Slim y Larrea, tan ricos como la mitad m¨¢s pobre de los latinoamericanos
Un reciente informe de Oxfam nos cuenta, por ejemplo, que una persona promedio de la regi¨®n deber¨ªa trabajar 90 a?os para ganar lo mismo que gana un milmillonario en un solo d¨ªa
En M¨¦xico hay un se?or mayor que tiene telef¨®nicas, tabacaleras, mineras, financieras, hoteleras, papeleras, barrios enteros, un buen trozo del New York Times, un museo, 82 a?os, alg¨²n diente de oro, 300.000 personas trabajando para ¨¦l, m¨¢s de 100.000 millones de d¨®lares. Y all¨ª mismo hay otro menor que tiene minas, petr¨®leo, trenes, cines, constructoras, edificios, centros comerciales, mucho pelo, cataratas de corbatas, 70 a?os y unos 30.000 millones de d¨®lares. Se llaman Carlos Slim y Germ¨¢n Larrea y seguramente son dos se?ores muy simp¨¢ticos, sus trajes impecables. Son, tambi¨¦n, los dos ricos m¨¢s ricos de Am¨¦rica Latina y entre los dos re¨²nen unos 130.000 millones de d¨®lares: es la misma cantidad que posee la mitad m¨¢s pobre de los latinoamericanos, 334 millones de personas. La igualdad, nos ense?aron en la escuela, es simple: 1=1, 2=2... La desigualdad puede ser m¨¢s complicada: 334.000.000=2. Si alguien quisiera resumir qu¨¦ significa la famosa desigualdad latinoamericana podr¨ªa usar esa f¨®rmula directa: 334.000.000=2.
Aunque quiz¨¢s habr¨ªa que repensarlo: a menudo nos tranquiliza imaginar la desigualdad como n¨²meros, esquemas, dibujitos. Pero la desigualdad es, en realidad, muchos millones de personas ¨Cmuch¨ªsimas personas¨C que, d¨ªa tras d¨ªa, no pueden curar sus enfermedades, educar a sus hijos, darles de comer: que no viven las vidas que merecen. Este informe de Oxfam nos cuenta, por ejemplo, que una persona promedio de la regi¨®n deber¨ªa trabajar 90 a?os para ganar lo mismo que gana un milmillonario en un solo d¨ªa.
Lo sabemos, lo olvidamos: Latinoam¨¦rica es la regi¨®n m¨¢s desigual del mundo. Los n¨²meros son concluyentes: el uno por ciento m¨¢s rico de Am¨¦rica latina concentra casi 55 veces m¨¢s riquezas que su mitad m¨¢s pobre; en la Uni¨®n Europea el uno por ciento m¨¢s rico concentra siete veces m¨¢s que su mitad m¨¢s pobre. Eso significa que Am¨¦rica Latina es ocho veces m¨¢s desigual que Europa; la pregunta que queda es por qu¨¦.
Una de las respuestas es que, en estos d¨ªas idiotas, a muchos les parece normal que dos personas tengan los mismos bienes que 334 millones: es un logro cultural extraordinario, aquello que apuntaba el billonario chistoso Warren Buffet cuando dec¨ªa que s¨ª hab¨ªa existido la lucha de clases y que su clase la hab¨ªa ganado.
Pero la respuesta b¨¢sica la tiene, como tantas veces, el doctor Pero Grullo: Latinoam¨¦rica es la m¨¢s desigual porque puede. O, mejor: porque los ricos latinoamericanos pueden. Estos se?ores viven, desde siempre, de la extracci¨®n y exportaci¨®n de materias primas ¨Coro, plata, bananas, carne, soja, caf¨¦, coca, cobre, trigo, petr¨®leo, az¨²car, litio y tantas m¨¢s. En esas explotaciones no se precisa mano de obra numerosa ni muy calificada: los ricos latinoamericanos no necesitan a sus pobres para trabajar. Y, como sus productos se exportan, su mercado interno les importa poco: los ricos latinoamericanos no necesitan a sus pobres para consumir. Si no los necesitan para trabajar ni para consumir pueden darse el lujo de mantenerlos en la pobreza y la marginalidad. Pueden permitirse tanta desigualdad.
Para lo cual precisan, sobre todo, a los estados. Los ricos latinoamericanos suelen quejarse de que pagan muchos impuestos y sus estados no les proveen ¨Ccomo s¨ª en Europa¨C salud, educaci¨®n, seguridad. Dicen ¨Cy es cierto¨C que ellos les compran esos servicios a empresas privadas y que por qu¨¦ deber¨ªan pagar impuestos a un Estado que no les sirve para nada. Es ceguera o cinismo: lo que compran cuando pagan impuestos es su seguridad. Pagan para que sus estados contengan a esos pobres, les impidan arrasar con todo: si es posible, con subsidios y d¨¢divas; si es necesario, con la fuerza.
Pero para eso, creen, alcanza con poquito. Por eso sus impuestos sobre la renta personal, son ¨Cen promedio¨C los m¨¢s bajos del mundo, y se redujeron a la mitad en las cuatro ¨²ltimas d¨¦cadas. Y, a¨²n as¨ª, los eluden con facilidad. El informe de Oxfam muestra que en toda la regi¨®n la mitad m¨¢s pobre entrega un 45% de su escaso dinero en impuestos; el uno por ciento m¨¢s rico no llega a pagar el 20%.
Para que los m¨¢s pobres puedan recibir las atenciones que merecen ¨Cpara aminorar la desigualdad¨C Oxfam propone, entre otras cosas, un impuesto a las grandes fortunas. Sus n¨²meros son claros: 2% anual sobre el patrimonio neto para los que tienen m¨¢s de 5 millones de d¨®lares, 3% para los que tienen m¨¢s de 50 millones y 5% para los que tienen m¨¢s de 1.000 millones. Es lo que se?ores como Javier Milei llaman la ¡°aberraci¨®n de la justicia social¡±, un ¡°robo a mano armada¡±. En el robo m¨¢s brutal, si alguien tiene 1.000 millones y entrega 50, todav¨ªa le quedan 950 millones: suficiente para comer casi todos los d¨ªas ¨Cy preservar la desigualdad.
Pero estos impuestos, sin perjudicar seriamente a nadie, recaudar¨ªan m¨¢s de 60.000 millones de d¨®lares al a?o, que alcanzar¨ªan para acabar con el hambre en la regi¨®n ¨Cy tantos otros logros. Si estos ricos fueran astutos lo har¨ªan: les conviene entregar una peque?a porci¨®n para guardarse el pastel y seguir disfrut¨¢ndolo en paz. Porque esta desigualdad extrema est¨¢ haciendo que muchos millones de latinoamericanos desprecien la democracia: ?c¨®mo esperar que la defiendan cuando es un sinf¨ªn de privilegios y diferencias, cuando no es sino el sistema en que viven vidas desdichadas?
La desigualdad no es solo un problema ¨¦tico: produce m¨¢s hambre, m¨¢s sufrimientos, m¨¢s violencia, y ese cabreo que sienten millones. Por ahora esos ricos se las arreglan para canalizarlo: han podido inventar e imponer personajes que critican el sistema pol¨ªtico mientras profundizan las diferencias econ¨®micas, pero el truco no va a durarles para siempre ¨Cy, entonces, extra?ar¨¢n aquellos tiempos en que podr¨ªan haber cedido algo para conservarlo casi todo.
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