C¨¢rdenas y L¨®pez Obrador, la rivalidad oculta
El presidente ha hecho lo necesario para que su movimiento no tenga deudas hist¨®ricas con los C¨¢rdenas; y m¨¢s significativo a¨²n, para no correr el riesgo de que el cardenismo se convirtiera en heredero del obradorismo
Podr¨ªa hacerse un libro sobre la relaci¨®n entre el obradorismo y el cardenismo. O, mejor dicho, sobre la ausencia de una relaci¨®n. Habr¨ªa razones personales e ideol¨®gicas para que el movimiento pol¨ªtico del actual presidente asumiera la obra de L¨¢zaro C¨¢rdenas y la de su hijo Cuauht¨¦moc como columnas fundantes, como pr¨®logos de su propia obra transformadora. Pero no es as¨ª, lo cual no deja de sorprender, aunque tiene una explicaci¨®n.
De todos los presidentes del siglo pasado o del actual, el general L¨¢zaro C¨¢rdenas (1934-1940), es el ¨²nico que Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador podr¨ªa considerar un precursor, pero no lo hace. Hace casi 90 a?os C¨¢rdenas introdujo reformas a¨²n m¨¢s radicales y en la misma direcci¨®n que lo hace el Gobierno de la Cuarta Transformaci¨®n. La expropiaci¨®n petrolera, un profundo reparto agrario y otras medidas a favor de los m¨¢s necesitados, fueron los pilares del priismo con conciencia social y pasi¨®n nacionalista al que el actual presidente hace referencia con cierta nostalgia. Era otro M¨¦xico y otro contexto internacional, pero lo que hizo el Gobierno de C¨¢rdenas desmontando latifundios y expulsando a las transnacionales petroleras, tiene un valor enorme en momentos en los que las metr¨®polis a¨²n se sent¨ªan con derecho a redactar nuestras constituciones y la Standar Oil y similares depon¨ªan gobiernos.
Podr¨ªa argumentarse que L¨®pez Obrador prefiri¨® tomar distancia de las muchas versiones que con el tiempo adquiri¨® la reforma agraria. El cardenismo acab¨® sirviendo como discurso legitimador lo mismo para ¡°un barrido que para un regado¡±. En un valle serv¨ªa como narrativa soliviantadora para oponerse a los caciques; en el siguiente valle serv¨ªa justamente para justificar el control de agraristas devenidos en caciques.
Con todo, llama la atenci¨®n las escasas menciones del presidente sobre la figura del General durante su reiterado recorrido verbal por el pante¨®n de los h¨¦roes, al que es tan afecto. Los padres de la Independencia, adem¨¢s de Benito Ju¨¢rez y Francisco I. Madero, son las referencias obligadas, pero no C¨¢rdenas, salvo el 18 de marzo, aniversario de la expropiaci¨®n (tampoco suele ser mencionado Emiliano Zapata, el m¨¢s humilde de los revolucionarios, aunque eso merecer¨ªa otro art¨ªculo). Parad¨®jicamente, el presidente recuerda con mayor frecuencia a Francisco Jos¨¦ M¨²jica, secretario de Econom¨ªa del Gabinete de C¨¢rdenas, que a este ¨²ltimo.
Con el caso de Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas el vac¨ªo que L¨®pez Obrador hace es aun mas evidente. El hijo del general fue decisivo en la biograf¨ªa pol¨ªtica de L¨®pez Obrador, al menos en dos momentos. En los a?os ochenta, el ahora presidente acept¨® un puesto en el Instituto Federal del Consumidor en la Ciudad de M¨¦xico, a manera de exilio pol¨ªtico tras la experiencia frustrada de cambiar al PRI tabasque?o. Luego de varios a?os en esa posici¨®n, parec¨ªa destinado a fundirse en las filas de la burocracia federal. Pero en 1988 C¨¢rdenas y Porfirio Mu?oz Ledo, entre otros, lanzaron desde la disidencia del PRI una propuesta independiente para disputar la presidencia a Carlos Salinas. Consideraban que los tecn¨®cratas hab¨ªan desnaturalizado al partido oficial. A instancias de Graco Ram¨ªrez, Cuauht¨¦moc convenci¨® a L¨®pez Obrador de regresar a la pol¨ªtica, en calidad de candidato a gobernador de Tabasco por el reci¨¦n creado Frente Democr¨¢tico Nacional. Se requiri¨®, incluso, una segunda cita por las reservas que generaba en la familia abandonar la solidez de un empleo en aras de una aventura peregrina. Lo dem¨¢s es historia.
