Algunos efectos laterales de que sea ley en Argentina
Si bien la legalizaci¨®n del aborto no es el fin del patriarcado, s¨ª rompe la jerarquizaci¨®n y pone en una l¨ªnea horizontal el placer de una mujer con el de un hombre
Sent¨ª una inmensa emoci¨®n cuando hace un par de a?os vi un video en Twitter de la marea verde en Argentina que buscaba la aprobaci¨®n de la ley de la interrupci¨®n del embarazo, era una toma desde las alturas que dejaba ver la potencia de miles de mujeres que un¨ªan sus voces en una consigna feminista. Desde M¨¦xico, muy lejos de Argentina, mirar ese video era emocionante porque abr¨ªa una puerta importante: desde las calles miles de mujeres con pa?uelos verdes, algunas vestidas con prendas verdes, otras maquilladas con algo verde en la cara, celebratorias, abrazadas, miles de mujeres que pod¨ªan cambiar leyes para decidir sobre sus propios cuerpos. Y lo digo con la distancia no del cuerpo, sino con una mera distancia geogr¨¢fica, algo que estaba pasando en otro pa¨ªs y que sin embargo me cruzaba el cuerpo, en ese momento con mucha emoci¨®n de ver que eso era posible.
Ese video de la marea verde circul¨® en varios chats y aunque el comentario general era pesimista hace un par de a?os, mirar a las mujeres argentinas desde M¨¦xico hac¨ªa sentir que a¨²n desde otro horario, desde otro lugar del continente, est¨¢bamos cerca. Porque ese territorio de las violencias que atraviesan los cuerpos de las mujeres es el mismo. En lo personal, verlas me dio mucha fuerza. La ma?ana del 30 de diciembre de 2020 cuando despert¨¦ con la noticia de que el senado hab¨ªa aprobado la interrupci¨®n legal del embarazo hasta la semana 14 sent¨ª una gran alegr¨ªa y siento ahora que la palabra se queda corta. Empec¨¦ a llorar cuando vi un video, tambi¨¦n una toma desde las alturas con de miles de mujeres argentinas uniendo sus voces (abajo el patriarcado se va a caer, se va a caer, arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer). Lo vi algunas veces para llorar a gusto de la emoci¨®n.
Vi im¨¢genes fijas de cerca. Vi un peque?o grupo de mujeres abrazadas, llorando al ver los resultados en la pizarra ¡°?Es ley!¡±: llor¨¦ al otro lado de la pantalla del tel¨¦fono. Vi un peque?o grupo de mujeres mayores celebrando con pa?uelos verdes: llor¨¦ otra vez. Vi a dos adolescentes con mascarillas verdes, abraz¨¢ndose con l¨¢grimas y humo verde de fondo: llor¨¦. En un peque?o chat con cuatro amigas comentamos la noticia, intercambiamos algunas notas, fotos, videos con los que volv¨ª a sentir la misma emoci¨®n. ?ramos cuatro mexicanas felices, celebrando el logro argentino al filo del fin de a?o. Quiz¨¢s pueda sonar poco importante hablar de las emociones (m¨¢s cuando en las jerarqu¨ªas la raz¨®n est¨¢ por encima de las emociones), de c¨®mo nos sentimos desde otras latitudes cuando hay un triunfo de esta magnitud en otro extremo del continente, pero me gustar¨ªa detenerme en las emociones y en el llanto que tal vez muchas compartimos. Uno de los varios efectos laterales de la despenalizaci¨®n tambi¨¦n fueron las emociones que despertaron. La esperanza, por ejemplo, de que es posible en el resto de Am¨¦rica Latina. El precedente que marca y las puertas que abre en las calles y en las leyes.
Diana del ?ngel en su ensayo Hacer(nos) casita incluido en el libro Tsunami 2 ¨Cque si a¨²n no tienen lo recomiendo apasionadamente¨C describe una escena que quiz¨¢s muchas de nosotras vivimos en la infancia: ¡°En la primaria, cuando una quer¨ªa cambiarse y ten¨ªa miedo de ser objeto de burla o de morbo por estar en ropa interior, incluso cuando quer¨ªas hacer de la pip¨ª, no faltaba la ni?a que dec¨ªa ¡®Te hacemos casita¡¯. Y as¨ª pasaba, las que estaban cerca atend¨ªan el llamado, formaban un c¨ªrculo y proteg¨ªan la intimidad de una, porque sab¨ªan que tarde o temprano estar¨ªan en ese lugar¡±. Este acuerparse entre ni?as, esta reacci¨®n grupal para proteger la intimidad de una entre varias ¨Cuna experiencia ¨²nica y meramente de ni?as¨C, explica lateralmente c¨®mo me sent¨ª ante el triunfo de las mujeres en Argentina.
