Diego Z¨²?iga: ¡°La dictadura no solo rompi¨® el pa¨ªs sino tambi¨¦n la lengua¡±
El escritor chileno publica ¡®Tierra de campeones¡¯, una novela inspirada en la historia de un campe¨®n de caza submarina con el Chile de Allende y Pinochet como tel¨®n de fondo
La leyenda cuenta que fue el primero en descubrir cuerpos de desaparecidos arrojados en sacos al fondo del mar. Campe¨®n mundial de caza submarina en 1971, Ra¨²l Choque se encontr¨® de frente con el horror una de las tantas veces que se sumergi¨® en el agua: la dictadura chilena hab¨ªa convertido en una fosa com¨²n el que hasta entonces hab¨ªa sido su hogar. Puede que aquella experiencia le hiciera enmudecer o puede que sea simplemente eso, una leyenda, lo cierto es que ¨¦l nunca quiso hablar del tema y lo neg¨® o lo esquiv¨® cuando alg¨²n periodista le pregunt¨® por ello. ¡°Yo era chico, y es muy impactante escuchar eso. Estuve muchos a?os pensando en si hab¨ªa que escribir algo¡±, explica el escritor, editor y periodista chileno Diego Z¨²?iga (Iquique, 1987), oriundo de la misma regi¨®n en donde Choque se convirti¨® en campe¨®n. Casi una d¨¦cada despu¨¦s de comenzar a rumiar esa historia e inspirado por este episodio, termin¨® de escribir Tierra de campeones (Random House), su tercera novela.
¡°Su silencio me parec¨ªa muy curioso. Ese fue mi primer impulso para desear escribir esta historia, pero uno propone y el texto dispone¡±, reconoce Z¨²?iga, que est¨¢ de visita en Ciudad de M¨¦xico para presentar el libro. El mito dio paso a la imaginaci¨®n y su inquietud se desplaz¨® hacia esos individuos que reclamaban cobrar vida. Pronto se le aparecieron Chungungo Mart¨ªnez, el buzo que protagoniza su ficci¨®n, la Caleta Negra y una familia de pescadores poco ortodoxa que lo acogen en ella y que forman una comunidad vital para el desarrollo de su personaje principal. ¡°Cuando uno viene de una clase social no privilegiada¡±, se?ala, ¡°la comunidad tiene un lugar mucho m¨¢s preponderante. No es una idea, es una realidad, porque t¨² sabes que est¨¢s solo y necesitas al otro, y el otro tambi¨¦n te necesita¡±.
La configuraci¨®n de esa comunidad estaba estrechamente ligada al espacio en el que se desarrolla la historia, el Iquique natal de Z¨²?iga, que es el otro gran protagonista de la novela. El escritor dej¨® la ciudad cuando ten¨ªa 12 a?os, pero nunca ha podido salir de ah¨ª desde la ficci¨®n. Sus dos novelas anteriores, Camanchaca (2009) y Racimo (2014), tambi¨¦n transcurren all¨ª, siempre en una ¨¦poca distinta a la actual. ¡°Trato de salir, pero no puedo. La escritura ha sido b¨¢sicamente intentar volver a ese espacio, pero ya no es la ciudad de la que escribo. Ha cambiado tanto que para m¨ª es como una ficci¨®n, aunque mantiene esa sensaci¨®n como de lugar suspendido en el tiempo¡±, incide.
La repentina mudanza del escritor a la capital facilit¨® su encuentro con la literatura: algo ten¨ªa que hacer en los largos trayectos hasta el colegio en un entorno en el que todav¨ªa se sent¨ªa solo. ¡°Los libros se terminaron convirtiendo en una suerte de refugio¡±, recuerda. La escritura lleg¨® de forma natural casi simult¨¢neamente, a los 15 o 16 a?os, animado por alg¨²n profesor y otros compa?eros que le¨ªan y escrib¨ªan con ¨¦l. ¡°Muy r¨¢pido me di cuenta de que yo quer¨ªa hacer eso para siempre¡±, admite. Eso tambi¨¦n marc¨® una visi¨®n de la literatura que para ¨¦l es siempre colectiva, pues leer o escribir son solo la primera parte del proceso, luego llega la conversaci¨®n.
Para el chileno, los lugares determinan la forma de ser y de mirar el mundo, ¡°sobre todo cuando son paisajes tan singulares¡±, por eso le resulta imposible escribir algo que no est¨¦ previamente situado en alguna parte. En la regi¨®n norte?a en la que creci¨® est¨¢n el mar, el desierto y un cerro que amuralla el lugar en una combinaci¨®n tan improbable como real; un espacio aislado geogr¨¢ficamente pero tambi¨¦n culturalmente; un ¡°territorio de alegr¨ªas peque?as, in¨²tiles, ciegas¡±, describir¨¢ en el libro.
Su otra obsesi¨®n ser¨¢ encontrar al narrador, un amigo de la infancia de Chungungo que le pierde la pista en cuanto se muda a la caleta, aunque sigue sus ¨¦xitos como si fueran propios. ¡°Pienso mucho en qui¨¦n cuenta la historia, siento que quien la cuenta determina lo que va a ocurrir¡±, confiesa: ¡°Y uno tiende a pensar que el que la tiene que contar es el que mejor la conoce, y yo creo que no necesariamente. Me interesaba que no tuviera acceso a todo, que tuviera que elucubrar¡±, explica.
