Lo que est¨¢ en juego detr¨¢s de F¨¦lix Salgado
Una cosa es cuestionar las decisiones del INE y otra muy distinta sugerir que desaparezca el arbitraje electoral, lo que conducir¨ªa a un salto al vac¨ªo
El encontronazo entre la presidencia y el movimiento feminista a prop¨®sito de la candidatura al Gobierno de Guerrero de F¨¦lix Salgado Macedonio, el mis¨®gino y presunto abusador de mujeres, ha derivado a una segunda confrontaci¨®n a¨²n m¨¢s aguda y de mayores consecuencias. Ahora el estira y afloja no est¨¢ centrado en las vejaciones de g¨¦nero sino en los presuntos delitos electorales cometidos por Salgado. Si la acusaci¨®n de violar a mujeres no pudo avanzar, s¨ª lo hizo la de violar normas electorales. Y ahora el conflicto no interpela al movimiento feminista sino a las autoridades electorales y, por extensi¨®n, a buena parte de la opini¨®n p¨²blica que considera que el d¨¦bil entramado de instituciones democr¨¢ticas est¨¢ en riesgo ante la hostilidad del Ejecutivo.
Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador ha aprovechado la pol¨¦mica decisi¨®n que asumi¨® el INE al cancelar la candidatura de Salgado Macedonio, para emprender un embate en toda la l¨ªnea en contra del instituto electoral: atribuciones, financiamiento y, sobre todo, integrantes del consejo que lo gobierna. Para sus adversarios ese ataque no solo pone en riesgo el prestigio del ¨¢rbitro y en esa medida la legitimidad de las elecciones; tambi¨¦n asumen que en ¨²ltima instancia lo que est¨¢ en juego es el regreso a un r¨¦gimen presidencialista caracterizado por procesos electorales a modo del soberano, como se estilaba en el pasado.
Desde luego hay motivos puntuales para el desencuentro. F¨¦lix Salgado, en efecto, viol¨® la norma al no entregar el reporte de gastos de precampa?a que exige la legislaci¨®n vigente. El aspirante se escuda en el hecho de que, a diferencia de los dem¨¢s partidos, Morena no contempla un per¨ªodo de precampa?as lo cual, a su juicio, lo exime de tal requisito. Pero al INE le parece, con raz¨®n, que se trata de un eufemismo porque existieron actos p¨²blicos de promoci¨®n expl¨ªcita. Sin embargo, la cifra de gastos en cuesti¨®n es m¨ªnima (19.000 pesos) y se trata de una falta administrativa que podr¨ªa haber ameritado una multa.
La eliminaci¨®n tajante de su candidatura es interpretada por los obradoristas como una decisi¨®n pol¨ªtica malintencionada, porque contrasta con las muchas ocasiones en las que al INE no parecieron importarle delitos graves comprobados, siempre desahogados con sanciones meramente econ¨®micas. En otras palabras, los seis consejeros que votaron para echar a F¨¦lix Salgado de la contienda (otros cinco se opusieron) tienen los argumentos jur¨ªdicos de su parte, aunque tambi¨¦n es cierto que el rigor de la decisi¨®n, en el contexto de un historial usualmente laxo, lleva a pensar en la posibilidad de un sesgo, m¨¢s all¨¢ de que por muchas otras razones el personaje parezca verdaderamente impresentable.
AMLO no necesit¨® de mucho m¨¢s para colocar al INE en su lista de adversarios y, acto seguido, emprender la cruzada santa para destruirlo. Como dice el dicho, el ni?o es risue?o y encima le hacen cosquillas (o en otra versi¨®n: la muchacha es coqueta y le ponen reguet¨®n). En las ¨²ltimas conferencias ma?aneras el presidente ha tomado el tema una y otra vez, ya no solo a prop¨®sito del caso de Guerrero, sino de la pertinencia del INE como tal.
