Seis meses despu¨¦s de ¡®Otis¡¯: Acapulco se lame las heridas
Uno de los destinos tur¨ªsticos m¨¢s importantes de M¨¦xico pelea por levantarse tras ser destruido por un hurac¨¢n de categor¨ªa cinco. En el centro de la reconstrucci¨®n se encuentran los esfuerzos de las comunidades y el apoyo del Gobierno
Todas las heridas est¨¢n al descubierto. Siguen los edificios en los huesos. Los grandes hoteles convertidos en carcasas. Nada separa al hombre que mira el mar desde su departamento: ni paredes ni cristales. Los escombros vigilan, reunidos en las veredas, el tr¨¢nsito de los coches y los militares. Pero ya est¨¢ limpia la arena de la playa y todas las franquicias gritan con carteles: ¡°?Ya abrimos!¡±. Ha vuelto el pozole para el jueves y el transporte p¨²blico, se hacen m¨ªtines en el Z¨®calo y se amarran en la bah¨ªa de nuevo algunos yates. Han pasado seis meses desde que Otis, un hurac¨¢n de categor¨ªa cinco, devast¨® a la joya tur¨ªstica del Pac¨ªfico, y ya todos responden: ¡°Ah¨ª vamos, lento, pero vamos¡±. En el camino quedaron los 52 muertos y la b¨²squeda de los 32 desaparecidos, la falta de agua y la destrucci¨®n de las escuelas, los picos de dengue y las enfermedades respiratorias por recoger lodo con las manos, los saqueos, tambi¨¦n las despensas, los refris nuevos que regal¨® el Gobierno, el Open Tenis, el Tianguis Tur¨ªstico y la Convenci¨®n Bancaria, el fin de la emergencia. Han pasado 180 d¨ªas y las heridas todav¨ªa suenan: Acapulco es ahora una ciudad en construcci¨®n.
Ya no habr¨¢ m¨¢s Otis. La Organizaci¨®n Meteorol¨®gica Mundial retir¨® su nombre de la lista para pr¨®ximos huracanes, lo sustituy¨® por Otilia. El apodo se queda ya pegado para siempre a la costa de Guerrero. Otis entr¨® en Acapulco a las 00.25 horas del 25 de octubre de 2023. Hac¨ªa solo 12 horas que era una tormenta, seis desde que era un hurac¨¢n de categor¨ªa cinco en la escala Saffir-Simpson, la m¨¢xima, lo que significa que sus vientos superaban los 250 kil¨®metros por hora. Era martes en la noche antes de un puente. No estaban llenos los hoteles, la mayor¨ªa de las personas dormitaban en sus casas, los marineros cuidaban de los barcos. Las im¨¢genes tras el impacto del hurac¨¢n en esta ciudad de casi un mill¨®n de habitantes hablaban de desastre. Durante los primeros d¨ªas se repet¨ªa la pregunta: ?era posible recuperar Acapulco?
Minerva V¨¢zquez ordena las tapas de los guisados a un costado del bulevar de las Naciones, en Punta Diamante. Regres¨® a vender comida hace apenas unas semanas, le ha costado recuperar el dinero para volver a montar su puesto de lona y platos y sillas de colores. ¡°Volvimos a nacer, es como si hubiera sido un sue?o, una pesadilla m¨¢s que nada¡±, dice la cocinera, de 46 a?os. Su casa de adobe compacto y l¨¢mina se deshizo con el hurac¨¢n, solo les qued¨® la ropa que llevaban puesta. Recibi¨® de apoyo del Gobierno 35.000 pesos, unos 2.000 d¨®lares, y un paquete de electrodom¨¦sticos: un refrigerador, una estufa, una licuadora, un juego de sartenes y cacerolas. Esa es la ayuda general que se dio a 250.000 familias, seg¨²n la Administraci¨®n de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Todas las personas a las que este peri¨®dico pregunt¨® en Acapulco la hab¨ªan recibido en su casa.
En los primeros d¨ªas que siguieron al desastre, la respuesta del Gobierno fue lenta, torpe, desorganizada. Tardaron m¨¢s de 72 horas en repartir las primeras ayudas. La ciudad fue presa de los saqueos mientras escaseaba la comida y no hab¨ªa agua ni luz ni red telef¨®nica ni internet ni gasolina. En un Acapulco lleno de errantes y desesperaci¨®n, el hurac¨¢n amenazaba con ser el gran reto del ¨²ltimo a?o de L¨®pez Obrador en el poder. El Ejecutivo enfil¨® entonces una estrategia de recuperaci¨®n que inclu¨ªa m¨¢s de 61.000 millones de pesos (unos 3.600 millones de d¨®lares) entre ayudas, becas, pr¨¦stamos y exenciones de impuestos. Seis meses despu¨¦s, son muchos los que ya olvidaron c¨®mo empez¨® todo. ¡°El presidente se port¨® como un padre¡±, dice V¨¢zquez.
