¡®Bosques que se incendian¡¯, de Roberto Wong: el largo suplicio de los recuerdos
El autor tamaulipeco escribe sobre la forma en la que las personas viven y tratan de sobrevivir a trav¨¦s de lo que recuerdan. Un viaje ¨ªntimo y nost¨¢lgico sobre las trampas de la memoria
A Roberto Wong (Tamaulipas, 1984) se le ocurri¨® la idea de un edificio infinito del que era imposible salir y lleno de desconocidos que llegan y se van, cuando la pandemia de la covid-19 lo tom¨® por sorpresa en Dubai, en un hotel en el que sub¨ªa y bajaba todos los d¨ªas las escaleras de los 20 pisos ¡°para no volverse loco¡±. Ah¨ª, en esa especie de pausa compartida con la mayor parte de la humanidad, Wong record¨® algunas partes de la historia de su madre y esa especie de obsesi¨®n que ten¨ªa desde siempre por la memoria. Decidi¨® escribir Bosques que se incendian (Random House, 2023), un libro en el que a trav¨¦s de varios personajes atrapados en el Hotel Hilbert cuenta c¨®mo la memoria y los recuerdos de cada uno de ellos define la forma en la que sobreviven en un mundo limitado por muros y extra?os, sin tiempo y lleno de incertidumbres y dolor.
Si se busca en internet, el Hotel Hilbert se puede encontrar f¨¢cilmente. Se trata de un hotel infinito que es en realidad una paradoja matem¨¢tica; una construcci¨®n totalmente abstracta inventada por el matem¨¢tico alem¨¢n David Hilbert con la que intenta explicar el concepto de infinito. Un edificio infinito con habitaciones infinitas que recurre a la l¨®gica matem¨¢tica para plantearse situaciones tan sorprendentes como la llegada masiva de infinitos viajeros exhaustos en busca del descanso y la tranquilidad. Roberto Wong ha usado ese ejemplo complejo y did¨¢ctico para hablar ¡ªy hablarse a s¨ª mismo¡ª sobre los recuerdos, esa forma infinita de exploraciones que la mente humana ha ideado para refugio y castigo al mismo tiempo. ¡°La memoria tiene un correlato en nuestra piel: se recuerda bien lo que duele. Cada cicatriz, as¨ª, es relato anclado en el cuerpo; marcas y efectos sobre un territorio erosionado¡±, dice el autor en una de las p¨¢ginas de Bosques que se incendian.
Sus personajes tienen culpa, viven frustraci¨®n, arrepentimiento, est¨¢n cansados y hartos de ciertas decisiones de vida, experimentan el vaiv¨¦n de la memoria como si se tratara de un juego macabro en el que de un momento a otro la realidad cambiara totalmente. Rafael, Filiberto, Nina y el propio autor reflexionan sobre sus vidas, sus errores, sus man¨ªas en un lugar en el que no existe el tiempo. ¡°Esta transici¨®n de lo conocido a lo desconocido tiene que ver con la recuperaci¨®n de estos personajes de sus propios recuerdos. Es un hotel que tiene la particularidad de que es un sitio en el que la gente va a olvidar y los que no olvidan son precisamente los personajes de este libro¡±, cuenta el autor.
El tema de la memoria persigue a Wong desde hace m¨¢s de una d¨¦cada, cuando fue consciente de que aquella no era como un recipiente lleno de recuerdos gratos que contaban siempre tiempos mejores. Esa imagen ten¨ªa nombre y cara y una carga sentimental y personal que no pod¨ªa ignorar: ¡°Todo comenz¨® con la historia de mi madre; en su caso el regreso a la infancia siempre era bastante terrible porque tuvo una infancia muy dif¨ªcil llena de violencia. Entonces, esa primera situaci¨®n personal o familiar me hizo preguntarme, en realidad, si quiz¨¢s la memoria no es ese tesoro del que se habla todo el tiempo, ese caj¨®n en donde uno va atesorando instantes, sino que tambi¨¦n puede ser un lugar terrible¡±.
Wong, apellido que ha heredado de su abuelo paterno llegado a M¨¦xico desde China hace varias d¨¦cadas en busca de alcanzar San Francisco, es un trotamundos que se define a s¨ª mismo como ¡°un escritor desterritorializado¡±. Vive desde hace a?os en Barcelona, en Espa?a, pero sus sitios de residencia van desde Estados Unidos hasta los Emiratos ?rabes Unidos ¡ªen donde qued¨® atrapado al inicio del confinamiento por la pandemia¡ª. ¡°Me hace bien estar en Espa?a. Soy un escritor mexicano porque mis pulsiones y mis obsesiones son mexicanas y corresponden a un pasado que no se ha actualizado, que sigue afincado aqu¨ª en M¨¦xico. Pero por el otro lado, no participo de la continuidad del mundo literario. Entonces eso me hace estar m¨¢s estable¡±, cuenta.
En 2013, Wong empez¨® a escribir su primera novela, Par¨ªs D.F., con la que gan¨® el Premio Dos Passos en Espa?a, y que se otorgaba a autores que escrib¨ªan su primera novela. Pasaron diez a?os para que publicarasu siguiente t¨ªtulo. En Par¨ªs D. F. (Galaxia Gutemberg, 2015) el autor concibe a un Par¨ªs apareciendo sobre Ciudad de M¨¦xico, cuando a¨²n era el Distrito Federal, en una especie de superposici¨®n de los dos mapas de las dos ciudades. ¡°Par¨ªs D.F. se alimenta de cierta inconformidad. Yo siempre dec¨ªa que en el fondo ese libro era una novela sobre el fracaso de no poder convertirme en escritor¡±.
En Bosques que se incendian persiste una sensaci¨®n muy parecida a la claustrofobia, una desesperaci¨®n que se comparte con hombres y mujeres que caen en cuenta de que est¨¢n atrapados en un hotel que bien puede ser el laberinto de sus propias mentes, acosados por sus deseos, sus ¡°hubieras¡± y esa incertidumbre que acecha cotidianamente sobre c¨®mo ser¨¢ un futuro en el que las decisiones del presente y el pasado repercuten directamente. Hay tambi¨¦n referencias a las obras del chileno Roberto Bola?o, al uruguayo Filisberto Hern¨¢ndez, a Borges, o una menci¨®n honor¨ªfica a La promesa, de Silvina Ocampo que, para el autor, ¡°es la mejor novela latinoamericana en torno a la memoria¡±.
Para Wong, este libro ha sido un ejercicio muy personal que logra penetrar en las sensaciones de quienes le leen. ¡°Lo que quiero contar es c¨®mo reconciliamos el pasado y el presente. Sobre todo si pensamos que en el caso de los hombres, por ejemplo, ahora que nos hemos visto reflejados en muchos comportamientos, a partir del feminismo y dem¨¢s, quiz¨¢s no hemos sido la mejor versi¨®n de nosotros mismos en el pasado. O quiz¨¢s perdimos algo que hubi¨¦ramos deseado no perder¡±, dice. En uno de los di¨¢logos entre sus personajes, la idea de infinito sobrepasa ya los muros del matem¨¢tico hotel Hilbert, ya no se sabe si se trata de un sue?o o de una realidad hostil: ¡°Imagine al primer hombre en una cueva, y esa cueva como parte de una monta?a, y la monta?a como parte de una cordillera, a su vez un fragmento de espacio m¨¢s grande: la tierra, el sistema solar, el universo. Todo lo que contenemos, todo lo que nos contiene, no es sino una habitaci¨®n de un espacio m¨¢s grande, infinito¡±.
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