El clavadista, el vendedor y el taxista: el motor de Acapulco sigue a la espera del turismo
La ocupaci¨®n hotelera esta navidad ha sido del 5% en una ciudad costera que est¨¢ en pleno proceso de reconstrucci¨®n tras el hurac¨¢n ¡®Otis¡¯
En la plazoleta de La Quebrada el clavadista espera p¨²blico para saltar al agua desde 35 metros de altura; el comerciante de artesan¨ªas, clientes que quieran un recuerdo del lugar y el taxista, pasajeros que quieran moverse por la ciudad. Inm¨®viles, ellos ahora forman parte del paisaje de uno de los puntos m¨¢s visitados de Acapulco. Sus ingresos dependen de los turistas que llegan de los hoteles, que en Nochebuena solo estaban al 5% de su capacidad mientras sigue el proceso de reconstrucci¨®n. Poco a poco se cierran las heridas que abri¨® Otis, el hurac¨¢n de m¨¢xima categor¨ªa que lo arras¨® todo aquel 25 de octubre.
Cinco d¨ªas despu¨¦s de que pasaran los vientos de m¨¢s de 250 kil¨®metros por hora, cuando la ciudad costera parec¨ªa un campo de guerra, el presidente dijo que para navidad ya habr¨ªa puesto a Acapulco en pie. El optimismo se rebaj¨® y se prev¨¦ la recuperaci¨®n del enclave tur¨ªstico para marzo. En La Quebrada la realidad est¨¢ a medias entre el desastre vivido y las palabras de L¨®pez Obrador, despu¨¦s de m¨¢s de 61.000 millones de pesos de inversi¨®n.
Es d¨ªa de Nochebuena y la plaza luce limpia de escombros y hojas de palmera, pero un centro comercial que estaba entero a pesar de llevar doce a?os abandonado luce sin fachada, sin ventanas, sin puertas. A pocos metros del cascar¨®n, en una entrada que da al mirador de La Quebrada, el clavadista Alejandro Balanzar espera bajo un sol abrasador a que alg¨²n turista llegue para reservar el espect¨¢culo m¨¢s conocido de Acapulco. ¡°Yo soy clavadista desde los 14 a?os. 2009 fue el a?o que me consagr¨® como clavadista profesional¡±, dice ahora un hombre de 32 a?os.
Saltar desde un acantilado de 35 metros de altura hasta una peque?a entrada de mar es complicado. M¨¢s a¨²n tras el hurac¨¢n. ¡°La cosa ha estado dif¨ªcil. Volvimos a lanzarnos el nueve de diciembre¡±, explica Balanzar. Muchas exhibiciones tuvieron que ser canceladas por falta de gente. ¡°No menospreciamos al p¨²blico, pero tenemos que tener una cantidad m¨ªnima para garantizar el ingreso del clavadista. No podemos arriesgarnos solamente por una o dos personas¡±, se disculpa Balanzar. Antes de Otis hac¨ªan seis espect¨¢culos al d¨ªa con fuego y antorchas humanas para grupos de m¨¢s de 30 personas.
Duele que no haya espectadores. ¡°Mucha gente tiene la idea de que nada m¨¢s somos los t¨ªpicos chicos de playa que saltan y ya, pero detr¨¢s hay toda una log¨ªstica¡±, explica. La Asociaci¨®n de Clavadistas de Acapulco cuenta con 25 saltadores y otras 25 personas encargadas de tareas de administraci¨®n. ¡°Este lugar ha permitido que nuestras familias pueden salir adelante, tener un hogar, una vivienda¡±, resume Balanzar.
¡ª?C¨®mo se siente al lanzarse al mar despu¨¦s del hurac¨¢n?
¡ªVer que no hay tanto p¨²blico como para generar las ganancias nos entristece un poco. Pero a la hora de saltar no se piensa, es agradecer el tener una oportunidad de saltar.