El mensaje se repite en distintos puntos. Antonio Valedes lleva 22 de sus 63 a?os rentando camastros y sombrillas en la playa El Morro de Acapulco. El hurac¨¢n dej¨® su negocio ¡°devastado¡±, pero los 45.000 pesos (unos 2.600 d¨®lares) que recibi¨® del Gobierno le sirvieron para comprar de nuevo los toldos y las sillas, reponer las l¨¢minas y las maderas de la estructura. ¡°M¨¢s que perfecto¡±, dice contento mientras espera a primera hora la llegada de turistas. Sin embargo, ese apoyo, que subi¨® hasta los 60.000 para otros establecimientos seg¨²n los da?os, se ha quedado corto para negocios m¨¢s grandes. Rosa y Roc¨ªo regentan un tradicional restaurante de marisco cerca de la Marina. Otis se lo llev¨® todo, incluyendo la gran palapa que lo cubr¨ªa. ¡°Cuesta m¨¢s de 350.000 pesos, con el apoyo no nos da para nada y los pr¨¦stamos que iba a dar el Gobierno se quedaron en el limbo¡±, protestan las propietarias.
El Acapulco de los hoteles
Esa misma queja la mantiene Elena Santiago, la administradora del m¨ªtico hotel Flamingos. El que fue el escondite de la pandilla de Hollywood, que encabezaba el actor Johny Weissmuller, en lo alto de los acantilados de Acapulco, se convirti¨® en zona de desastre. ¡°Cuando llegu¨¦ y lo vi, me sent¨¦ y me ech¨¦ a llorar¡±. Se cayeron los muros fucsias, las caba?as, los techos y los ¨¢rboles. ¡°El Gobierno me dio 8.000 pesos para limpieza y 60.000 de apoyo, ?qu¨¦ hago con eso para semejante hotel?¡±, dice la gerente, sentada ahora en una mesa rosa con espectaculares vistas al mar. Lo consiguieron, apunta, gracias a sus trabajadores, a su familia y a la comunidad. ¡°Llegaron brigadas con motosierras para cortar los ¨¢rboles ca¨ªdos. Empezamos a rehabilitar primero el restaurante para vender pozole, que es nuestro fuerte, y de ah¨ª lo que se iba ganando se iba reinvirtiendo tambi¨¦n¡±. Del aljibe de la piscina sacaron el agua los primeros meses. ¡°Miro hacia atr¨¢s y no s¨¦ c¨®mo hemos llegado hasta aqu¨ª, pero s¨ª te digo que gracias al Gobierno no¡±. El hotel, despu¨¦s de una inversi¨®n de unos 800.000 pesos tras el hurac¨¢n, est¨¢ al 75%. La casa que ocup¨® el Tarz¨¢n de Acapulco sigue vac¨ªa.
El hurac¨¢n da?¨® el 80% de los hoteles de la ciudad costera, que es el motor del Estado. La m¨¢quina que hace rodar a la segunda entidad m¨¢s pobre de M¨¦xico ¡ªdonde el 25% de la poblaci¨®n est¨¢ en la extrema pobreza¡ª se alimenta del turismo. ¡°El panorama es complicado¡±, dice Jos¨¦ Luis Smither, presidente de la Asociaci¨®n de Hoteles y Empresas Tur¨ªsticas de Acapulco (AHETA), ¡°hay hoteles que fueron muy da?ados, que no estaban cubiertos con su seguro, y que han estado trabajando con sus propios recursos, ahorita Acapulco est¨¢ en una franja de lucha para reponerse de este fen¨®meno¡±. De los 43 hoteles de la asociaci¨®n est¨¢n operando 28, 3.000 de las 10.000 habitaciones. Smither, que defiende la ¡°generosidad del Gobierno federal¡±, augura: ¡°Para octubre esperamos tener todos al 100%. Acapulco se quiere levantar, pero a¨²n le queda mucho¡±.
La destrucci¨®n no afect¨® a todos por igual. El escenario de Punta Diamante parece el mismo que hace seis meses: las altas torres de condominios peladas, los desperdicios esperando en las entradas. ¡°Hace apenas un mes que terminaron de limpiar la calzada¡±, dice Sandra mientras prepara una gordita para algunos trabajadores de la construcci¨®n. Muchos han venido desde Ciudad de M¨¦xico, para acelerar el trabajo, porque en Acapulco faltaban los materiales, la mano de obra. Uno de ellos es V¨ªctor Izquierdo, quien trabaja reconstruyendo el Princess. Uno de los hoteles m¨¢s representativos de Acapulco no ha podido albergar en estos d¨ªas a la Convenci¨®n Bancaria, porque pese a estar durante tres meses 600 alba?iles en jornadas maratonianas solo han rehabilitado por completo una de sus torres. ¡°Esto estaba como una zona de guerra¡±, apunta Izquierdo, que ha trabajado en construcci¨®n 30 a?os, ¡°nunca hab¨ªa visto nada as¨ª¡±.
