Pens¨¢ndolo bien, perdimos todos los mexicanos
Much¨ªsimos ciudadanos nos vimos orillados, en estos comicios, a elegir ¡°lo menos peor¡±. Y la reconfiguraci¨®n del poder no permite suponer que la cosa vaya a mejorar en las presidenciales de 2024
Este domingo 6 de junio, las casillas mexicanas recibieron a millones de electores y las redes se desbordaron con im¨¢genes de personas sonrientes, mostrando sus pulgares cubiertos por tinta indeleble: la marca del votante. Uno le¨ªa, ac¨¢ y acull¨¢, mensajes que hablaban de los comicios, a estas alturas, como de ¡°la fiesta de la democracia¡±. Y no quedaba m¨¢s que ponerse a meditar.
Vaya resistencia asombrosa que tenemos en este pa¨ªs, al que tantas veces se ha porfiado en hacer desistir de la democracia como posibilidad. Vaya manera de tantos mexicanos de sostener el optimismo en medio del hurac¨¢n. Pero ?tenemos motivos para estar contentos, m¨¢s all¨¢ de esa ret¨®rica celebratoria, y de la maravilla que signific¨® el trabajo voluntario de esos millones de ciudadanos que se encargaron de llevar a cabo la operaci¨®n de las votaciones?
Habr¨¢ alegr¨ªa entre quienes ganaron, desde luego, y entre quienes se ver¨¢n beneficiados por sus victorias (y esos beneficios pueden ser contantes y sonantes, en forma de empleos y contratos, o, si uno es nom¨¢s un creyente en ¡°la causa¡±, digamos que ser¨¢n casi puramente espirituales, pero quien quite y se disfruten igual). Y habr¨¢ acusaciones, juicios, impugnaciones. Porque lo que se jug¨® fue el equilibrio del poder institucional y eso, para los pol¨ªticos, lo representa todo. Nuestras penurias como ciudadanos comunes vienen, si acaso, detr¨¢s.
El saldo de la jornada, m¨¢s all¨¢ del recuento de altas y bajas concretas en el Congreso, los Estados y los municipios, sin embargo, es claramente el peor posible para el pa¨ªs. En t¨¦rminos de vida democr¨¢tica, con elecciones como estas perdimos todos. Y solo basta hacer un breve recuento para constatarlo.
El crimen organizado intervino en las campa?as desde el primer minuto y se emple¨® a fondo. Decenas de candidatos y personal de los partidos fueron asesinados. Otros m¨¢s fueron privados de la libertad. Y los amenazados, presionados y aterrados suman una legi¨®n. La violencia, ense?oreada de cada parcela de la vida nacional, dej¨® sus huellas tambi¨¦n en la elecci¨®n. ?Alguien ser¨¢ tan c¨¢ndido de pensar que su influencia se termina all¨ª y su pie no seguir¨¢ a fondo encima de la pol¨ªtica de decenas y decenas de municipios?
No acaba la cosa ah¨ª. La polarizaci¨®n pol¨ªtica tambi¨¦n se cobra un precio en la gente. No todo se trata de que no haya acuerdos ¨²tiles en el Congreso (ni se espera que lleguen, dado que un parte importante del electorado vot¨® para estorbar la hegemon¨ªa de Morena y la otra parte, para ampliarla), sino que la propia ciudadan¨ªa mexicana ha adoptado e incorporado en su vida cotidiana una divisi¨®n en facciones cada vez m¨¢s irreconciliables. El odio pol¨ªtico metido en las casas, en los grupos de amigos, en los trabajos y escuelas, siempre es una p¨¦sima se?al. Es en ese tipo de conflictos en la escala dom¨¦stica, que inoculan de grilla la vida diaria, en los que se cocinan las grandes discordias de los estados. Un pa¨ªs ya exhausto por el crimen, la impunidad y la desigualdad no se va a curar con virulencias partidistas.
Finalmente, la irrupci¨®n de figuras que tienen m¨¢s de ¡°influencers¡± que de gestores p¨²blicos, (como Samuel Garc¨ªa en Nuevo Le¨®n), y un notorio porcentaje de los nuevos diputados, podr¨¢ ser todo lo exitosa que se quiera en t¨¦rminos de captar sufragios, pero, a fin de cuentas, le da unos tintes f¨¢rsicos a una pol¨ªtica de por s¨ª acostumbra habitar los subsuelos del simplismo.
Much¨ªsimos ciudadanos nos vimos orillados, en estos comicios, a elegir ¡°lo menos peor¡± en la oferta de las boletas. Y la reconfiguraci¨®n del poder y las maniobras pre y post electorales de los partidos no permiten suponer que la cosa vaya a mejorar en las presidenciales de 2024. Al contrario: es de temerse que la jornada de ayer fue el banderazo de salida para un circo a¨²n m¨¢s alarmante y todav¨ªa m¨¢s sangriento.
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