Un segundo momento es el encumbramiento de L¨®pez Obrador, primero como presidente del PRD nacional y luego como candidato victorioso a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de M¨¦xico. Y si bien tal encumbramiento obedece esencialmente a m¨¦ritos del propio L¨®pez Obrador, habr¨ªa que reconocer que en toda esa coyuntura Cuauht¨¦moc era, por mucho, la principal figura del movimiento: alcalde de la Ciudad de M¨¦xico y candidato a la presidencia del pa¨ªs en varias ocasiones. No necesariamente que el tabasque?o haya sido su delf¨ªn, pero sin duda se requiri¨® de la aprobaci¨®n t¨¢cita, o de la ausencia de resistencia, de parte de C¨¢rdenas, para que aqu¨¦l se convirtiera en su sucesor en la capital del pa¨ªs.
Nunca estall¨® entre ellos un pleito abierto. No hab¨ªa con qu¨¦. Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas siempre ha sido un hombre austero, honesto y recogido en s¨ª mismo, cuyo protagonismo ha tenido que ver m¨¢s con su circunstancia que con su ambici¨®n de poder. Ni como gobernador de Michoac¨¢n, todav¨ªa en el PRI, se caracteriz¨® por una administraci¨®n que hiciera historia, ni como candidato presidencial derrotado y presuntamente despojado reaccion¨® desde la oposici¨®n. Algo en ¨¦l lleva a recordar, y no solo por la fisonom¨ªa, al pr¨ªncipe Carlos de Gales.
Este martes L¨®pez Obrador invit¨® por vez primera a Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas a un acto p¨²blico de la 4T. El ¨²ltimo registro de una reuni¨®n data del 3 de julio de 2018, cuando C¨¢rdenas fue a felicitar al tabasque?o por su triunfo, todav¨ªa en la casa de campa?a. Nunca m¨¢s durante su presidencia. Y no se trat¨® solo de un distanciamiento prudente. En un par de ocasiones el ingeniero se?al¨® que el Gobierno de L¨®pez Obrador no era de izquierda, en clara referencia a su incomodidad con el estilo o las decisiones de su ex correligionario.
El affaire entre el cardenismo y el obradorismo tiene en L¨¢zaro C¨¢rdenas Batel una tercera vuelta de tuerca. El nieto del general e hijo del ingeniero, tercero en el linaje pol¨ªtico, es el jefe de asesores de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Un puesto que lo dice todo. A sus 57 a?os y con la experiencia de haber sido gobernador, senador y diputado local, L¨¢zaro II ten¨ªa m¨¢s merecimientos pol¨ªticos que la mayor parte de las figuras que hoy ocupan secretar¨ªas de Estado. Un jefe de asesores de la presidencia es un puesto que puede ser tan poderoso o in¨²til como lo decida personalmente y en cada momento el soberano. Y est¨¢ claro que otros funcionarios de la presidencia asumieron tareas de responsabilidad directa en el manejo pol¨ªtico de proyectos fundamentales de la 4T. No as¨ª el heredero del cardenismo. Y m¨¢s relevante a¨²n, el jefe de asesores carece de visibilidad pol¨ªtica para el gran elector. De haber sido ministro de Estado, C¨¢rdenas Batel hoy ser¨ªa un nombre obligado en las listas de aspirantes para suceder a AMLO. De alguna manera este se ha asegurado de que no sea el caso.
En suma, por razones pol¨ªticas, no exentas de orgullo y competencia personal probablemente, el presidente hizo lo necesario para que su movimiento no tuviera deudas hist¨®ricas con los C¨¢rdenas; y m¨¢s significativo a¨²n, para no correr el riesgo de que el cardenismo se convirtiera en heredero del obradorismo.
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