En primer plano con la magna importancia en lo legal y tambi¨¦n con una importancia en lo simb¨®lico. Esta decisi¨®n rompe las jerarqu¨ªas. Por ejemplo, del placer para hombres y mujeres. Rompe la jerarqu¨ªa entre maternidad y placer, la horizontaliza, ahora no est¨¢ antes la imposici¨®n de ser madre o de que la vida de la mujer corra peligro por abortar clandestinamente. En estos d¨ªas ha circulado una imagen de Mar¨ªa Elena Oddone el 8 de marzo de 1984 con una pancarta que reza ¡°No a la maternidad, s¨ª al placer¡± que me parece sintetiza bien esta l¨ªnea simb¨®lica. El derecho al placer y a una vida libre. El derecho a que del placer se pueda decidir si ser madre o no, como lo pregunta el personaje de una madre en el ensayo de Valeria Luiselli tambi¨¦n en Tsunami 2: ¡°?Por qu¨¦ debemos pagar un costo, siempre nosotras, por el placer compartido con un hombre?¡±.
Hist¨®ricamente todo lo asociado con el placer est¨¢ castigado para las mujeres. Eso es el patriarcado. En la ginecolog¨ªa esto es claro. Es curioso c¨®mo se han nombrado los puntos de placer en los cuerpos de las mujeres. Diana J. Torres ha escrito extensamente sobre este tema y c¨®mo varios de los nombres que ha recibido el mal llamado aparato reproductor femenino (lo cual ya es muy revelador, pues no necesariamente es ¡°reproductor¡±) ha sido colonizado por varones blancos, incluso el llamado punto G, uno de los lugares m¨¢s placenteros fue as¨ª llamado por ¡°su descubridor¡±, el doctor Gr?fenberg: ¡°Obviamente, en una ciencia patriarcal y capitalista, todo lo que no sirva directamente para la reproducci¨®n carece de importancia¡±. Otro de los efectos laterales en el triunfo en Argentina es precisamente esta fundamental posici¨®n que otorga al placer de las mujeres.
Para abundar un poco m¨¢s en esto, Rita Segato se pregunta por el vac¨ªo legal de los miles de embriones que existen producto de la fecundaci¨®n in vitro, en otras palabras, si fueran los embriones o fetos los que les importan, por qu¨¦ hay ese hueco legal con los miles de embriones en probeta que existen en el mundo a los que despu¨¦s de determinado tiempo simplemente se les corta la electricidad. Hay un vac¨ªo legal porque no est¨¢ el cuerpo de una mujer ah¨ª, est¨¢n los embriones. Por qu¨¦ los provida no organizan huelgas fuera de los laboratorios invitro o en los centros de detenci¨®n en Estados Unidos luchando por los derechos de los ni?os existentes en medio de las atrocidades que viven. El tema est¨¢ intr¨ªnsecamente ligado a la violencia en contra los cuerpos de las mujeres, como lo desmantela Segato: ¡°El aborto es un tema neur¨¢lgico, es un centro de gravedad del patriarcado, porque sino no se entender¨ªa la defensa contra el aborto¡±.
Si bien que sea ley en Argentina no es el fin del patriarcado s¨ª rompe la jerarquizaci¨®n: horizontaliza. Pone en una l¨ªnea horizontal el placer de una mujer con el de un hombre, ambos pueden relacionarse libremente desde el placer. Tiene tantas m¨¢s implicaciones este hecho y tiene tambi¨¦n muchas m¨¢s reacciones positivas a lo largo y ancho del continente el que las argentinas hayan probado que las leyes se pueden escribir desde las calles y ese es un triunfo en s¨ª. Al mirar todo esto de lejos en lo geogr¨¢fico, tan cerca desde lo corporal, me gustar¨ªa regresar a las emociones que despert¨® en m¨ª. La raz¨®n por la que llor¨¦ al ver un video de esa madrugada hist¨®rica tiene que ver con lo poderoso que es que una ni?a te diga ¡®Te hacemos casita¡¯, solo que en esta ocasi¨®n, esa ni?a fueron todas las mujeres que estaban afuera del Congreso y esa casita es este mundo, uno mejor para todas nosotras en el resto de Am¨¦rica Latina, una casita que hacemos para las ni?as que siguen.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.