La cuarta transformaci¨®n de Zald¨ªvar
La Suprema Corte parece m¨¢s una carpa de lucha pol¨ªtica y presupuestaria donde se reparten cargos burocr¨¢ticos y se guardan en el caj¨®n los pendientes que pueden lastimar al Gobierno
Arturo Zald¨ªvar va rumbo a su cuarta transformaci¨®n. De abogado brillante a juez constitucional, la primera. De catedr¨¢tico universitario, a amanuense de una consulta popular del Ejecutivo, la segunda. La tercera, de valiente contrapeso al poder presidencial a miembro de comitiva para fotograf¨ªas con el primer Mandatario. El cuarto cambio es el indignante: puede mutar de presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Naci¨®n y del Consejo de la Judicatura Federal a lo mismo, pero espurio. La toga como disfraz.
Mientras Zald¨ªvar dice desconocer la totalidad de la reforma judicial, (en la constitucional, me consta personalmente, no se le movi¨® una coma sin su anuencia, ni siquiera se examin¨® la propuesta del senador Ricardo Monreal de crear una sala especializada en anticorrupci¨®n), la Corte mexicana se da?¨®. Ya no es un Tribunal Constitucional desde donde se regula y defiende a la Carta Magna; parece m¨¢s una carpa de lucha pol¨ªtica y presupuestaria donde se reparten cargos burocr¨¢ticos, se goza de emolumentos p¨²blicos (sus fideicomisos no se tocaron, como muchos de investigaci¨®n cient¨ªfica), y se guardan en el caj¨®n numerosos pendientes de los asuntos litigiosos que raspan o pueden lastimar al Gobierno del presidente L¨®pez Obrador. El affaire Zald¨ªvar desdibuja a la Suprema Corte, sin importar la decisi¨®n personal que tome el juez sobre la extensi¨®n indebida de su mandato. La Corte ya perdi¨®. Quienes veneran a Jos¨¦ Mar¨ªa Morelos, lo volvieron a asesinar porque so?¨® con poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial ¡°divididos¡±, y ¡°vocales¡± que ¡°funcionar¨¢n ?cuatro a?os! turn¨¢ndose, saliendo los m¨¢s antiguos para que ocupen el lugar los nuevos electos¡±.
En el fondo est¨¢ la patrimonializaci¨®n de la carrera judicial, e insisto, la postergaci¨®n de las resoluciones de los grandes temas que el obradorismo impuls¨® y est¨¢n pendientes de resoluci¨®n. Zald¨ªvar quiere estar en el repique de las campanas de catedral y, al mismo tiempo, en las ma?aneras de Palacio Nacional. Quiere ser presidente dual, de la Corte Suprema que solo debe tener los ojos puestos en la Ley Fundamental, y del Consejo de la Judicatura, que promueve los concursos judiciales, sanciona y premia juzgadores, administra el patrimonio del poder judicial, que para el a?o 2021 ascendi¨® a m¨¢s de 64.000 millones de pesos, mientras que la Corte solo gastar¨¢ poco m¨¢s de 5.000 millones. Por cierto, los ministros y ministras pueden nombrar libremente, fuera de la carrera judicial a los integrantes de sus oficinas. La UNAM, concretamente su Instituto de Investigaciones Jur¨ªdicas, ha criticado desde hace a?os esa doble funci¨®n y ha dicho que es fuente de un ¡°presidencialismo judicial¡± y, yo agrego, nido de corrupci¨®n, cuna de conflictos de inter¨¦s, donde se siembran jueces amigos para cosechar sentencias favorables.
Manuel Garc¨ªa-Pelayo, el primer presidente del Tribunal Constitucional espa?ol, despu¨¦s de la dictadura franquista, lo ten¨ªa clar¨ªsimo. La Suprema Corte debe ¡°renunciar a la tentaci¨®n de hacer del Tribunal un ¨®rgano pol¨ªtico, desvirtuando su aut¨¦ntica naturaleza¡±.
?Qu¨¦ hizo Zald¨ªvar sino malabares pol¨ªticos con la pregunta para dizque juzgar a los expresidentes? Pero Garc¨ªa-Pelayo fue m¨¢s profundo y categ¨®rico, y en el acto solemne de constituci¨®n del Tribunal Constitucional en Espa?a, el d¨ªa 12 de julio de 1980, sentenci¨®: ¡°Para quienes integramos el Tribunal, para el Tribunal mismo, la resistencia a esta tentaci¨®n implica el mantenimiento de una firme y constante actitud de renuncia a incurrir en lo que se ha llamado gobierno de los jueces, que es una patente y posible deformaci¨®n del r¨¦gimen democr¨¢tico¡± [las cursivas son m¨ªas].
La cuarta trasformaci¨®n zaldivariana no naci¨® en el Partido Verde Ecologista de M¨¦xico, que casi siempre sigue instrucciones de Palacio Nacional y le regal¨® cinco diputados a Morena, sino de la obsesi¨®n de Arturo Zald¨ªvar de mantener las dos tareas: juzgar la regularidad constitucional y gobernar a los jueces. Importa el control total del Poder Judicial, no las sentencias para que ¡°los pobres sean escuchados y sus reclamos atendidos¡±, como se prometi¨®. De ser cierta esa demag¨®gica aseveraci¨®n, la reforma judicial completa hubiera abarcado la siempre postergada justicia local, la de los Estados de la Rep¨²blica, que con menos presupuesto que la justicia federal atiende m¨¢s asuntos. ?D¨®nde se juzgan homicidios, lesiones, herencias, cumplimiento de contratos mercantiles? ?Y cu¨¢ndo se ha pedido mayor presupuesto para los juzgados locales, muchos de ellos v¨ªctimas de presiones de delincuentes y de sus gobernadores voraces? La justicia federal, la de ¨¦lite, se impuso frente a la justicia m¨¢s pr¨®xima al ciudadano.
La nueva reforma judicial es un monumento a la soberbia, un relumbr¨®n a una und¨¦cima ¨¦poca de sentencias jurisprudenciales, que dictar¨¢n algunos jueces sabios, probos y valientes, con los que ya se molest¨® Zald¨ªvar, pero tambi¨¦n otros jueces venales dispuestos a recibir llamadas para complacer a funcionarios y empresarios poderosos, como ocurr¨ªa cuando gobernaban el PAN o el PRI, en los ¨²ltimos sexenios. La reforma no tiene ning¨²n ant¨ªdoto eficaz a traficar influencias en los juzgados. Las cosas pintan igualito. El panorama es desolador, salvo para quienes planearon y ejecutaron la maniobra anticonstitucional; de ellos ser¨¢n las mieles que escurran de ese poder.
Hace miles de a?os, en la Roma antigua, el Senado claudic¨® ante el emperador, y destroz¨® la Rep¨²blica. Hoy, de concretarse, la cuarta transformaci¨®n de Zald¨ªvar, enfermar¨¢ gravemente al Poder Judicial, llenar¨¢ de incertidumbre al pa¨ªs, y juntos habr¨¢n hecho en palabras de Ignacio Ellacur¨ªa ¡°coprohistoria¡±.
Germ¨¢n Mart¨ªnez C¨¢zares es senador por Morena.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S M¨¦xico y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este pa¨ªs
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.