El SOS de las mujeres ind¨ªgenas
Ellas cargan el peso de los cuidados y los remedios en sus comunidades, y siguen sin estar presentes en la toma de decisiones y el dise?o de estrategias p¨²blicas contra la pandemia
Hay quienes se?alan que la igualdad de las mujeres en los sistemas de organizaci¨®n interna de muchos pueblos ind¨ªgenas era bastante m¨¢s desarrollada que en aquellos que actualmente se promueven en otras sociedades progresistas y modernas. Antes de la colonizaci¨®n en Am¨¦rica y otros continentes, el desarrollo de civilizaciones complementarias formaba parte de la cultura y riqueza de los pueblos originarios en los que dicha mezcla era la respuesta natural a la necesidad de sobrevivir.
El problema, quiz¨¢, surgi¨® m¨¢s tarde, cuando la occidentalizaci¨®n no aprob¨® estos sistemas donde las mujeres ten¨ªan un rol m¨¢s protag¨®nico que alcanzaba diversos ¨¢mbitos pol¨ªticos y sociales, dada la dominaci¨®n de la cultura de la sumisi¨®n y del patriarcado. As¨ª, arrasaron con todo lo que se encontraron en los procesos de colonizaci¨®n genocida. Destruir el papel de la mujer y acabar con cualquier tendencia de lo que hoy apuntamos como feminista fue una de las grandes prioridades de colonos y misioneros, como apuntaba la ONG Survival International en uno de sus trabajos, Hero¨ªnas Ind¨ªgenas, el pasado d¨ªa Internacional de la Mujer.
En 2020, las mujeres ind¨ªgenas de Am¨¦rica Latina y del Caribe se enfrentan a grandes problemas sociales, econ¨®micos, estructurales y de propia supervivencia como consecuencia de una triple subordinaci¨®n, totalmente asumida por la sociedad y con la complicidad activa de las propias organizaciones en muchos casos: por g¨¦nero, por su condici¨®n ¨¦tnica y por la clase a la que pertenecen (pobres o muy pobres). Seg¨²n explica la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en un informe publicado en 2017, los grandes problemas que enfrentan las ind¨ªgenas tienen que ver con la discriminaci¨®n estructural (incluso dentro de sus propios pueblos) y el sufrimiento de violencia sistem¨¢tica y generalizada en todos los ¨¢mbitos de su vida.
Una violencia f¨ªsica, sexual, psicol¨®gica y espiritual que busca anular de manera permanente a las mujeres, perpetuada con la impunidad y dificultad para acceder a los diferentes sistemas de justicia para denunciar las violaciones de derechos humanos que sufren de manera permanente. La discriminaci¨®n se produce tanto en los sistemas judiciales propios como estatales, basados en la subyugaci¨®n de la mujer frente al patriarcado dominante y en la perpetuaci¨®n de la situaci¨®n de las diferencias que ¡°deben¡± sufrir por ser mujeres, ind¨ªgenas y pobres. Esta visi¨®n dificulta el acceso a derechos econ¨®micos, sociales y culturales ¨Ddados los alt¨ªsimos ¨ªndices de analfabetismo¨D, e imposibilita el paso al mercado laboral o a los sistemas de salud y seguridad social, as¨ª como les niega permanentemente su rol como protectoras de la cultura y el conocimiento ancestral de los pueblos ind¨ªgenas.
Las mujeres ind¨ªgenas son, actualmente, las personas que mayor poder de incidencia tienen en el traslado de mensajes sobre la prevenci¨®n de la propagaci¨®n de la pandemia dentro de sus comunidades.
En la actualidad podr¨ªamos a?adir un problema m¨¢s: la pandemia. El coronavirus est¨¢ dejando a las mujeres ¡°tocadas y hundidas¡±. Las ind¨ªgenas son responsables de los cuidados de la familia y de los remedios ancestrales. El cuidado se realiza en el hogar, con plantas medicinales que solo ellas conocen y que se convierten en medicinas contra las afecciones m¨¢s comunes. Son, por ende, encargadas de salvaguardar los territorios, fuente de subsistencia y fuente de recursos de curaci¨®n. Ellas son la uni¨®n m¨¢s evidente entre biodiversidad y humanidad. Y, adem¨¢s, ejercen de comunicadoras y diseminadoras de todas estas pr¨¢cticas que se trasladan de generaci¨®n en generaci¨®n. Son, actualmente, las personas que mayor poder de incidencia tienen en el traslado de mensajes sobre la prevenci¨®n de la propagaci¨®n de la pandemia dentro de sus comunidades.
La digitalizaci¨®n ha hecho que las nuevas tecnolog¨ªas sean claves para la lucha contra la covid-19, que millones de campa?as sobre la prevenci¨®n contra los contagios que nos invaden hayan inundado las redes desde el pasado marzo. ?C¨®mo llegan estos mensajes a todas las que viven en territorios pr¨¢cticamente incomunicados? No llegan. Es verdad que las lideresas sociales con acceso a las nuevas tecnolog¨ªas est¨¢n realizando conferencias online, defendiendo la protecci¨®n de sus derechos, de sus vidas, a trav¨¦s del respeto de sus elementos, de sus pr¨¢cticas tradicionales, de sus actividades econ¨®micas y promoviendo una justicia real para ellas. Pero la realidad es que en las comunidades en general, pocas tienen acceso a dispositivos electr¨®nicos.
