Periodistas en peligro de extinci¨®n
Frente a los embates de L¨®pez Obrador los profesionales de la informaci¨®n nos hemos ¡°desprofesionalizado¡± y eso en ¨²ltima instancia atenta contra nuestra raz¨®n de ser
Al periodismo en M¨¦xico le llueve sobre mojado. Un presidente que lo ataca todos los d¨ªas y un mundo digitalizado en el cual nadie quiere pagar por la informaci¨®n, que ahora es gratuita. Lo primero, la belicosidad presidencial, ha hecho trizas el supuesto esp¨ªritu de imparcialidad y equilibrio que el periodismo tendr¨ªa que profesar; lo segundo, la blogosfera y las redes sociales, han puesto en jaque la noci¨®n misma del oficio period¨ªstico. Durante los ¨²ltimos 150 a?os la informaci¨®n ha sido una mercanc¨ªa generada y distribuida por medios de comunicaci¨®n y periodistas que han vivido de ella, como cualquier otro sector valorado por la sociedad. Pero ese modelo de negocio se ha colapsado ahora que todo circula en redes sociales y cada persona se ha convertido en informador y opinador del mundo real. Me parece que el periodismo mexicano est¨¢ respondiendo de manera equivocada a esta doble crisis. Y si no lo corregimos a tiempo, estaremos acelerando nuestra propia obsolescencia.
Por un lado est¨¢ el problema de la polarizaci¨®n pol¨ªtica. El presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador est¨¢ convencido de que las cr¨ªticas a su persona y a su Gobierno, ventiladas en los medios, obedecen a razones espurias: la defensa de privilegios por parte de las ¨¦lites y la molestia por las partidas publicitarias perdidas. Y en la medida en que AMLO interpreta estos ataques como una defensa inmoral por parte de conservadores que se oponen a un cambio a favor de los pobres, se siente obligado a ejercer un derecho de r¨¦plica para contraargumentar, aclarar confusiones, disipar infundios y calumnias. Desde su perspectiva eso justifica dedicar buena parte de la conferencia matutina a descalificar a medios y a hacer listas de periodistas buenos y malos. El presidente no parece estar consciente de la desproporci¨®n que representa el poder del soberano frente a un columnista o a un peri¨®dico al que dirige su c¨®lera o su burla.
Decir que esto ha dado lugar a una relaci¨®n tirante es quedarse corto. Ambos se han convertido en pluma de vomitar rec¨ªproca. En otras ocasiones he abundado en las razones por las cuales esta polarizaci¨®n resulta da?ina para el propio presidente, entre otras cosas porque propicia la desconfianza que destruye el ambiente de inversi¨®n necesario para generar los empleos que requieren los pobres a los que defiende el Gobierno.
Pero el da?o que la propia prensa se produce a s¨ª misma no es menor. Frente a los embates presidenciales los profesionales de la informaci¨®n nos hemos ¡°desprofesionalizado¡± y eso en ¨²ltima instancia atenta contra nuestra raz¨®n de ser. Columnas, primeras planas de los diarios y noticieros de radio y televisi¨®n se han convertido en un inventario de todo aquello que pueda cuestionar la imagen y el desempe?o del Gobierno. En algunos casos consiste simplemente en una recopilaci¨®n unilateral de la informaci¨®n (solo aquello que es da?ino a AMLO); en otros peores, hay un tratamiento descontextualizado o sesgado para mostrar el car¨¢cter nefasto de la Cuarta Transformaci¨®n.
Hay motivos para que L¨®pez Obrador se sienta irritado por la manera en que lo trata la prensa, pero eso no justifica una obsesi¨®n personal en contra de medios y periodistas. De la misma forma, hay razones para que peri¨®dicos y columnistas se sientan agraviados frente a los embates del poder, pero eso no justifica convertirse en activista pol¨ªtico. Si cedemos a la tentaci¨®n y derivamos hacia una prensa partisana y partidista, dejamos de ser cronistas y traicionamos nuestra raz¨®n de ser: informar sobre las contradicciones de la realidad, comunicar a la comunidad consigo misma en toda su diversidad, formar una opini¨®n p¨²blica incluyente y tolerante a los distintos proyectos de naci¨®n que alberga una sociedad.
Nos quejamos del hecho de que Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador no supo ser presidente de todos los mexicanos y gobern¨® esencialmente para lo que ¨¦l llama su pueblo. Mal har¨ªamos columnistas, prensa y comunicadores en hacer lo mismo e informar de solo aquello que coincida con lo que opinan nuestros auditorios. Es decir, seleccionando la informaci¨®n para solo los que piensan como nosotros.
No se trata de pretender ser objetivos e imparciales, porque toda lectura de la realidad, incluso para informar, entra?a una forma de interpretaci¨®n. Eso siempre ha sido as¨ª. Pero al menos intentar hacer el trabajo period¨ªstico a partir de los c¨®digos profesionales que siempre nos han protegido para no hacer pol¨ªtica o propaganda en la tarea de informar: verificar, dar cuenta de las varias versiones que tiene todo hecho, ofrecer contextos.
Del segundo reto tampoco hemos salido muy bien parados. Si en el caso del embate de L¨®pez Obrador la prensa incurri¨® en una imitaci¨®n espejo y acab¨® polarizada en la acera de enfrente; en la amenaza que representan las redes sociales igualmente terminamos por imitarlas, convirti¨¦ndonos en una versi¨®n similar con la salvedad de que lo hacemos en las viejas plataformas. La investigaci¨®n period¨ªstica, el abordaje de los temas trascendentes, la mesura en el tratamiento de la informaci¨®n, dio lugar a la estridencia y el negativismo que caracterizan a la blogosfera, el infoentretenimiento, la frivolidad y el morbo. ¡°Vende¡± m¨¢s una nota sensacionalista cargada de adjetivos y construida sobre las rodillas que un reportaje de fondo; tiene m¨¢s ¨¦xito una columna de opini¨®n nutrida de descalificaciones sumarias que empatan con odios y pasiones que otra que intenta matizar o entender la verdadera naturaleza de esas pasiones.
En suma, en momentos en que el periodismo se encuentra contra la pared, no solo por la polarizaci¨®n que nos politiza, tambi¨¦n por la vulgarizaci¨®n que nos frivoliza, tendr¨ªamos que revisar el periodismo que estamos haciendo. Nunca como ahora el mundo hab¨ªa necesitado de ¡°curadores¡±, de notarios de la realidad que permitan dar cuenta de aquello que es importante y trascendente, para que la comunidad entienda los problemas que enfrenta y est¨¦ en condiciones de tomar las mejores decisiones.
Si el oficio period¨ªstico habr¨¢ de sobrevivir lo har¨¢ manteni¨¦ndose fiel a las premisas que lo convirtieron justamente en eso, un oficio. Pero no lo conseguiremos si seguimos la moda de imitar a las redes sociales solo porque son populares o convertirnos, solo porque el poder nos agravia, en un actor pol¨ªtico m¨¢s en la tarea de insultar y descalificar. Todo eso sobra en las redes sociales y es gratis. Si queremos prevalecer, habr¨ªa que regresar al buen periodismo, sometido a los c¨®digos que hicieron de esta tarea una profesi¨®n digna y socialmente necesaria.
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