El candidato atacado en una comunidad tsotsil: ¡°Con la soga al cuello, claro que tem¨ª por mi vida¡±
Pol¨ªticos y expertos condenan la retenci¨®n de Juan Salvador Camacho en un pueblo chiapaneco y lo achacan a la pobreza, la inquina pol¨ªtica y un mal uso ancestral del poder
Cerca de nueve horas estuvo retenido el candidato de Morena a la alcald¨ªa de San Crist¨®bal de las Casas en el pueblo ind¨ªgena de Los Llanos y el v¨ªdeo en el que una horda de hombres le humilla por las calles, descalzo y con una soga al cuello lo ha visto medio M¨¦xico. Quiz¨¢ m¨¢s. ?Temi¨® por su vida? ¡°S¨ª, tuve un temor natural, no tengo por qu¨¦ negarlo. Yo no entend¨ªa lo que pasaba, no hab¨ªa hecho nada. Por eso les dec¨ªa que no me hicieran da?o. Pero con la soga, s¨ª, sent¨ª temor¡±, dice por tel¨¦fono Juan Salvador Camacho Velasco. Aunque todo el mundo sabe que en algunos poblados ind¨ªgenas acostumbran a presionar y ridiculizar as¨ª a aquellos con quienes dicen tener cuentas pendientes, la cosa no tiene gracia cuando se conocen tambi¨¦n varios casos de linchamientos en pueblos habituados a tomarse la justicia por su mano.
En plena campa?a electoral en M¨¦xico, no son pocas las an¨¦cdotas hilarantes o esperp¨¦nticas que se viven a diario, pero una soga al cuello es algo m¨¢s que eso en un pa¨ªs donde reina la violencia y donde m¨¢s de 30 candidatos o aspirantes han sido asesinados en unos meses. Los consultados en este reportaje condenan sin fisuras lo ocurrido, lo enmarcan en una tradici¨®n que se repite y, sin justificarlo, lo achacan a la pobreza y el abandono institucional que reina en estas poblaciones. El propio candidato, que acudi¨® al pueblo con su mujer y sus hijas -estas no fueron retenidas, aunque s¨ª parte del equipo de campa?a- entiende la frustraci¨®n de los lugare?os de esta comunidad tsotsil en el coraz¨®n de Chiapas. ¡°No tienen servicios b¨¢sicos, agua, apenas un 10% luz el¨¦ctrica, no hay pavimentaci¨®n en las calles, la escuela se est¨¢ derrumbando, no hay servicio m¨¦dico. Esa es la realidad¡±, dice Camacho Velasco. ¡°Y quer¨ªamos palparla y saludar¡±, a?ade.
Pero pronto fue acorralado, despojado de los zapatos y humillado por medio centenar de ¡°puros hombres y algunos j¨®venes¡± que no quer¨ªan ¡°pol¨ªticos de ning¨²n color¡± en el pueblo. En la celda donde fue secuestrado por unas horas pudo recibir galletas, una torta, agua y una chamarra, porque ¡°hac¨ªa fr¨ªo¡±. Estaba descalzo en un suelo de tierra y piedra. As¨ª pasaron horas hasta que lo liberaron y pudo negociar con ellos. ¡°Les ped¨ª disculpas por todos los partidos pol¨ªticos y por los tres poderes del Estado. Les hemos fallado. Son comunidades muy marginadas. Me compromet¨ª a llevar desarrollo si soy elegido¡±. Acabaron brindando con posh, un destilado de ma¨ªz que sellaba una invitaci¨®n para el 30 de mayo. El candidato morenista niega que ¨¦l les hubiera prometido algo que no cumpli¨® cuando era diputado local, como se ha publicado. ¡°Yo nunca estuve all¨ª antes, nunca ning¨²n candidato va a ese pueblo¡±, dice. Asegura adem¨¢s que no pag¨® los 300.000 pesos que le ped¨ªan por su liberaci¨®n, ¡°que al principio eran 500.000¡±.
¡°Eso es un secuestro expr¨¦s y las autoridades deber¨ªan de perseguirlo¡±, comienza Juan Manuel Zardain, que trabaja en la unidad de transparencia de la Comisi¨®n Estatal de Derechos Humanos de Chiapas. Habla, dice, a t¨ªtulo personal. ¡°Es un exceso esta forma de hacer justicia por su propia mano. Las autoridades suelen decir que no intervienen porque no hay lesiones, pero s¨ª hay humillaci¨®n y denigran a un ser humano. Si quieren castigar que lo hagan en las urnas. Es un abuso que se repite¡±.