Estas mujeres son la prevenci¨®n, como la l¨ªder ind¨ªgena Yaquemilsa Matiashi. Desde enero, no ha podido volver a su comunidad, Camisea, en el Bajo Urubamba en el Per¨². Sali¨® entonces orgullosa de dar la vuelta al mundo en barco, gracias a una beca de una fundaci¨®n internacional, para difundir el mensaje del cuidado de la biodiversidad, de la defensa de sus derechos y el de los pueblos ind¨ªgenas. Al poco de salir, se declar¨® la pandemia y tuvo que refugiarse en Holanda hasta que pudo regresar a Per¨². Hoy todav¨ªa no ha podido acceder a su comunidad, ya que es una de las que han adoptado medidas m¨¢s radicales y no se permite el acceso a nadie que no estuviese dentro antes de la declaraci¨®n de la pandemia. Su principal preocupaci¨®n gira en torno a los problemas de las mujeres: las madres y cuidadoras est¨¢n absolutamente agotadas y devastadas ocup¨¢ndose de los cuidados de las familias y de las personas enfermas. El estr¨¦s que est¨¢n soportando trae secuelas f¨ªsicas, tales como la ca¨ªda del cabello, problemas de insomnio, ansiedad...
La pandemia ha agudizado un problema anterior: la violencia sexual intrafamiliar. El aislamiento ha convertido sus casas en c¨¢rceles. En estos momentos las mujeres est¨¢n realmente solas y su vulnerabilidad es total
La pandemia ha agudizado un problema anterior: la violencia sexual intrafamiliar. El aislamiento ha convertido sus casas en c¨¢rceles. En estos momentos las mujeres est¨¢n realmente solas y su vulnerabilidad es total, con sus hijos e hijas a¨²n m¨¢s desprotegidos. Yaquemilsa se desespera en el pensamiento de la elevaci¨®n del n¨²mero de abusos, y a¨²n m¨¢s cuando es consciente de que los recursos a los que ten¨ªan acceso han desaparecido. No tienen acceso a los servicios b¨¢sicos para la salud sexual reproductiva, ni a la justicia ni a otros elementos b¨¢sicos como la venta de las artesan¨ªas, las cuales les reportan la econom¨ªa que necesitan. Hablar de violencia a mujeres ind¨ªgenas es citar muchos tipos de la misma.
A pesar de ello, las ind¨ªgenas se han reorganizado ante la pandemia y sus estragos y siguen luchando permanentemente para no ser vistas simplemente como v¨ªctimas de violaciones de derechos humanos (que lo son), sino tambi¨¦n como actrices orgullosas de muchos de los logros que sus pueblos consiguen en esa materia. En el caso de Yaquemilsa han formado un grupo llamado Belleza Ind¨ªgena. Y no, no se refiere a las cualidades f¨ªsicas de sus cuerpos. En este grupo comparten sus secretos, sus conocimientos ancestrales y sabidur¨ªa transmitida de madres a hijas con cada generaci¨®n. Hablan de todos sus problemas: emocionales, violencias y enfermedades, entre otras. Esto hace que se sientan m¨¢s empoderadas, m¨¢s protegidas y comprendidas y, sobre todo, m¨¢s fuertes. Compartir las experiencias entre ellas es otra forma de denuncia, de sentimiento compartido y de cura grupal.
Esta estrategia es una de las miles que las ind¨ªgenas est¨¢n desarrollando ante el contexto actual al que se enfrentan. Siguen buscando un plan B. Todo ello quiz¨¢s no ser¨ªa necesario si fuesen reconocidas como sujetos de pleno derecho y pudiesen participar en la toma de decisiones y en el dise?o de las estrategias p¨²blicas. La CIDH se?ala en su ¨²ltimo informe sobre la Situaci¨®n de los derechos humanos de los pueblos ind¨ªgenas y tribales de la Panamazon¨ªa, la necesidad urgente de los Estados de velar por que se garantice la participaci¨®n de las mujeres en los procesos internos de toma de decisiones, a trav¨¦s de medios respetuosos de su derecho consuetudinario. Interesante llamada de atenci¨®n no solo para los gobiernos, sino tambi¨¦n para los sistemas internos ind¨ªgenas en los que las mujeres conviven. Para ellas, una compleja realidad en la que se debaten entre la raz¨®n y el coraz¨®n: ?c¨®mo cambiar los componentes patriarcales que las ahogan en sus sociedades sin amenazar el camino hacia la autonom¨ªa para gobernarse a s¨ª mismos?
Adriana Ciriza y Mikel Berraondo son expertos en Derechos Humanos y Pueblos Ind¨ªgenas y Empresas de la entidad AKUAIPA Transformation.
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