Las tres huidas de Magdalena
El caso de esta mujer tsotsil, atravesada por todo tipo de violencia, es un retrato preciso del desamparo estructural que sufren las mujeres ind¨ªgenas en M¨¦xico
Una colaboraci¨®n de
La vida de Magdalena es una huida constante. Esta mujer tsotsil nacida en un peque?o pueblo de Chiapas lleva luchando contra todo tipo de violencias desde los cinco a?os. Desde que su madrastra empez¨® a pegarle y su padre quiso casarla con un primo suyo mucho m¨¢s mayor. Desde que se qued¨® embarazada con 16 a?os y el padre de sus hijas le peg¨® tanto que perdi¨® la movilidad de la mitad de su cuerpo. Y desde que decidi¨® denunciar y la Fiscal¨ªa, tras un sinf¨ªn de obst¨¢culos, le dijo que no ten¨ªa suficientes heridas. Violencia familiar, de g¨¦nero e institucional. El caso de Magdalena, nombre ficticio por seguridad, es un retrato preciso del desamparo estructural que sufren las mujeres ind¨ªgenas en M¨¦xico.
La espiral comenz¨® con la muerte de su madre. Magdalena ten¨ªa cinco a?os y la nueva pareja de su padre, campesino, comenz¨® a maltratarla a ella y a su hermana. Aquello deton¨® la primera huida para vivir con su t¨ªa, donde pudo continuar la escuela primaria hasta el cuarto a?o. Pero en ese entonces, su padre la quiso casar con un familiar mucho mayor y Magdalena busc¨® refugi¨® con una se?ora que la acogi¨® por un tiempo. Mientras, pudo terminar la primaria en su comunidad, parte del municipio de San Juan Larr¨¢inzar.
Ya fuera de su pueblo, a los 12 a?os, su padre vuelve a querer casarla con un hombre 25 a?os mayor que ella. Por segunda vez, Magdalena huye rumbo a casa de una de sus hermanas en San Crist¨®bal de las Casas, una de las principales ciudades de Chiapas y destino habitual de la migraci¨®n ind¨ªgena procedente de las comunidades de alrededor. Chipas es una de los Estados mexicanos con mayor poblaci¨®n ind¨ªgena y mayores tasas de pobreza y marginaci¨®n para esta poblaci¨®n. En ese momento, Magdalena no sab¨ªa hablar espa?ol.
Junto a su hermana, retoma sus estudios de secundaria y en la escuela conoce al pap¨¢ de sus hijas. A los 14 a?os tiene un embarazo adolescente y la pareja deciden mudarse juntos. Ella empieza a trabajar haciendo aseo en casas. Recuerda que los primeros tres meses de embarazo la relaci¨®n de pareja no era mala pero, ante la presi¨®n econ¨®mica, la relaci¨®n se fue deteriorando y se torn¨® violenta. ¡°Me empez¨® a decir que yo ten¨ªa la culpa, que los hijos eran mi responsabilidad. Llegaron los golpes, los insultos feos, me dec¨ªa que yo no serv¨ªa para nada. Pens¨¦ que con el tiempo pod¨ªa cambiar, pero fue a peor¡±, cuenta Magdalena.
Tras m¨¢s de una d¨¦cada soportando maltrato, en 2019, rebasada ya por los actos de violencia en su contra y las amenazas, decide dejar su casa y huir por tercera vez en busca de protecci¨®n. Su primer recurso fue solicitar el auxilio al n¨²mero de emergencia 911. Con esa llamada comienza toda una odisea de irregularidades y desamparo institucional. Magdalena decide entonces acudir a la Fiscal¨ªa, en concreto a la dependencia de Justicia Ind¨ªgena, para realizar la denuncia correspondiente. La respuesta es que la polic¨ªa no contaba con personal suficiente y equipo necesario para patrullajes preventivos y permanentes. Otra de las respuestas, seg¨²n cuenta Magdalena, fue: ¡§La violencia familiar no es grave, no tiene suficientes heridas¡§.
