El obradorismo que viene
Entre m¨¢s se denuncian los ¡°males¡± de la Cuarta Transformaci¨®n m¨¢s se polariza la opini¨®n p¨²blica, pero no necesariamente disminuye el n¨²mero de simpatizantes
Para muchos no resultar¨¢ un pensamiento tranquilizador, pero m¨¢s convendr¨ªa asumir que el obradorismo lleg¨® al poder para quedarse un buen rato. Los consistentes niveles de aprobaci¨®n que mantiene Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador (por encima de 60%, pese a la pandemia y la consecuente crisis) y el estado calamitoso en el que se encuentra la oposici¨®n, pr¨¢cticamente le garantizan al movimiento un sexenio m¨¢s en el poder.
Algunos podr¨ªan objetar que el apoyo, incluso fervor, del que goza AMLO, no necesariamente habr¨¢ de trasladarse a su posible delf¨ªn; despu¨¦s de todo, ¨¦l no ser¨¢ el candidato en campa?a. Pero eso no pasa de ser una peregrina esperanza de los anti lopezobradoristas, porque en realidad ¨¦l s¨ª estar¨¢ en campa?a en el ¨²ltimo tramo de su sexenio, de la misma forma que lo ha estado a todo lo largo de estos a?os. Sin importar el candidato del que se trate, AMLO asumir¨¢ que la elecci¨®n del 2024 entra?a una valoraci¨®n definitiva de su gesti¨®n por parte del electorado y, en cierta manera, constituir¨¢ un triunfo o una derrota de su presidencia.
Otros podr¨ªan argumentar que el desgaste natural del gobierno y los errores reales y presuntos cometidos por su administraci¨®n, terminar¨¢n por derrumbar estos niveles de popularidad antes del verano de 2024, abri¨¦ndose as¨ª una oportunidad para el triunfo de la oposici¨®n. Pero francamente, tal desplome no se atisba por ning¨²n lado. Entre m¨¢s se denuncian los ¡°males¡± de la Cuarta Transformaci¨®n m¨¢s se polariza la opini¨®n p¨²blica, pero no necesariamente disminuye el n¨²mero de simpatizantes. Es decir, crece el encono y el rechazo entre la poblaci¨®n inconforme, pero no parece hacer mella en los sectores populares. Por el contrario, todo indica que la cr¨ªtica de la prensa y entre los sectores medios y altos, confirma al ¡°M¨¦xico de abajo¡± que el presidente habla en su nombre.
Para los que no profesan especial cari?o por L¨®pez Obrador esta perspectiva transexenal no es una buena noticia. Pero podr¨ªa serlo si asumimos que, en cualquier escenario, la siguiente versi¨®n del obradorismo podr¨ªa ser, a sus ojos, m¨¢s benigna (o menos maligna, si as¨ª se prefiere). A diferencia de las series de televisi¨®n, muy probablemente la segunda temporada constituya una edici¨®n mejorada de la primera. Dos circunstancias llevar¨ªan a pensarlo. Por un lado, francamente AMLO solo hay uno y se trata de un fen¨®meno pol¨ªtico irrepetible, para fortuna de los que lo detestan y para infortunio de los muchos que lo aprecian. Por circunstancias hist¨®ricas singulares, por el largo periplo de ¨¦xitos y derrotas, y por una carism¨¢tica personalidad en sinton¨ªa con el mexicano de a pie, el tabasque?o es una avis rara en el espectro pol¨ªtico. El ¨²nico personaje p¨²blico que parece estar blindado frente a los ataques y no estar sujeto al pago de facturas por sus errores. Quien le suceda no tendr¨¢ estos atributos y, en esa medida, estar¨¢ obligado a una gesti¨®n m¨¢s incluyente y con mayor apertura a la negociaci¨®n si desea mantener niveles m¨ªnimos de aprobaci¨®n de cara a la gobernabilidad. Por lo menos en teor¨ªa.
Pero quiz¨¢ a¨²n m¨¢s importante para efectos del obradorismo que viene, es que los candidatos previsibles, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, son cuadros profesionales probados en la administraci¨®n p¨²blica. Ambos con la experiencia de haber sido alcaldes de la Ciudad de M¨¦xico, entre otras cosas, y ninguno con el turbulento lastre de haber pasado la vida a contracorriente como activista pol¨ªtico de oposici¨®n. A diferencia de AMLO, ninguno de ellos tendr¨ªa motivos para sentirse v¨ªctima de la mafia en el poder y, por consiguiente, sin razones para encabezar una presidencia tan beligerante y polarizada. Por el contrario, se trata de funcionarios modernos, urbanos, con m¨¢s mundo que su predecesor. Ella, Sheinbaum, m¨¢s de izquierda que Ebrard quien, por su parte, ser¨ªa m¨¢s identificado con el centro ideol¨®gico. Pero ambos caracterizados por su esp¨ªritu pr¨¢ctico y su capacidad t¨¦cnica. Francamente no se ven figuras de esta experiencia o calibre entre la oposici¨®n o en la vida p¨²blica en general, para efectos de una candidatura.
Y, por otro lado, m¨¢s all¨¢ de personalidades, el momento que enfrentar¨¢ el siguiente ¡°obradorista¡± es distinto al que vivi¨® el fundador del movimiento. AMLO lleg¨® al poder impulsado por la rabia de las mayor¨ªas inconformes frente a los excesos y las frivolidades de gobiernos anteriores. Nunca dej¨® de sentirse vocero y catalizador de esta exasperaci¨®n. El mayor reproche que podr¨ªa hac¨¦rsele es que antes que sentirse el presidente de todos los mexicanos, asumi¨® que ten¨ªa la obligaci¨®n moral de invocar los reclamos y resentimientos generados en tantos a?os de injusticia.
Pero tras un sexenio de eso, quien venga tendr¨¢ que instalarse en la l¨®gica del reparador. Despolarizar lo que se polariz¨®, tender puentes para encontrar zonas de entendimiento, resta?ar heridas y limar excesos. Obviamente eso tendr¨¢ que hacerlo sin perder o enajenar la base social del obradorismo, pero en principio podr¨ªa pensarse que ello no requiere encender la pradera en cada ma?anera.
No hay garant¨ªas de lo anterior, desde luego. Pero lo cierto es que ambos, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, son funcionarios p¨²blicos antes que ide¨®logos. Saben que para mejorar la condici¨®n de los pobres el pa¨ªs necesita prosperar y para eso requiere la construcci¨®n de un clima econ¨®mico favorable a la inversi¨®n.
AMLO fue el explorador que incursion¨® en terrenos v¨ªrgenes con machete en mano, abri¨¦ndose paso a codazos y dentelladas. Eso nunca es elegante. Pero el pr¨®ximo presidente edificar¨¢ sobre una superficie ya desmontada en lo que respecta a la agenda social. En teor¨ªa, una vez realizada la obra negra, la edificaci¨®n podr¨ªa ser m¨¢s limpia.
?Cu¨¢n pendular ser¨¢ ese cambio? ?Ser¨¢ una administraci¨®n que los radicales o puros consideren una traici¨®n a los principios obradoristas o meramente una versi¨®n m¨¢s incluyente? ?Un obradorismo m¨¢s light pero con mayor capacidad de construir sobre las bases dejadas por el fundador? Probablemente es la misma pregunta que se hace L¨®pez Obrador en sus desvelos, y la que tendr¨¢ presente cuando deshoje la margarita respecto a su sucesor. En cualquier caso, tengo la impresi¨®n de que cualquiera de ellos ser¨¢ una buena apuesta para el futuro inmediato.
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