Y se repite desde hace siglos. ¡°Desde la violencia colonial que ellos mismos vivieron y que a¨²n no se ha ido¡±, asegura la antrop¨®loga Araceli Burguete. ¡°Ellos lo mamaron de sus patrones, mestizos y criollos, es la forma en que ejerc¨ªan el poder, as¨ª lo aprendieron¡±. Aunque a Burguete le parece lo de la soga ¡°un exceso¡± que condena por ¡°injustificable e ileg¨ªtimo¡±, lo inscribe en la historia de la violencia que han vivido estos pueblos. ¡°Es una teatralizaci¨®n, una forma de humillar y de buscar un efecto medi¨¢tico. Busca amedrentar tambi¨¦n ante la campa?a electoral, para que la gente no vaya a votar, por ejemplo. Tambi¨¦n lo hacen con personas de su propia comunidad, con un dirigente que no ha cumplido lo que prometi¨®. Los visten de mujer, porque es la forma de humillarlos. Y a las propias mujeres tambi¨¦n las retienen. Hay regidoras con miedo que no se atreven a entrar en pol¨ªtica por esa raz¨®n, incluso las pueden violar¡±, sigue esta profesora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropolog¨ªa Social (Ciesas). ¡°Estos hechos son reprobables donde quiera que ocurran, cualquier violencia en el ejercicio del poder lo es¡±, a?ade. En los ¨²ltimos a?os, afirma, se han recrudecido estas manifestaciones, hay intereses pol¨ªticos detr¨¢s, una guerra sucia¡±. Para ella, estas ¡°pr¨¢cticas culturales son un ejercicio de presi¨®n, quieren simbolizar que no se cumple con los compromisos, de ah¨ª la ridiculizaci¨®n, y son frecuentes. Hay que recordar que lo que ahora llamamos usos y costumbres son pr¨¢cticas ancestrales de c¨®mo los patronos trataban a los ind¨ªgenas¡±.
Cecilia L¨®pez fue una de las primeras alcaldesas ind¨ªgenas, en el municipio chiapaneco de Oxchuc en 2011 y 2012 y ahora prosigue su vida pol¨ªtica como candidata a diputada local por la una coalici¨®n de partidos, entre ellos Morena, el PT, el Verde y dos de su Estado. ¡°Los pueblos nos regimos por usos y costumbres, pero la fase fundamental es el respeto mutuo y esto se logra con di¨¢logo, negociaci¨®n y buenos acuerdos. Lo que le ha ocurrido a Salvador es totalmente reprobable, inadmisible. Por milenios nos hemos regido con nuestras normas y ah¨ª no se contempla la violencia¡±, afirma. Achaca estos comportamientos a ¡°la pobreza, no solo por falta de dinero¡± que se vive en estas comunidades. ¡°Nos envuelven con facilidad algunos l¨ªderes con intereses inconfesables y todo eso se torna violencia. Las autoridades que eran el pilar fundamental de nuestras estructuras comunitarias se han ido perdiendo por la competencia pol¨ªtica, que no las tienen en cuenta. Estos procesos pol¨ªticos han debilitado dichas estructuras¡±, asegura. ¡°Esos actos de violencia no son propios de nosotros, no son usos y costumbres de un sistema pol¨ªtico en sana convivencia, sino de una competencia pol¨ªtica. Nos lavan el cerebro e inculcan la violencia contra personas que no son de su militancia. Est¨¢n manipulados¡±, a?ade por tel¨¦fono.
Al otro lado del arco pol¨ªtico, el presidente del Comit¨¦ Directivo Estatal del PAN en Chiapas, Carlos Palomeque, tambi¨¦n condena lo sucedido. ¡°Es lamentable que en un proceso que deber¨ªa ser tranquilo se den estas situaciones. Son chantajes econ¨®micos, secuestros expr¨¦s. No lo festejamos, ning¨²n candidato de ning¨²n partido deber¨ªa pasar por eso¡±. Entre sus explicaciones de por qu¨¦ se dan estos desagradables espect¨¢culos, menciona los usos y costumbres por los que se rigen en estos pueblos, con determinados excesos para los que ¡°se ha tenido mucha tolerancia¡±. ¡°Incluso se han impulsado estos actos desde los gobiernos de todos los niveles¡±. En el lado de la responsabilidad, asegura que las acciones de los partidos " a veces acaban enfrentando a los ciudadanos¡±.
Quienes viven en estas poblaciones relatan sucesos que parecen inveros¨ªmiles a la luz de este siglo. Regidores a los que obligan a caminar durante 10 horas como castigo porque no ha llegado el fertilizante cuando ya se ha sembrado el ma¨ªz; repartidores de refrescos desaparecidos por algunos d¨ªas que resultaron encerrados en el calabozo por alg¨²n motivo inexplicable; el cobro de 3.000 pesos por una gallina que se atraves¨® entre las ruedas de un veh¨ªculo que pasaba por all¨ª. O, directamente, linchamientos, si el agravio es mayor. No es inusual que amenacen con rociarlos con gasolina y quemarlos o que retengan a gente para sacarles dinero. Pero esto de los candidatos se hab¨ªa visto menos. Lo de la soga al cuello es una ¨²ltima audacia que deja sin palabras.
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