El Escuadr¨®n 201: los soldados olvidados que lideraron la participaci¨®n de M¨¦xico en la Segunda Guerra Mundial
El pa¨ªs permaneci¨® al margen del conflicto hasta el hundimiento de sus barcos petroleros. Miles de j¨®venes acudieron en masa para ir a la guerra y un sentimiento nacionalista invadi¨® la naci¨®n. Solo 300 de ellos lo lograron
Con un semblante de cansancio y emoci¨®n revueltos, cuatro hombres j¨®venes sujetan una bomba de 1.000 libras (poco m¨¢s de 450 kilogramos) con una dedicatoria para el emperador de Jap¨®n escrita en pintura blanca: ¡°Para Hirohito con cari?o¡±, de parte del Escuadr¨®n 201. La palabra Tequila y las iniciales FAEM (Fuerza A¨¦rea Expedicionaria Mexicana) signan aquel artefacto gigante sobre el que posan los hombres. La imagen forma parte del archivo fotogr¨¢fico y testimonial que el historiador mexicano Gustavo V¨¢zquez Lozano ha reunido en su libro Los ¨²ltimos h¨¦roes: la historia no contada del Escuadr¨®n 201 (Debate, 2024). En ¨¦l trata de rescatar del polvo y del olvido a los 300 mexicanos ¡ª30 pilotos, meteor¨®logos, mec¨¢nicos, m¨¦dicos, operadores de radio, cocineros, dibujantes¡ª que se arrojaron a la haza?a de representar a M¨¦xico en la Segunda Guerra Mundial, despu¨¦s de que el pa¨ªs permaneciera neutral y de que varios de sus barcos petroleros fueran atacados y hundidos en sus costas por parte de buques alemanes. M¨¦xico entraba as¨ª a la historia de las Guerras Mundiales y, seg¨²n el autor, fundaba con su participaci¨®n las relaciones bilaterales modernas con su vecino del norte, hasta este punto, visto m¨¢s como un enemigo ac¨¦rrimo que como un aliado.
Un furor enardecido de nacionalismo recorri¨® de norte a sur el territorio mexicano durante los ¨²ltimos a?os de la Segunda Guerra Mundial. Eran tiempos dif¨ªciles para el pa¨ªs, que sal¨ªa lentamente de la Revoluci¨®n y que se indignaba, motivado por una prensa sensacionalista hambrienta de nuevas gestas e historias qu¨¦ contar. V¨¢zquez Lozano recuerda que, hasta entonces, algunos intelectuales y pol¨ªticos mexicanos con mucho peso hac¨ªan gui?os a la ideolog¨ªa nazi con la intenci¨®n de generar simpat¨ªa hacia ese lado de la balanza, hasta que el ataque alem¨¢n a los barcos mexicanos torci¨® para siempre la posici¨®n mexicana: ¡°El hundimiento de cinco buques, las noticias que llegaban de que los marinos mexicanos hab¨ªan muerto en la superficie llena de llamas por el petr¨®leo derramado, fue el parte aguas en el sentido de que ya no hab¨ªa duda del lado de quien entrar, si de los nazis o los aliados¡±.
Se registraron en masa. J¨®venes de todos los Estados de la Rep¨²blica, de todas las edades y estratos sociales ¡ªel historiador recuerda que entre quienes se enlistaron para participar en la guerra estaban uno de los hijos de Venustiano Carranza, o un sobrino de Francisco I. Madero¡ª hicieron filas infinitas que ni siquiera las estaciones militares pod¨ªan atender por completo. Tambi¨¦n sucedi¨® del otro lado de la frontera, con j¨®venes mexicano-estadounidenses que anhelaban representar al pa¨ªs en el ¨²ltimo tramo de la guerra.
Tras el hundimiento de los petroleros mexicanos, en 1942, una encuesta de la revista Tiempo, revel¨® que un 80% de la poblaci¨®n mexicana estaba de acuerdo en que el pa¨ªs declarara la guerra a Hitler. Y era tanta la efervescencia b¨¦lica que exig¨ªa la defensa del territorio que muchos j¨®venes mexicanos se ofrecieron para ir a pelear a Europa y se form¨® incluso un ej¨¦rcito de charros con lazos y espadas dispuestos a defenderse de los nazis.