Y es all¨ª donde se abren enormes dudas sobre lo que en realidad est¨¢ en juego. En el fondo, para el presidente se mezclan dos profundos agravios que le llevan a desconocer los m¨¦ritos que muchos otros le atribuyen a esta autoridad electoral. Por un lado, la convicci¨®n de que a ¨¦l mismo le robaron la presidencia en 2006 con la bendici¨®n de ese ¨¢rbitro y compiti¨® en condiciones desventajosas en 2012 frente a violaciones flagrantes de parte de sus adversarios sin que a tales autoridades les importara. En su l¨®gica, la intervenci¨®n del INE, lejos de asegurar la democracia, con sus actos de simulaci¨®n se hace c¨®mplice de los poderes f¨¢cticos para traicionarla.
El segundo agravio se alimenta de un profundo diferendo ideol¨®gico. Mientras que cr¨ªticos e intelectuales acusan que la actitud del presidente constituye un ataque autoritario contra las incipientes instituciones democr¨¢ticas que tan trabajosamente hemos venido construyendo, AMLO argumenta que hist¨®ricamente todo ese andamiaje es una mera faramalla. A sus ojos, las ¨²ltimas dos d¨¦cadas en las que se acentu¨® el modelo neoliberal que propici¨® el aumento de la corrupci¨®n y el dispendio, y no hizo nada para resolver la injusticia social o la desigualdad, es justamente el per¨ªodo en el que se fundan todos estos contrapesos, comisiones aut¨®nomas, ¨®rganos independientes. En teor¨ªa instituciones que favorecer¨ªan una vida m¨¢s democr¨¢tica, pero que en la pr¨¢ctica estaban imbuidas de una concepci¨®n que favorec¨ªa la legitimaci¨®n de un r¨¦gimen que hac¨ªa prosperar a los de arriba mientras condenaba al abandono a los de abajo. En palabras del presidente, democracia que no sirve al pueblo (y por pueblo entiende a los sectores populares que lo apoyan) no es democracia.
Las dos argumentaciones parecer¨ªan constituir una confrontaci¨®n indisoluble entre agua y aceite. Y sin embargo, a ambas les asiste una preocupaci¨®n v¨¢lida. Es cierto que la opini¨®n p¨²blica ilustrada se mostr¨® demasiado conforme con todo este tinglado formal que en papeles nos acercaba al equilibrio de poderes que existe en pa¨ªses democr¨¢ticos, aunque en la pr¨¢ctica segu¨ªa aumentando la corrupci¨®n de las ¨¦lites y la exasperaci¨®n de los desesperados. Demasiado respeto quiz¨¢ para un INE al que se defend¨ªa como si fuese sacrosanto, aunque poco se dijera sobre la manera tan poco edificante como el PRI y el PAN se repart¨ªan en cuotas la designaci¨®n del ¨¢rbitro.
Pero, del otro lado, si bien desde su perspectiva puede explicarse la irritaci¨®n del presidente, sus argumentos conducir¨ªan a un salto al vac¨ªo. Una cosa es cuestionar las decisiones del ¨¢rbitro, o incluso a determinado ¨¢rbitro al que se considera sesgado, y otra muy distinta sugerir que desaparezca el arbitraje. En alg¨²n momento AMLO ha dicho que la ¨²ltima decisi¨®n en materia de elecciones deber¨ªa tenerla el pueblo. El problema es c¨®mo interpretarlo: ?a mano alzada?, ?en encuestas que solo la autoridad conoce?
El problema de fondo y, all¨ª s¨ª, son v¨¢lidas todas las preocupaciones de los cr¨ªticos, es que el presidente se ha atribuido en exclusiva la capacidad para interpretar los deseos del pueblo. AMLO parece estar convencido de que habla y act¨²a en nombre de ¨¦l. ?Para qu¨¦ necesitamos ¨¢rbitro si el pueblo es el que manda y ¨¦l est¨¢ all¨ª para garantizarlo? Pero en esa l¨®gica, ?para qu¨¦ necesitar¨ªamos elecciones?
El presidente puede tener raz¨®n en algunos de sus agravios, pero su argumentaci¨®n abre esos absurdos abismos. ?Hay otras salidas a este encontronazo? S¨ª, aunque eso requerir¨ªa que las dos partes comiencen a escucharse una a la otra. Me temo que no suceder¨¢ pronto.
@jorgezepedap
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