Comunidad, espacio y narrador configuran un paisaje perfecto para explorar la dimensi¨®n pol¨ªtica de una historia que se va empapando de ella desde la intimidad de las relaciones afectivas. La pol¨ªtica act¨²a como una intuici¨®n, un murmullo de fondo al que el protagonista no presta mucha atenci¨®n, pero que termina por arrollarlo cuando el ruido irrumpe con toda su fuerza. ¡°Detr¨¢s de las risas y el entusiasmo acechaba, siempre, algo parecido al espanto¡±, escribe Z¨²?iga, al que no le interesaba tratar lo pol¨ªtico desde lo expl¨ªcito sino m¨¢s bien desde lo cotidiano, atendiendo a c¨®mo nos transforma en los diferentes niveles.
Van pasando las p¨¢ginas y los a?os y con ellos se advierte la llegada al poder del socialista Salvador Allende, m¨¢s tarde el golpe de Estado militar, despu¨¦s la dictadura pinochetista. Cambios profundos que sin embargo van calando poco a poco y sutilmente una atm¨®sfera retratada con un lenguaje contenido pero no carente de emoci¨®n, un espejo de la personalidad reservada del buzo que aprendi¨® a nadar en un r¨ªo en mitad del desierto.
¡°Hay un momento en que estoy escribiendo el borrador y ocurre la revuelta en Chile de 2019, y al comienzo me qued¨¦ en silencio en t¨¦rminos de escritura, porque la calle estaba afuera, sal¨ªamos, protest¨¢bamos, estaba vivo eso, pero yo dec¨ªa: ?qu¨¦ pueden hacer las palabras con esto? ?Por qu¨¦ estoy escribiendo esta novela si est¨¢ pasando esto?¡±, relata el escritor. Poco a poco fue d¨¢ndose cuenta de que el Chile de Allende y el de Pinochet compart¨ªan muchos lazos con el actual; que hablar del pasado era una forma de hablar del presente. ¡°Yo nac¨ª a finales de los 80, la idea de salir a la calle y ver una suerte de efervescencia pol¨ªtica muchos no la hab¨ªamos vivido realmente. Quiz¨¢ con las protestas estudiantiles de 2006 y 2010, pero esto era distinto, hab¨ªa una energ¨ªa muy similar a la de entonces con la Unidad Popular, y yo sent¨ªa que en el libro estaba eso¡±, apunta.
Las preparaciones para la conmemoraci¨®n de los 50 a?os del golpe terminaron de convencerlo de que se trataba de un libro profundamente actual. ¡°La derecha plante¨® el discurso de que el golpe era inevitable. Y no, nunca un golpe es inevitable, siempre es evitable¡±, denuncia: ¡°Por eso volver a pensar ese tiempo me parece importante, pensar c¨®mo se relacionaba el mundo, cu¨¢l era esa manera de hacer comunidad que la dictadura rompi¨® y borr¨®¡±.
Para retratar ese mundo que se perdi¨®, Z¨²?iga recurri¨®, sobre todo, a la poes¨ªa, un talento para el que pronto descubri¨® que no val¨ªa ¡ª¡°fue un poco traum¨¢tico¡±¡ª pero que no le impidi¨® seguir disfrutando de su lectura y tratar de robar algunos de sus procedimientos est¨¦ticos. ¡°Hay algo que los libros de historia no terminan de transmitir, que es la atm¨®sfera del espacio y el habla de ese tiempo. La poes¨ªa logra capturar algo que va mucho m¨¢s all¨¢ de los datos o la informaci¨®n. Es la poes¨ªa la que explica c¨®mo se rompi¨® no solo el pa¨ªs, sino tambi¨¦n la lengua¡±, considera.
El trabajo de investigaci¨®n hist¨®rica complet¨® la documentaci¨®n que necesitaba, una herencia de su profesi¨®n como periodista que, sobre todo, le ense?¨® a ¡°salir del yo y mirar hacia afuera¡±. A ¨¦l, sin embargo, le interesa pensar en el archivo m¨¢s como un ¡°impulso de la imaginaci¨®n¡± que como una fuente para darle verosimilitud a sus textos. La creatividad juega un papel fundamental en su narrativa porque las palabras no solo se articulan para contar una historia sino que ensayan formas de pensar un futuro alternativo. ¡°Estamos viviendo un tiempo muy raro y yo creo que nos exige nuevas formas de escritura. Me interesa la literatura que moviliza, que genera est¨ªmulos¡±, pone en valor.
Del mismo modo que se pregunta por el espacio geogr¨¢fico en el que transcurren los hechos, Z¨²?iga cuestiona el espacio simb¨®lico desde el que se escribe. ¡°Estamos rodeados de textos que se plantean pol¨ªticos pero que nunca piensan desde d¨®nde est¨¢n escritos y, si no lo piensas, hay algo que se desmorona, porque estamos llenos de puntos ciegos¡±, concluye. Es desde esos puntos ciegos desde donde se pregunta qui¨¦n cuenta la historia y qu¨¦ decide contar.
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