Pol¨ªticamente, no era una decisi¨®n sencilla. El entonces presidente del pa¨ªs, Miguel ?vila Camacho ¡ªel ¨²ltimo militar en ocupar la silla presidencial¡ª junto con el embajador de Estados Unidos, George Messersmith, ve¨ªan con sigilo que el fin de la guerra estaba cerca, y que, aunque muy simb¨®lica, la participaci¨®n de un pa¨ªs como M¨¦xico, que era clave tanto para Alemania como para los aliados, marcar¨ªa una diferencia a largo plazo. ¡°La gran aventura del Escuadr¨®n 201 fue una anotaci¨®n tard¨ªa, una peque?a coda mexicana a una conflagraci¨®n mundial que llegaba a su fin. Los j¨®venes no combatieron contra la Alemania nazi ni el fascismo italiano, sino contra el imperialismo japon¨¦s en Luz¨®n y Formosa. Su participaci¨®n fue valiente y honorable, aunque modesta y limitada geogr¨¢ficamente, a las Filipinas y al mar de China¡±.
El largo camino hacia Filipinas
Partieron y volvieron desde la estaci¨®n de trenes de Buenavista, en la capital mexicana. Fueron despedidos por una multitud emocionada y orgullosa en abril de 1944, que los rode¨® en una euforia ¡°parecida a la que provocaban los Beatles¡±, cuando se dirigieron hacia Estados Unidos para recibir el entrenamiento militar necesario en Texas y en Idaho. Ah¨ª, los j¨®venes mexicanos que todav¨ªa sent¨ªan cierto recelo por sus pares estadounidenses (m¨¢s capacitados y con m¨¢s recursos y noci¨®n de lo que estaban por enfrentar), fueron tambi¨¦n v¨ªctimas de racismo y discriminaci¨®n.
Algunos testimonios rescatados por este libro relatan c¨®mo personas encargadas en restaurantes o sitios p¨²blicos se negaban a atenderlos porque eran notablemente m¨¢s morenos que sus compa?eros, o porque los identificaban directamente como mexicanos. ¡°No dogs, no mexicans¡±, recordaron algunos de ellos haber le¨ªdo en las entradas de varios lugares.
Sin embargo, el ¨¢nimo no decay¨®, los mexicanos continuaron su entrenamiento mientras que las piezas de la pol¨ªtica y la diplomacia jugaban su partida para establecer el lugar y la forma en la que aterrizar¨ªan los mexicanos cuya fuerza principal eran sus 30 pilotos, es decir, su especialidad ser¨ªa el ataque a¨¦reo.
15 de septiembre de 1944: militares estadounidenses en Palacio Nacional
Fue la colaboraci¨®n y la voluntad pol¨ªtica del embajador estadounidense y del presidente ?vila Camacho lo que finalmente catapult¨® la participaci¨®n de M¨¦xico en la Segunda Guerra Mundial. Aunque la derrota de Alemania estaba clara, en el Pac¨ªfico el imperio japon¨¦s, liderado por Hirohito, todav¨ªa resist¨ªa y controlaba el archipi¨¦lago. En una muestra de la colaboraci¨®n entre dos naciones hasta ahora, confrontadas por la historia y por relatos nacionales antag¨®nicos, durante la celebraci¨®n del grito de independencia de 1944, en Palacio Nacional sucedi¨® algo inaudito.
Los generales Joseph McNamee y Henry Pratt se unieron al presidente para celebrar el grito. ¡°Bajo las bengalas y sonidos de mariachi, nadie sospechaba que, lejos de la atenci¨®n del p¨²blico, el Gobierno mexicano, por indicaci¨®n de EE UU, exig¨ªa a los gobernadores de los estados expropiar las pertenencias y capitales de los inmigrantes japoneses...¡±, relata el libro.
