Un cartel de banqueros en M¨¦xico
Un grupo de ocho entidades bancarias manipul¨® los bonos del Gobierno mexicano para enriquecerse y el Estado mexicano no logr¨® hacer nada para detenerlos
No compres porque vas a ¡°afectar a muchos¡±, escribi¨® el trader de Deutsche Bank en un chat privado que compart¨ªa con otros traders que supuestamente eran su competencia. Era el 13 de abril del 2011.
La conversaci¨®n fue descrita en el caso del Tribunal del Distrito Sur de Nueva York como parte de las investigaciones para sancionar a un cartel de banqueros que se pon¨ªan de acuerdo en chats de Bloomberg para manipular el precio de los bonos del Gobierno mexicano y as¨ª aumentar sus ganancias.
La manipulaci¨®n qued¨® documentada en miles de chats a los cuales las autoridades, en particular la Comisi¨®n Federal de Competencia (Cofece), tuvo acceso. Los textos, que he podido comprobar, mostraban a los traders de varios bancos compartiendo posiciones comerciales y flujos de clientes de manera anticipada para aumentar sus ganancias. El cartel de los banqueros estaba integrado por Barclays, Deutsche Bank, Santander M¨¦xico, Citi, Bank of America, BBVA M¨¦xico y JP Morgan y se pon¨ªan de acuerdo en un chat aparentemente llamado ¡°escuadr¨®n rat¨®n.¡±
Es dif¨ªcil medir el da?o causado por el cartel de los banqueros, pero pocos piensan que el efecto fue menor. El Gobierno mexicano tiene bonos en circulaci¨®n por cerca de 175.000 millones de d¨®lares de los cuales 20.000 millones vencen en 2021. El ¡°escuadr¨®n rat¨®n¡± precisamente se pon¨ªa de acuerdo para manipular los bonos que vencer¨ªan en 2021. El a?o de una pandemia global donde el Gobierno mexicano estar¨ªa hambriento de recursos para salvar vidas.
En este texto cuento la historia del cartel de banqueros que por a?os manipul¨® el mercado de bonos del Gobierno mexicano en detrimento de trabajadores y fondos de pensiones. Tres investigaciones realizadas en dos pa¨ªses distintos, incluyendo una que termin¨® hace unos d¨ªas, no lograron multarlos de manera significativa.
La lecci¨®n es clara. En M¨¦xico no hay forma de castigar los delitos de cuello blanco a¨²n si las instituciones hacen su mejor esfuerzo. Es momento de repensar el marco legal del sistema financiero y a sus reguladores.
Creando un monstruo
Todo comenz¨® hace m¨¢s de 20 a?os cuando el Gobierno mexicano no pod¨ªa convencer a inversionistas de que le prestaran dinero por m¨¢s de siete d¨ªas. En esa ¨¦poca el 80% de los instrumentos de la deuda p¨²blica mexicana eran de corto plazo o cupones revisables. Sin poder colocar deuda de largo plazo el potencial de desarrollo del pa¨ªs se ve¨ªa limitado.
Para resolver este problema, el Gobierno tuvo la idea de crear un mercado de deuda ¨¦l mismo. Invit¨® a un grupo peque?o de instituciones financieras de prestigio a conformar un mercado primario, es decir un espacio exclusivo en el que solo ellos podr¨ªan comprar bonos directamente del Gobierno mexicano para posteriormente revenderlos por una utilidad. A los invitados se les llam¨® ¡°formadores de mercado¡± y se les dieron privilegios financieros muy atractivos.
La idea parec¨ªa buena. Al vender a instituciones financieras de prestigio el Gobierno lograba obtener pr¨¦stamos. Adem¨¢s, a partir de 2011 las ventas de bonos se hac¨ªan con subastas sindicadas lo que supuestamente aseguraba que el Gobierno mexicano recibiera buen precio. O al menos eso se cre¨ªa.
La realidad es que el Gobierno mexicano hab¨ªa creado un monstruo. El mercado primario artificial era altamente susceptible a la colusi¨®n. Las ventas de bonos se hac¨ªan con opacidad en transacciones telef¨®nicas donde el Gobierno mexicano estaba en contacto directo con los formadores de mercado. Adem¨¢s, cada formador controlaba una parte muy significativa del mercado de bonos por medio del trabajo de traders que se conoc¨ªan entre s¨ª y se comunicaban entre ellos.
Lo esperado pas¨®. Investigaciones posteriores demostraron que los formadores de mercado estaban aprovechando su posici¨®n de privilegio para manipular los precios en su favor.