La vida despu¨¦s del hurac¨¢n
Rosa Marta Torres entorna algo desconfiada la puerta, tambi¨¦n fue as¨ª hace seis meses. Entonces, esta mujer ya jubilada se disculpaba ¡ªfrente a un suelo limp¨ªsimo, reci¨¦n trapeado¡ª del estado en que hab¨ªa dejado Otis su casa. Cuidaba de sus dos nietos y no hab¨ªan salido de la vivienda en tres d¨ªas, desde que lleg¨® el hurac¨¢n. Quer¨ªa avisar a su hija, que trabaja de enfermera en Ciudad Ju¨¢rez, de que estaban bien. Lo logr¨® y a los meses, unos d¨ªas antes de Navidad, en un viaje de 36 horas en autob¨²s, fue a llevarle a los ni?os. ¡°Fue por la escuela, no hab¨ªa clases aqu¨ª para cuando yo los lleve¡±, apunta. El hurac¨¢n da?¨® m¨¢s de 1.200 escuelas, lo que dej¨® sin clase a casi 300.000 menores. En enero solo el 50% de los planteles educativos hab¨ªan abierto. La secretaria de Educaci¨®n federal, Leticia Ram¨ªrez, anunci¨® el 15 de febrero que el 95% ya estaban listas. Sin embargo, las familias refieres los horarios reducidos, las instalaciones todav¨ªa da?adas. La organizaci¨®n Save The Children acaba de alertar que, meses despu¨¦s del hurac¨¢n, se siguen sin garantizar la educaci¨®n para los ni?os en Guerrero.
Tambi¨¦n la cultura qued¨® en un par¨¦ntesis. El hurac¨¢n da?¨® cinco de los siete centros culturales de la ciudad, que apenas abren a trompicones. Tambi¨¦n acaban de abrir, hace una semana, las dos zonas arqueol¨®gicas del Estado. Mientras, Acapulco sigue sin cines, se acabaron la mayor¨ªa de las librer¨ªas. No hay tampoco teatro, aunque s¨ª se han organizado cuatro conciertos en estos meses, relata el periodista cultural Miguel Ben¨ªtez, que lleva el portal P¨¢gina Zero. ¡°Es una desolaci¨®n cultural lo que existe ahora en Acapulco y Acapulco era donde rebotaba todo el Estado. La sensaci¨®n es de des¨¢nimo total porque no hay apoyo para el sector cultural¡±, se?ala Ben¨ªtez, que lanza al aire: ¡°?Qu¨¦ ha hecho el Gobierno del Estado en estos seis meses por los artistas, los creadores, los escritores? Literalmente nada¡±.
El impacto del hurac¨¢n dej¨® una profunda crisis sanitaria. Lo m¨¢s urgente fueron las lesiones y heridas que dej¨® el hurac¨¢n. Despu¨¦s llegaron las consecuencias de la falta de agua potable y refrigeraci¨®n: diarreras, dermatitis, infecciones en la piel. A los dos meses siguien las infecciones urinarias y vaginales. Tambi¨¦n uno de los grandes peligros: el dengue. Los mosquitos aedes aegypti encontraron en las enormes cantidades de agua acumulada el terreno perfecto para proliferar. Sus picaduras dispararon los casos de dengue en Acapulco, las hospitalizaciones de ni?os. ¡°Simult¨¢neamente a la ocupaci¨®n hospitalaria por el descontrol de enfermedades cr¨®nicas, como la diabetes, porque hab¨ªa varios medicamentos que por la urgencia al principio no estaban¡±, explica Giorgio Franyutti, director de la ONG Medical Impact, que ha atendido a 3.000 personas de Acapulco y Coyuca de Ben¨ªtez en estos seis meses. ¡°Despu¨¦s vimos las enfermedades respitarorias causadas por la quema de basura, por el polvo, por el lodo que sacaron en comunidades con sus propias manos. Cuando lleg¨® el calor fue la deshidrataci¨®n y la desparasitaci¨®n¡±, a?ade Karina Hern¨¢ndez, coordinadora de atenci¨®n de desastres naturales de la ONG.
La organizaci¨®n m¨¦dica se encontr¨® con un problema a?adido: la seguridad. ¡°El impacto del crimen organizado se ha disparado dram¨¢ticamente. Ahora solo tres ONG segu¨ªamos en el terreno, pero nosotros vamos a tener que pausar las brigadas hasta despu¨¦s de las elecciones, porque la respuesta estatal al crimen organizado es baja, no hay consecuencias y eso nos pone en una situaci¨®n de peligro y vulnerabilidad¡±, resume Franyutti. Acapulco est¨¢ blindada. Los camiones militares se suceden sin parar por las avenidas. Desde el hurac¨¢n se han quedado 10.000 integrantes de la Guardia Nacional de forma fija y se han formado 38 cuarteles nuevos. Sin embargo, las balas silban de nuevo. Los ejecutados se acumulan. Las palizas a conductores de transporte, los asesinatos de taxistas. Acapulco es, todav¨ªa, un bot¨ªn.
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