De vuelta a la plaza, varios comerciantes esperan a que alg¨²n turista pase a comprar un recuerdo. En una hora solo se ha visto a dos. Para el vendedor Gilberto Cort¨¦s la situaci¨®n es ¡°muy triste¡±. El hombre de 57 a?os lleva desde los 13 dedicado a vender. Primero en la playa y ahora en La Quebrada, donde su puesto est¨¢ lleno de postales, imanes y m¨¢s souvenirs de Acapulco. Unos objetos que ahora solo le aseguran entre 100 y 200 pesos al d¨ªa. Lo peor es que tuvo que pedir los productos fiados. ¡°Tapamos [el puesto] con una lona amarrada con nailon, nunca pensamos que iba a pasar un hurac¨¢n de esa magnitud¡±, explica. El viento se le llev¨® toda la mercanc¨ªa.
Volvi¨® a su horario intempestivo de 9 de la ma?ana a 11 de la noche el s¨¢bado de la semana pasada. Pero no ha estado parado desde que pas¨® el hurac¨¢n. ¡°No hab¨ªa trabajo m¨¢s que arreglando all¨¢ nuestras casas que se desbarataron, all¨ª arranc¨® todos los techos. Como eran de l¨¢minas, todos se los llev¨®¡±, explica el hombre sobre su casa de La Sabana, a las afueras de Acapulco, desde donde viene cada d¨ªa en su bochito rojo -que sobrevivi¨® el hurac¨¢n- para trabajar. De las m¨¢s de 300.000 viviendas censadas, muchas siguen sin reconstruirse por la falta de obreros en la ciudad.
Al ¨²nico de la plaza que no le va tan mal es al taxista Jos¨¦ P¨¦rez. Antes del hurac¨¢n hab¨ªa mucha competencia. Ahora hay menos gente a la que recoger, pero al no haber casi colegas de profesi¨®n, el hombre de 52 a?os acumula muchos trayectos. ¡°Muchos compa?eros dejaron de trabajar porque en la costera sus carros se quedaron descompuestos. Ahora hacemos muy pocos viajes, y movemos a gente de Acapulco¡±, dice apoyado en su coche color azul y blanco. Tiene el cristal delantero un poco agrietado porque le cay¨® una l¨¢mina de fierro encima.
Hace unos cinco o seis viajes al d¨ªa. P¨¦rez compara la situaci¨®n con la vivida en 2020: ¡°En la pandemia estaba igual¡±. Aunque claro, el virus no dej¨® miles de edificios en ruinas y las ruedas de su taxi no se ¡°ponchaban nueve veces al d¨ªa¡± por los escombros y ¨¢rboles ca¨ªdos. En sus quinielas est¨¢ que Acapulco se recupere en uno o dos a?os.
El drama est¨¢ fuera
A La Quebrada apenas lleguen turistas. Pero la situaci¨®n que se vive en las colonias exteriores de Acapulco, donde vive la gente que trabaja para el visitante, es mucho peor. El mismo d¨ªa de Nochebuena barrios como Kil¨®metro Diecisiete, El Conchero o Bajos del Ejido luc¨ªan con viviendas sin techo y monta?as de escombros y basura.
En la colonia Jard¨ªn, nexo entre las zonas tur¨ªsticas de Pie de la Cuesta y el centro de Acapulco, muchas personas estuvieron esperando por el lote de electrodom¨¦sticos y muebles que da el Gobierno desde las 4 de la ma?ana. A las 7 de la tarde, en una fila de unas 100 personas frente a grandes camiones militares repletos de electrodom¨¦sticos embalados, Madai Garc¨ªa (35 a?os) sabe que la espera merece la pena. Va a recibir un colch¨®n, una estufa, una bater¨ªa, una licuadora y un refrigerador.
?C¨®mo se consigue este conjunto? ¡°El Gobierno hizo el censo casa por casa y todo el que fue censado tiene derecho a esto¡±, explica Garc¨ªa. A pesar de que va a recibir nuevos muebles y electrodom¨¦sticos, clarifica que en su casa ¡°casi no hubo da?os¡±. La fortuna le sonr¨ªe, tambi¨¦n ha mantenido su trabajo. Se desempe?a en una vidriera en la ciudad de los cristales rotos.
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