El pausado
?Significa la pausa hispano-mexicana la veda al mole y la prohibici¨®n de la paella? ?Ser¨¢ que se proh¨ªba hablar espa?ol en territorio mexica o se cancele la palabra tiza en las escuelas espa?olas?
Un hombre de la tercera edad ¨Ccon diversos pendientes y problemas encima¡ªlanza como exabrupto para empezar el d¨ªa un deseo, capricho o antojo que resulta en disparate, desprop¨®sito y desgracia. Al filo del alba, postula una pausa en las relaciones que existen entre M¨¦xico y Espa?a; diplom¨¢ticos, ling¨¹istas y lenguados de ambos lados del oc¨¦ano Atl¨¢ntico viven entonces el confuso remolino etimol¨®gico de acentuar o atenuar el dicho. Para no desdecir lo dicho, el se?or que propuso la pausa intenta mitigar su acepci¨®n como interrupci¨®n o ruptura y acota que su intenci¨®n es no m¨¢s que una protesta fraterna (lo cual podr¨ªa ocupar los desvelos de psiquiatras y psicoanalistas que estudien los terribles y lamentables casos en los que un hermano pone en pausa al Otro con o sin violencia).
Conjeturas aparte, poco importa que el pretexto de pausa sea el justificado hartazgo o injustificada cargada contra empresas y consorcios, entidades bancarias e inversionistas ib¨¦ricos en tierra azteca, pues en vez de fincar responsabilidades judiciales (que para eso est¨¢n las leyes) y revelar complicidades y corruptelas (que para eso se pintan algunos) el Pausado pide pausa de evasi¨®n, silencio en vez de di¨¢logo y en la calle m¨¢s de uno evoca palabras como para, p¨¢rale, detente, ¡®spera y aguanta, mientras en las c¨²pulas de la burocracia se confirma que no hay traducci¨®n formal en la jerigonza oficial: no hay liturgia que dicte que con la pausa se cierran las respectivas embajadas, se cancelan contratos e inversiones, se liquidan empresas o si quedan en vilo los m¨¢s de 30.000 mexicanos que viven en Espa?a y los casi 200.000 espa?oles que viven en M¨¦xico¡ no se habla de auditar, confirmar o cancelar los elevad¨ªsimos n¨²meros de las econom¨ªas compartidas y a muchos ciudadanos de M¨¦xico y Espa?a el silencio aplastante de una pausa les parece un ruido ensordecedor de necedades, un eslab¨®n m¨¢s en la reciente y rid¨ªcula polarizaci¨®n pol¨ªtica y s¨ª, tambi¨¦n, una minor¨ªa peninsular y una minor¨ªa mexicana que quiz¨¢ vienen deseando ponerle pausa a la zarzuela o al mariachi, a los sonetos engolados o versos de una monja atrevida, a la chilena de Hugo y la gambeta del Buitre, al brinquito de Cantinflas o las casta?uelas de los Churumbeles, al temple de Silverio y el lance de Gaona o al sismo de Belmonte y el muletazo que lleva el nombre de Manolete¡
?Significa la pausa hispano-mexicana la veda al mole y la prohibici¨®n de la paella? ?Ser¨¢ que se proh¨ªba hablar espa?ol en territorio mexica o se cancele la palabra tiza en las escuelas espa?olas, por ser de origen n¨¢huatl? ?Tendremos que borrar en la memoria el cuadro de Las Meninas y los murales de Diego Rivera? Quiz¨¢ se celebre el silencio obligatorio para algunas canciones de Mocedades o Julio Iglesias, pero dudo que se callen los himnos de Jos¨¦ Jos¨¦, Juan Gabriel o la filosof¨ªa de Jos¨¦ Alfredo¡ convoquemos un c¨®nclave sobre la denominaci¨®n de origen para el chorizo y la morcilla o declaremos un decreto inamovible para que jam¨¢s se le digan callos a la madrile?a a la moronga o menudo y que se forme un comit¨¦ neutral de pa¨ªses sin e?e para delimitar el color del lim¨®n, la genealog¨ªa del tomate, el verdadero nombre de la patata y batata, camote o papa¡ por no mencionar la sutil censura del Quijote de Cervantes y de retro, Piedra de Sol de Octavio Paz.
Con todo, la pausa propuesta es af¨ªn a la costumbre discursiva del Pausado: ralentizar frases como gui?o de reflexi¨®n o an¨¢lisis, precauci¨®n fincada en pausas al habla y quiz¨¢ tambi¨¦n al andar o masticar alimentos como abono a la digesti¨®n o posible sosiego. Las pausas logran distraer el decurso de una tormenta y de ciertas sinfon¨ªas, mitigan el ruido de los dimes y diretes, los bretes y no pocas verg¨¹enzas, pero las pausas tambi¨¦n rompen enlaces, condicionan noviazgos y en el f¨²tbol la pausa del VAR ha eliminado mucha magia del azar en el juego, ciertas pausas pugil¨ªsticas empujan a tirar la toalla y s¨ª, en m¨¢s de una faena se celebra la pausa que interrumpe el tedio o la trama de la lidia, sea de p¨¢rrafos o toros bravos. El pausado escuda de todo embrollo al pueblo espa?ol v¨ªctima del franquismo, lo cual es encomiable aunque trasnochado: el enano del palio muri¨® hace 49 a?os y ser¨ªa mejor celebrar el ejemplo de la Constituci¨®n Espa?ola o el modelo multicultural, plural y democr¨¢tico de la Espa?a de este siglo: diversidad de voces (Vox incluido) y Democracia con may¨²scula (con todo y dos reyes), as¨ª como se supone que no deber¨ªa seguir tan vigente el lastre de las d¨¦cadas del PRI, el laberinto de la corrupci¨®n y el imperio del narcotr¨¢fico como s¨ªmbolos exclusivos y excluyentes en el retrato del M¨¦xico en pausa.
Lo cierto es que la pausa en cuesti¨®n ha provocado una vehemencia que intenta limitar la demencia y de manera muy respetuosa los funcionarios de trinchera han subrayado que toda pausa propuesta de ma?anera no tiene peso de decreto o declaraci¨®n de intenci¨®n (con lo cual hay que agradecer que Vladimir Putin no acostumbra ma?anear la tensi¨®n con Ucrania y la OTAN)¡ y en el fondo, es m¨¢s de lo mismo: la Embajada de M¨¦xico en Espa?a seguir¨¢ ac¨¦fala y en pausa, as¨ª como la funci¨®n de Agregado Cultural seguir¨¢ sin representante y el Instituto de M¨¦xico en Espa?a proseguir¨¢ haciendo milagros sin presupuesto desde hace m¨¢s de un a?o y el muy enrevesado y enredado desmadre de la n¨®mina de trabajadores mexicanos y locales que all¨ª laboran seguir¨¢ en un limbo pendiente¡ pero Nada ni Nadie pondr¨¢ en pausa jam¨¢s al Son de la Negra que resuena muy a menudo en plazas ib¨¦ricas o los Suspiros de Espa?a que llegaron en un barco llamado Sinaia; Nada ni Nadie pone pausa al infinito diccionario que nos une y distingue, a los sabores y sazones que nos multiplican, al ¨®leo y acuarela de un inmenso mural que cubre nuestros mares y a las irrefrenables ganas que nos dan ¡ªen ambos lados del charco¡ª de re¨ªrnos a carcajadas por los mismos chistes, postrarnos en silencio antes con creencias compartidas y dolernos por heridas o cicatrices que nos marcan a ambos pueblos desde hace cinco siglos.
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