Los traders ten¨ªan un chat donde se pon¨ªan de acuerdo para bajar el precio al que compraban los bonos y venderlos m¨¢s caros. Los banqueros hab¨ªan conformado un cartel que manipulaba el mercado, de facto extirpando recursos de las arcas del Estado mexicano y de fondos de pensiones alrededor del mundo para convertirlas en ganancias privadas.
Trabajadores contra la banca
Pronto los rumores de la existencia del cartel de banqueros llegaron a un Tribunal de Distrito de Estados Unidos. Se present¨® una demanda colectiva.
La demanda estaba encabezada por varios fondos de pensiones y representantes de trabajadores que hab¨ªan comprado los bonos del Gobierno de M¨¦xico de manos del cartel de banqueros. Entre los demandantes se encontraban trabajadores de a pie. Eran los bomberos de Oklahoma, los operadores de transporte de Manhattan y del Bronx, as¨ª como comerciantes de la industria alimentaria. Exig¨ªan justicia pues la manipulaci¨®n el cartel, argumentaban, les hab¨ªan causado p¨¦rdidas millonarias a sus fondos de pensiones.
Las pruebas de los demandantes, sin embargo, eran bastante d¨¦biles. No se ten¨ªa evidencia directa de la colusi¨®n de los banqueros y por tanto el caso estaba a punto de ser cerrado.
Todo dio un vuelco cuando la Cofece dio a conocer en abril del 2017 que estaba investigando al cartel. La Comisi¨®n no solo ten¨ªa transcripciones de los chats, sino que contaba con las declaraciones directas de uno de los bancos que se hab¨ªa adherido al programa de inmunidad para reducir su sentencia.
Los banqueros reaccionaron de inmediato. Como muestran los documentos del Tribunal de Distrito, en cuesti¨®n de d¨ªas la varianza en el precio de los bonos aument¨® 36%, evidencia de que las posturas de los formadores de mercado probablemente estaban coordinadas hasta antes del anuncio de la Cofece y dejaron de estarlo inmediatamente despu¨¦s.
Los bancos hicieron un c¨®digo de conducta y prometieron cambiar. Pero prometer no volver a hacerlo no era suficiente. O no deb¨ªa serlo.
El caso del Tribunal de Distrito de Estados Unidos revivi¨®. Se present¨® ante la corte, no solo la evidencia que ten¨ªa la Cofece, sino estudios cuantitativos que mostraban los efectos del cartel en los precios de los bonos.
El Tribunal tambi¨¦n recibi¨®, por ejemplo, evidencia de que el precio de los bonos crec¨ªa entre 20 y 60 puntos base cuando el cartel de los banqueros vend¨ªa sus bonos en el mercado secundario. Es decir, el cartel estaba aumentando artificialmente su utilidad sin incurrir en riesgo.
El caso parec¨ªa tan s¨®lido que JP Morgan y Barclays decidieron llegar a un acuerdo y pagar 20,7 millones de d¨®lares a los demandantes. El temor era que, de continuar el juicio, las multas ser¨ªan mucho m¨¢s elevadas.
Hab¨ªa precedentes fuertes. En 2015, Barclays pag¨® m¨¢s de 3.000 millones de d¨®lares de multas por manipular referencias financieras. Los mismo le sucedi¨® a Deutsche Bank por fijar precios de m¨²ltiples productos financieros. Por su parte, Bank of America pag¨® 250 millones de d¨®lares luego de admitir el uso de chats grupales para manipular los precios al contado de divisas.
La decisi¨®n de J.P. Morgan y Barclays prob¨® ser muy equivocada.
La no-justicia mexicana
El caso del Tribunal de Distrito de Estados Unidos termino vini¨¦ndose abajo cuando la Corte resolvi¨® no tener jurisdicci¨®n sobre el caso. Todo deb¨ªa ser resuelto por autoridades mexicanas, es decir, por la Cofece que ya llevaba el caso.
Lamentablemente otras instituciones mexicanas no pensaban lo mismo. La Comisi¨®n Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) no compart¨ªa la convicci¨®n de que fuera competencia de la Cofece resolver el caso. Aparentemente motivada por rencillas personales y batallas territoriales, la CNBV se aprest¨® a presentar su propia indagatoria y resolver r¨¢pidamente el caso por su cuenta.
Como resultado de su investigaci¨®n, unos cuantos bancos recibieron una multa combinada de menos de un mill¨®n de d¨®lares. La multa era irrisoria. Corrieron rumores de que la CNBV en realidad solo quer¨ªa proteger al cartel. Bloomberg incluso report¨® que la CNBV le hab¨ªa pedido a los bancos que limitaran la informaci¨®n que le enviaran a la Cofece sobre el caso.