Las bajas mexicanas y el regreso al pa¨ªs
El entrenamiento de los mexicanos se extendi¨® en tierras estadounidenses hasta febrero de 1945. El 1 de mayo de ese a?o, y tras un viaje por mar que dur¨® un mes, el Escuadr¨®n 201 lleg¨® a Manila, Filipinas, durante la ma?ana. Cerca de 80 mil tropas enemigas segu¨ªan resistiendo. Fernando Nava y Musa, el m¨¢s joven del escuadr¨®n, record¨®: ¡°Vimos que la bah¨ªa estaba llena de barcos hundidos. Nos dijeron que desembarcar¨ªamos al d¨ªa siguiente en la ma?ana. Yo esperaba que cuando cayera la plancha el enemigo estar¨ªa tirando, que ¨ªbamos a tener que bajar corriendo para que no nos mataran. [...] Cuando llegamos a la playa veo una banda de m¨²sica americana, altas autoridades, una mujer vestida de china poblana, y me pregunt¨¦ si el barco no se habr¨ªa equivocado: ?D¨®nde est¨¢ la guerra?¡±.
Las labores de los mexicanos fueron, sobre todo, de respaldo a las tropas en tierra y lograron acabar con varios objetivos desde el aire. Son conocidas sus maniobras y lo peligroso que signific¨® para ellos volar aviones P-47 Thunderbolt, que, pese a parecer invencibles y poderosos, llegaban a ellos despu¨¦s de una vida de varios a?os combatiendo en la guerra y con partes da?adas. El deterioro de estos aparatos fue causante de varias de las muertes de los pilotos.
Son 300 los nombres que la historia ha borrado casi por completo. Los j¨®venes pilotos, las caras m¨¢s visibles y heroicas de la gesta, han sido difuminados por el paso del tiempo y por sus muertes. El historiador V¨¢zquez Lozano reflexiona: ¡°Las nuevas generaciones ni siquiera han o¨ªdo de ellos o los consideran un mito. Mayor desgracia a¨²n es que muchos mexicanos que s¨ª saben del Escuadr¨®n 201 alegan que fue una farsa, que en realidad no combati¨® o que no viaj¨® al Lejano Oriente, que sus miembros fueron usados como barrenderos en el campamento o que nunca volaron, o que jam¨¢s concluyeron su entrenamiento...¡±, dice. ¡°El Escuadr¨®n 201 hizo por M¨¦xico m¨¢s de lo que muchos de los nombres que est¨¢n en letras de oro en el Congreso hicieron jam¨¢s. Antes de ellos no podemos hablar de una cooperaci¨®n entre M¨¦xico y Estados Unidos¡±.
Desde Am¨¦rica Latina, 17 pa¨ªses enviaron personal a EE UU para ser entrenados, pero solo Brasil y M¨¦xico entraron en acci¨®n. ¡°Estoy seguro de que nada de esto se hubiera dado si M¨¦xico se hubiera quedado en la comodidad de los pa¨ªses neutrales, o peor a¨²n del lado del Eje, como algunos quer¨ªan¡±, dice Lozano.
Durante m¨¢s de 70 a?os, no se les prest¨® demasiada atenci¨®n. Los supervivientes se empe?aron en conseguir que les dejaran desfilar, aunque solo fuera una vez, en reconocimiento a su servicio. Tras escribir miles de cartas dirigidas a todo el que tuviera alguna relaci¨®n con el tema, los ¨²ltimos 16 combatientes que quedaban con vida en el 2015 participaron en el desfile militar que les vio en el foco p¨²blico por ¨²ltima vez.
V¨¢zquez Lozano concluye: ¡°El Escuadr¨®n 201 permiti¨® que M¨¦xico quedara entre las naciones que perdieron a sus hijos en el campo de batalla, no en el desabrido conjunto de quienes vieron todo desde la cautelosa neutralidad. Y eso hizo un mundo de diferencia¡±. Y Los ¨²ltimos h¨¦roes: la historia no contada del Escuadr¨®n 201 es una oportunidad para mirar la realidad de aquellos j¨®venes mexicanos que estaban convencidos de que pod¨ªan cambiar el rumbo de la historia.
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