A ra¨ªz de las agresiones, en septiembre del 2020 el cuerpo de Magdalena hab¨ªa sufrido una par¨¢lisis en la mitad derecha: su brazo, su pierna y su rostro quedaron inm¨®viles, estaba paralizada. Decidi¨® entonces volver a huir y dejar su casa. Pero ante la falta de dinero, ella y sus hijas tuvieron que regresar. Su expareja acud¨ªa al domicilio y las amenazaba con matarlas. Esta vez, Magadalena se neg¨® a huir y cambi¨® las cercas con muros. Todo sin ayuda alguna de las autoridades.
En ese momento comenz¨® a ser acompa?ada por la abogada Teresa Camacho, quien logra reactivar el caso en la Fiscal¨ªa Ind¨ªgena a?adiendo una denuncia por violaci¨®n de los derechos humanos ante a la falta de investigaci¨®n y medidas de protecci¨®n por parte de las autoridades. ¡§Denunciar es importante, pero muchas mujeres como yo no denuncian, lo dejan as¨ª porque no hay nada de avance mientras no tienes suficientes pruebas y te dicen que no procede¡§, dice Magdalena.
Las mujeres y las ni?as ind¨ªgenas enfrentan las peores formas de exclusi¨®n del sistema de Justicia debido a la inaccesibilidad geogr¨¢fica, ling¨¹¨ªstica, financiera y la discriminaci¨®n. En San Crist¨®bal de Las Casas hay catorce colonias en dicha situaci¨®n. La mayor¨ªa de las mujeres ind¨ªgenas no denuncian, y las que lo hacen sufren otra monta?a de vulneraciones a sus derechos: falta de traductores, falta protocolos en las polic¨ªas y la constante rotaci¨®n de personal. Para la abogada de Magdalena, el Estado es responsable por omisi¨®n al no intervenir en solucionar esos obst¨¢culos con base a los est¨¢ndares internacionales, de los que M¨¦xico es parte. Seg¨²n ONU Mujeres: ¡°Las mujeres y las ni?as ind¨ªgenas se ven afectadas de forma desproporcionada por la violencia de g¨¦nero, as¨ª como por la desigualdad y la discriminaci¨®n, y siguen teniendo un acceso limitado a la justicia, la educaci¨®n, el empleo decente y la atenci¨®n sanitaria simplemente por ser quienes son¡±.
Un reciente informe de la organizaci¨®n Melel Xojobal, que acompa?a procesos con ni?os y adolescentes de los pueblos originarios tsotsiles y tseltales se?ala que ¡§la violencia familiar es el delito m¨¢s com¨²n en Chiapas. En el caso de las ni?as y adolescentes mujeres, se a?ade el peso de la violencia de g¨¦nero¡±. Adem¨¢s, da cuenta de la disputa creciente entre los grupos criminales en la zona, que no hace sino empeorar la situaci¨®n. ¡§La violencia familiar es el delito m¨¢s com¨²n en Chiapas y la violencia de g¨¦nero se refleja en las 61.000 adolescentes casadas¡±, a?ade.
El sesgo criminal contra las mujeres y ni?as se observa tambi¨¦n analizando los datos de feminicidios en Chiapas. Del a?o 2015 al 2022, el 23,5% fueron contra ni?as y mujeres adolescentes, siendo 16 a?os la edad m¨¢s frecuente. San Cristobal de las Casas representa el primer lugar con 15 casos a lo largo de dicho periodo, 13 de ellos correspondientes a la poblaci¨®n tsotsil y tseltal. Adem¨¢s, 16 de los 17 municipios de los Altos, la zona del pueblo de Magdalena, se encuentran en Alerta por Violencia de Genero.
Pese a la infinidad de agravios, Magdalena resiste: ¡§Las mujeres como yo no somos escuchadas, pero despu¨¦s de todo lo que he pasado ahora quiero estudiar y luchar. Quiero traducir del tsotsil al espa?ol a las mujeres que son maltratadas por sus parejas, quiero ser traductora y que nos escuchen. No es justo vivir as¨ª¡±.
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