La jueza Malpica y el extra?o caso de la tesis plagiada
Un marciano determinar¨ªa que el trabajo publicado en 1987 es la copia del presentado en 1985
Qu¨¦ extra?o es todo esto. Si dos tesis de licenciatura son pr¨¢cticamente id¨¦nticas y una es de 1985 y otra de 1987, ?qui¨¦n plagi¨® a qui¨¦n? Un ser llegado del planeta Marte aterrizado en M¨¦xico esta misma semana contestar¨ªa que el plagiador es el que public¨® con posterioridad y habr¨ªa que inferir inmediatamente que los marcianos tambi¨¦n poseen sentido com¨²n. Pero la realidad puede retorcerse tanto como se quiera, sobre todo si uno tiene superpoderes. Este peri¨®dico contaba el pasado mi¨¦rcoles que la ministra Yasm¨ªn Esquivel, quien public¨® la tesis con posterioridad, no plagi¨®, luego el plagiador ha de ser el primero que la escribi¨®. As¨ª lo ha determinado una sentencia de la jueza Mar¨ªa Magdalena Malpica Cervantes, que no parece apoyarse en el sentido com¨²n, sino en otros elementos de ¡°valor probatorio pleno¡±, por ejemplo, el an¨¢lisis de antig¨¹edad del papel, un par de testigos-amigos que dicen que la vieron escribirla y las firmas y el estilo de la autora. Edgar Ulises B¨¢ez Guti¨¦rrez, quien la public¨® en 1985 es ahora negado como autor verdadero y no particip¨® en el juicio. Dicen que estaba en ¡°rebeld¨ªa¡±. Tampoco se conocen las conclusiones de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM), escenario de este entuerto, porque Esquivel, ministra de la Suprema Corte, experta como nadie en procesos judiciales, ha logrado un recurso para que el veredicto universitario no pueda salir a la luz. Cu¨¢nta transparencia. ?A qu¨¦ le teme?
Las pruebas efectuadas al papel son tan fr¨¢giles como el papel mismo. Lo han dicho los expertos, el envejecimiento del papel se debe a causas tan tontas como la luz o el lugar de almacenamiento, y tampoco se sabe en qu¨¦ condiciones previas estaban esos papeles cuando se imprimi¨® en ellos. De sentido com¨²n.
Hay tambi¨¦n dos testigos que declararon haber visto a la ministra escribir la tesis y discutir sobre ella con sus amigos, ellos mismos. Nadie dice que no la escribiera, sino c¨®mo y en qui¨¦n se inspir¨® de una forma tan exhaustivamente detallada. De sentido com¨²n.
Las pruebas m¨¢s notorias y concluyentes no se han tenido en cuenta, como las decenas de p¨¢rrafos id¨¦nticos publicados con posterioridad, que es como se miden los plagios normalmente, o que la tesis primera era m¨¢s completa en el trabajo de campo del que luego se copiaron partes. Pero eso para la jueza es ¡°innecesario¡±.
Tampoco se han tomado en consideraci¨®n comportamientos posteriores de la ministra que hoy se conocen, como el plagio, de nuevo, de casi la mitad de la tesis con la que obtuvo el doctorado en 2009. En ese trabajo hay p¨¢rrafos id¨¦nticos publicados antes por otros 12 autores, entre ellos un exrector de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM); un exministro espa?ol de Cultura y un expresidente del Tribunal Supremo de Espa?a; un expresidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), as¨ª como juristas mexicanos, italianos, espa?oles y alemanes.
Con esta sentencia, la jueza Malpica ha abierto un camino infinito. Revisen todos los legajos de la antig¨¹edad, todos los libros de ayer y de ma?ana y resultar¨¢, siguiendo su peculiar sentido com¨²n, que Cervantes plagi¨® aquel Quijote de Avellaneda escrito nueve a?os despu¨¦s. O que hay alguien plagiando ahora mismo un bestseller que a¨²n no se ha escrito. Todo es posible a la luz de la justicia mexicana. Los marcianos somos nosotros.
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