La esperanza de llevar al cartel de los banqueros ante la justicia recay¨® en la Cofece quien continu¨® d¨¢ndole seguimiento por cinco a?os.
Esta semana se comunic¨® la resoluci¨®n del caso. La Comisi¨®n encontr¨® evidencia de que, de 2010 a 2013, siete bancos y once traders pactaron 142 acuerdos ilegales en el mercado de bonos de deuda gubernamental. Se mult¨® a los implicados por 1,8 millones de d¨®lares. Es decir, otra cantidad irrisoria.
Cada banco perteneciente al cartel termin¨® pagando en promedio poco m¨¢s 1.800 d¨®lares por cada uno de los acuerdos ilegales. La cantidad es menor incluso para lo permitido por la ley de competencia mexicana anterior a 2013.
Los ¨²nicos que salieron perdiendo en este caso fueron los que de verdad creyeron que se har¨ªa justicia, es decir JP Morgan y Barclays. Obviamente no lo volver¨¢n a creer.
C¨®mo llegamos aqu¨ª
Ante fuertes cr¨ªticas por la nimiedad de las multas impuestas, Alejandra Palacios, la comisionada presidenta de la Cofece, explic¨® que ¡°no se imponen multas con el est¨®mago, sino con la ley en la mano.¡± Y en efecto, ese es precisamente el problema de M¨¦xico: le ley que tiene a la mano.
La Ley de Competencia y el sistema de justicia son extremadamente restrictivos en M¨¦xico. Los abogados mexicanos no lo ven as¨ª porque est¨¢n acostumbrados doctrinalmente a no cuestionar al sistema. Sin embargo, la realidad es que pruebas que se pueden presentar y son aceptadas en Estados Unidos como evidencia de colusi¨®n, en M¨¦xico ser¨ªan simplemente rechazadas y tildadas de inv¨¢lidas.
Adem¨¢s, los tribunales especializados mexicanos utilizan el ¡°principio de proporcionalidad¡± sobre las sanciones de manera muy ortodoxa. Los jueces no se atreven a sancionar las colusiones de mercado con mucho m¨¢s dinero del da?o que supuestamente causaron de manera directa, a¨²n si indirectamente los efectos son devastadores.
De la misma manera en la que una mujer mexicana no puede acusar de violencia dom¨¦stica si no llega con golpes frescos, la Cofece no puede presentar un caso con evidencia indirecta sin que sea ampliamente cuestionada.
La Comisi¨®n teme perder los casos y por ello limita la ambici¨®n de lo que presenta. El resultado es el mismo. Un pa¨ªs donde no hay castigo, ni para los golpeadores de mujeres que terminan cometiendo feminicidios, ni para los c¨¢rteles de banqueros.
Este marco legal la Cofece debe centrar miopemente sus recursos en buscar pruebas ultra minuciosas que puedan probar da?os muy concretos y sean aceptadas por los tribunales. La intencionalidad de manera m¨¢s amplia se deja pr¨¢cticamente a un lado o al menos en el caso del cartel de banqueros, as¨ª fue.
As¨ª, la Cofece solo se concentr¨® en medir el da?o causado por conductas que encontr¨® expl¨ªcitamente reportadas en los chats, con respecto a los bonos M, y solo considerando el mercado secundario. El resultado de esta investigaci¨®n tan limitada fue que se encontr¨® que el cartel de los Banqueros solo caus¨® un da?o de 1,4 millones de d¨®lares. La intencionalidad y otros agravantes les valieron otros 400.000 d¨®lares de multa. Casi nada.
Cuando un ciudadano comete una conducta ilegal, digamos pasarse un alto, este recibe una multa independientemente de si caus¨® un da?o a otros o no. Cuando un banquero incurre en colusi¨®n ilegal la multa depende mucho de la gravedad del da?o que caus¨®. De hecho, de la gravedad del da?o que se le puede probar que caus¨®. No es lo mismo ser banquero que ser ciudadano de a pie. Como banquero puedes pasarte un alto y si no matas a alguien, no pasa casi nada.
Es momento de tener una reflexi¨®n sobre c¨®mo podemos ayudar a la Cofece a dar mejores resultados.
Esta reflexi¨®n pasa por una severa cr¨ªtica a los tribunales especializados, la forma en la que opera el Banco de M¨¦xico y la misma ley. La figura de los formadores de mercado deber¨ªa ser eliminada, pero sobre todo, los tribunales especializados deben actuar de manera menos conservadora. Es momento de que la sociedad civil se organice en demandas colectivas. Las colusiones nos han quitado mucho, a muchos mexicanos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.