disparando. Ocurre, sin embargo, que el an¨¢lisis que la Fiscal¨ªa de Tamaulipas hizo del n¨²mero de P¨¦rez no muestra que el d¨ªa 22 hablase con ninguno de los dos. ?Ten¨ªa acaso otro n¨²mero? ?Hay alg¨²n tipo de comunicaci¨®n entre celulares que los peritos no detectasen? P¨¦rez s¨ª habl¨® con dos n¨²meros, uno de San Luis y otro de D¨ªaz Ordaz, un pueblo cercano a Camargo. Con este ¨²ltimo mantuvo largas conversaciones entre el 21 y el 22.
El final
El polic¨ªa Ismael V¨¢zquez encontr¨® a Daniel P¨¦rez tirado en el suelo, entre la maleza. ¡°Estoy aqu¨ª¡±, dijo P¨¦rez con un gemido. Estaba herido, un balazo le hab¨ªa atravesado el t¨®rax de adelante hacia atr¨¢s. V¨¢zquez se acerc¨® y le pregunt¨® si estaba armado, si era ¨¦l quien hab¨ªa huido. A P¨¦rez apenas le dio el aliento para decir que s¨ª, que ¨¦l era el chofer y que no, no llevaba armas. Malherido, a?adi¨® que no pod¨ªa respirar. V¨¢zquez lo registr¨®, vio la sangre en su abdomen, pero, por m¨¢s que busc¨®, no encontr¨® su herida. Tampoco ning¨²n arma.
Entre V¨¢zquez y una compa?era llevaron a P¨¦rez con los otros, que estaban a unos pocos cientos de metros de all¨ª. La situaci¨®n era cr¨ªtica. Ellos dos y otros 22 polic¨ªas a las ¨®rdenes de la coordinadora de la polic¨ªa de Tamaulipas en esa parte de la frontera, Mayra V¨¢zquez Santillana, hab¨ªan atacado a balazos al convoy migrante. De los 19 que hab¨ªan quedado all¨ª, muchos estaban heridos y otros, ya muertos. No est¨¢ claro si se hab¨ªa tratado de una confusi¨®n o de qu¨¦, pero los polic¨ªas hab¨ªan disparado m¨¢s de 100 veces contra un grupo de personas indefensas. Aquello no pintaba bien.

V¨¢zquez y su compa?era dejaron a P¨¦rez junto a una de las dos camionetas que hab¨ªan interceptado, una Chevrolet Silverado. Un poco m¨¢s all¨¢ estaba la Sequoia, la que un mes antes hab¨ªa decomisado Migracion cerca de Monterrey. Junto a la Silverado estaban los jefes de V¨¢zquez, entre ellos la coordinadora V¨¢zquez Santillana y Horacio Rocha Nambo, jefe del Grupo de Operaciones Especiales, Gopes, de la polic¨ªa estatal en la zona. Del total de 24 agentes, 20 eran hombres de Nambo.
La Silverado era una camioneta con media cabina. La caja de atr¨¢s estaba descubierta. En la batea, V¨¢zquez vio un grupo de hombres heridos y otros muertos. Nambo le dijo que subiera a la caja a varias mujeres del grupo. V¨¢zquez les dijo que lo hicieran y ellas accedieron. En esas estaban cuando otro grupo de compa?eros aparecieron con Jes¨²s Mart¨ªnez. Dec¨ªan que lo hab¨ªan encontrado escondido en los matorrales. Cuando los vio, narraron, hab¨ªa agarrado su tel¨¦fono y lo hab¨ªa roto.
Entre Nambo y otro gopes empezaron a interrogar a Mart¨ªnez. Le preguntaban que para qui¨¦n trabajaba. V¨¢zquez, que se alej¨® un poco de ellos, alcanzaba a escuchar los golpes que le daban, aunque no las respuestas de Mart¨ªnez, si es que daba alguna. Acto seguido, el polic¨ªa escuch¨® varios disparos y, cuando gir¨® la vista, vio a Mart¨ªnez tendido en el suelo, boca abajo, la nariz enterrada en la tierra. Muerto. Despu¨¦s, todo pas¨® muy r¨¢pido. En alg¨²n momento, los polic¨ªas colocaron a P¨¦rez en el asiento del piloto de la Silverado. En alg¨²n momento, dispararon a los hombres y las mujeres que mor¨ªan o hab¨ªan muerto en la camioneta. En alg¨²n momento, les rociaron con gasolina. En alg¨²n momento, les prendieron fuego.
Un d¨ªa despu¨¦s, un socio de P¨¦rez, o de P¨¦rez y Mart¨ªnez, que hab¨ªa organizado parte del viaje desde las monta?as del sur de Guatemala, empez¨® a llamar a las familias de esos hombres y mujeres en esas mismas monta?as. Les dijo que todo hab¨ªa salido mal. Algunos de los migrantes eran muy j¨®venes, ten¨ªan toda la vida por delante, ten¨ªan sue?os, un prop¨®sito. Nadie llam¨® a la mujer de P¨¦rez, ni a la de Mart¨ªnez. Nadie llam¨® a sus padres, madres, hermanos, primos. A nadie le import¨®. Ellos ya eran los coyotes, los polleros, los traficantes.
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
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