Las mujeres quieren usar tampones higi¨¦nicos
Los tampones con aplicador pl¨¢stico han desaparecido de los supermercados de Ciudad de M¨¦xico sin ofrecer una mejor alternativa para la menstruaci¨®n
La paulatina reducci¨®n del pl¨¢stico en la vida cotidiana de la Ciudad de M¨¦xico ha encontrado una primera v¨ªctima: la mujer. De los supermercados han ido desapareciendo los tampones higi¨¦nicos que tienen un aplicador de pl¨¢stico sin que hayan sido sustituidos por otros de cart¨®n o sin aplicador. La medida podr¨ªa considerarse ajustada a la ley si no fuera porque, en esos mismos almacenes, el uso abusivo del pl¨¢stico sigue estando a la orden del d¨ªa. Para llevar a casa un filete lo colocan en una bandeja de unicel y lo envuelven como una maleta en el aeropuerto. Las fresas est¨¢n en cajas de pl¨¢stico, los cubiertos de un solo uso siguen a la venta por todas partes. Y una comida a domicilio encargada en cualquier restaurante llega con los envases de pl¨¢sticos llenos de salsas. Con los tampones, sin embargo, parece que corr¨ªa mucha prisa. Cinco millones de mujeres en la capital mexicana tendr¨¢n que buscar otras alternativas que no son mejores, porque las compresas vienen cada una de ellas envueltas en pl¨¢stico.
La medida podr¨ªa considerarse ajustada a la ley, de nuevo, si la ley fuera ciega. Pero no lo es. En plena pandemia, se ha tenido la consideraci¨®n de excluir los productos m¨¦dicos pl¨¢sticos de estas restricciones ecol¨®gicas. Sin embargo, a los dirigentes no parece importarles la higiene ni la salud de las mujeres. Recientemente, los legisladores mexicanos rechazaron la reducci¨®n del 16% del IVA con que se carga a productos b¨¢sicos de higiene femenina, un camino que ya han andado otros pa¨ªses con una poblaci¨®n donde la pobreza no es tan aplastante como en M¨¦xico.
Indigna tambi¨¦n que desde el Gobierno de la ciudad se pida a las mujeres que aporten su grano de arena en pro del medio ambiente cuando los dirigentes muestran una tolerancia inconcebible con los due?os de restaurantes, con los vendedores ambulantes y con las propias tiendas de barrio. La mujer, parece decir el mensaje, puede aguantarlo todo.
Para colmo, las autoridades han decidido que lo mejor para ellas es la copa menstrual. ?Y eso por qu¨¦? ?Qui¨¦n lo dice? ?Han hecho encuestas para saber con qu¨¦ se siente una m¨¢s c¨®moda? ?Cu¨¢ntas veces y en qu¨¦ ¨¢mbitos o situaciones tiene una mujer que manipular la sangre con sus manos para renovar la copa llena? Todo indica que la tentaci¨®n de tutelar la vida de las mujeres como si fueran menores de edad y sujetos sin raciocinio sigue irritantemente presente. Deciden por ellas lo que creen que es mejor para ellas. A los hombres nadie les dice que se afeiten la barba con jab¨®n y cuchilla y dejen de usar las hojillas pl¨¢sticas de afeitar. Eso ser¨ªa otro granito de arena.
Las mujeres son, hoy en d¨ªa, quiz¨¢ siempre, las grandes aliadas de la ecolog¨ªa. Por sus manos pasa el reciclaje, la reutilizaci¨®n de envases, incluso la econom¨ªa dom¨¦stica que embrida el consumo excesivo. Son, en buena medida, las defensoras del mundo animal, las hero¨ªnas que luchan por las abejas end¨¦micas o por la extinci¨®n de productos contaminantes. Pero ese ecofeminismo no siempre se ha entendido bien y corren el riesgo de ser devueltas a tiempos ya superados. Si dejamos de poner pa?ales desechables, ?qui¨¦n lavar¨¢ las gasas de los ni?os? Si usamos la copa menstrual, ?tendremos que dejar de salir de casa mientras dure el periodo por si en el bar no hay un buen lavabo? Que cada una elija lo que hacer, pero las imposiciones de los Gobiernos en esta materia est¨¢n fuera de lugar. El tamp¨®n fue una de las grandes conquistas en la libertad y el bienestar de las mujeres. Seguro que se pueden fabricar m¨¢s ecol¨®gicos. Bienvenidos sean. Mientras tanto, dejen de legislar con la menstruaci¨®n que hay cosas m¨¢s urgentes. No, las mujeres ya no lo aguantan todo.
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