El canto de amor y vida de Natalia Lafourcade en el Carnegie Hall
La cantante mexicana, la latina con m¨¢s premios Grammy, brilla en la c¨¦lebre sala de conciertos de Nueva York en un recital para alimentar las ganas de vivir
?Ay, ayayay! Reson¨® un grito en el entarimado del Carnegie Hall. No era un grito de lamento. Mucho menos de dolor. Era una invitaci¨®n a vivir, a amar, a bailar. Era la visa que la mexicana Natalia Lafourcade entregaba a un auditorio copado como pasaje para traspasar la frontera de la felicidad en momentos de guerra, de muros que separan, de amenazas ultras, de odio que divide. ¡°?Qu¨¦ bonita es la vida!¡±, grit¨® la de Veracruz y el grito no era de lamento, sino de amor.
Lafourcade, la artista latina con m¨¢s premios Grammy de la historia, cerr¨® un a?o espectacular con un concierto en esa m¨ªtica sala de Nueva York, lugar casi sagrado donde todos los artistas quieren triunfar. El concierto lo convirti¨®, adem¨¢s, en un ¨¢lbum que re¨²ne en vivo esa noche memorable en su carrera: Natalia Lafourcade Live at Carnegie Hall, que ha salido al p¨²blico en plataformas como Spotify en este diciembre, que se abre a la incertidumbre. El disco ha sido producido por el argentino Cheche Alara, con quien la cantante ya hab¨ªa trabajado en Musas, su homenaje a la m¨²sica tradicional latinoamericana y ganador del Grammy Latino en 2017 al Mejor ?lbum Folcl¨®rico. La veracruzana sigue firme la senda que ha trazado desde entonces, en un viaje ¨ªntimo de rescate de las tradiciones musicales de un continente que supura m¨²sica, de M¨¦xico a Cuba, pasando por Venezuela y hasta Uruguay.
El mensaje de la noche en el Carnegie Hall era claro: para qu¨¦ sufrir, si no hace falta. El son hermoso de un piano abri¨® un concierto de casi dos horas, en el que Lafourcade cant¨® desde el alma viejas canciones con nuevos arreglos y nuevas obras para un p¨²blico entregado. Al piano le sigui¨® De todas las flores, la canci¨®n que da nombre al ¨¢lbum lanzado en 2022 con tonadas originales y un c¨®ctel que re¨²ne los ritmos tersos del folk y el jazz, la calidez seductora del bolero y la cumbia y el erotismo desenfrenado de la samba y la bossa nova. Si los dolores del coraz¨®n son parte de la vida, ?por qu¨¦ tom¨¢rselos con amargura? De todas las lunas que miramos / solo quedan algunas memorias / cuando nos re¨ªmos / cuando nos tuvimos / en las calles de Madrid, borrachos fuimos sin un rumbo fijo. Cantaba Lafourcade a los recuerdos de amor con el alma agradecida por lo vivido. Sentimiento profundo, como solo los mexicanos saben expresarlo. ?Ay, ayayay!
No todo en la vida es llorar por amores pasados. Y menos por relaciones t¨®xicas, por amores que te consumen, como aquel novio que una vez le dijo que nunca grabar¨ªa un disco sola. De la nostalgia por lo perdido y los quebrantos, la mexicana pas¨® a la reivindicaci¨®n de la soledad, de la necesidad de curarse, de hacerse a un lado, de sanar. Lafourcade ten¨ªa una cita que atender consigo misma y la comparti¨® sonriente con su p¨²blico. Una cita para encontrar su lugar correcto, un espacio que le permitiera apreciar las peque?as grandes cosas, como los atardeceres, ese resplandor de colores que pinta el cielo de Veracruz. Perdona si llor¨¦, llor¨¦ y llor¨¦ mientras bailaba / ten¨ªa dolores viejos que atender de aquel pasado / entonces regres¨¦ a ese silencio necesario / para escuchar al coraz¨®n hablar de la verdad. Vamos, darse un respiro, porque a veces el amor tambi¨¦n puede empachar.
Aquella chica que en el 2000 lamentaba no tener a galanes de pel¨ªcula como Gael Garc¨ªa, se ha transfigurado en una cantautora de culto. Del pop empalagoso que pretend¨ªa ser rompedor, ha pasado a una artista de calibre, que impone su estilo, ya sea cuando pide prestada una canci¨®n a alguien de la talla de Agust¨ªn Lara, como cuando de su cabeza salen sones propios. Lafourcade ha convertido su estudio de Veracruz en un laboratorio, algo as¨ª como un taller de alquimia a lo Buend¨ªa. De all¨ª sale un basto repertorio musical que perfecciona con cada nuevo proyecto. No por nada la mexicana tiene embelesada a la cr¨ªtica y a la Academia estadounidense de la m¨²sica, que la aplaude y premia cada uno de sus trabajos. Quien ha seguido paso a paso la carrera de Lafourcade, puede asegurar que su m¨²sica se ha ganado un lugar destacado en el podio de la l¨ªrica latinoamericana. Sin estruendos. Ni a gritos. Sin reguet¨®n ni corridos tumbados.
La de Lafourcade es elegancia pura. Belleza. Para apapacharse el alma, como dir¨ªan en M¨¦xico, escribe, por ejemplo, Pajarito colibr¨ª, un himno a esa min¨²scula ave que al libar hace que el mundo florezca. La canci¨®n es una invitaci¨®n a abrazar la vida y darle la espalda a los miedos. Cuando sientas que infinito el mundo se abre ante tus alas / dentro de tu pecho pierdas el aliento / p¨ªdele al cielo que te haga volar / Y si sientes v¨¦rtigo en el vuelo / que se enciende el fuego dentro de tu pecho / pide al universo, en tu ser entero dulce libertad. Sobre esta canci¨®n, la artista ha dicho que es un mensaje importante ¡°en estos tiempos que atraviesa la humanidad¡±. ¡°La importancia de cuidar nuestro coraz¨®n y permitirle al alma un camino libre en felicidad y confianza hacia la vida¡±.
?Y qu¨¦ mejor forma de ser feliz que bailando? Lafourcade dijo en su noche del Carnegie Hall que se le sal¨ªa el coraz¨®n del cuerpo de la emoci¨®n y para frenarlo puso a bailar a su p¨²blico, de la mano de la cubana Omara Portuondo, que durante ya algunos a?os ha sido su compa?era de viaje. Cuba y su son en el entarimado, enlazado con el son jarocho veracruzano. ¡°?Mira nada m¨¢s lo que tenemos aqu¨ª!¡±, dijo emocionada la artista al anunciar a la cubana, que encandilaba con ese t¨² me acostumbraste. ¡°Sutil llegaste a m¨ª como la tentaci¨®n¡±, suspiraba la c¨¦lebre cantante bajo los acordes del arreglo preparado por Lafourcade y sus m¨²sicos para su noche de triunfo en el sagrado recinto neoyorkino. Un triunfo m¨¢s de la mexicana, imparable en su carrera y su b¨²squeda de la belleza. ?Ay, ayayay!, grit¨® emocionada. Y el grito no era de lamento, sino de amor.
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