Signos resignificados: otra estatua derribada
Las esculturas tienen poco que ver con las personas que las inspiran y m¨¢s con quienes las erigen o derriban
Historia no es lo mismo que memoria. Ambas son relatos sobre el pasado, pero con caracter¨ªsticas diferentes, incluso opuestas. La primera tiene un doble significado. El diccionario la define como narraci¨®n y exposici¨®n de acontecimientos (contamos historias) y por su origen griego significa indagaci¨®n, pesquisa. La investigaci¨®n es fundamental en el relato de la historia, pues pretende explicar. La memoria tiene otras metas, de all¨ª que no requiera la verificaci¨®n de lo que cuenta.
El lunes 14 de febrero de 2022, un grupo de comuneros en Morelia, Michoac¨¢n, derrib¨® la estatua del obispo Antonio de San Miguel y la decapit¨®. Este acontecimiento se suma a una serie m¨¢s larga que varias comunidades han promovido en diversas partes del continente. Desde octubre de 2021, el Congreso Nacional Ind¨ªgena-Concejo Ind¨ªgena de Gobierno (CNI-CIG) promovi¨® el retiro del monumento. Parec¨ªa que hab¨ªa llegado a un acuerdo con las autoridades locales para retirarlo, pero luego de varias semanas, continuaba all¨ª.
En un comunicado, el CNI-CIG justific¨® el derribo del monumento por mostrar a un grupo de ¡°pur¨¦pechas, sin camisa y con su vestimenta desgastada, labrando y cargando piedras, en evidente sometimiento por un conquistador que parece dirigir la indignante obra¡±. Aquella estatua representar¨ªa la ¡°esclavitud¡± y el ¡°genocidio¡±.
Las estatuas tienen poco que ver con las personas que las inspiran y m¨¢s con quienes las erigen o derriban. Nacido en Santander, el jer¨®nimo fray Antonio de San Miguel hizo carrera eclesi¨¢stica en Am¨¦rica, primero como obispo de Comayagua y luego de Michoac¨¢n, a donde lleg¨® en 1794. Enfrent¨® una tremenda crisis agraria. Promovi¨® la compra de ma¨ªz para ayudar a ¡°las clases menesterosas¡±, introdujo m¨¦todos m¨¢s productivos de labranza, impuls¨® la construcci¨®n del acueducto. Antes de morir, en 1804, elabor¨® un memorial en el que propon¨ªa, entre otras cosas, la abolici¨®n de la esclavitud, del sistema de castas y de los tributos. Esas propuestas las recuper¨® el siguiente obispo, Manuel Abad y Queipo, y el cura Miguel Hidalgo.
Cuando se erigi¨® el monumento, a mediados de la d¨¦cada de 1990, Michoac¨¢n viv¨ªa movilizaciones en contra del Partido Revolucionario Institucional, que hab¨ªa sido declarado ganador tras unas elecciones controvertidas. El gobernador renunci¨® y su lugar fue ocupado por Ausencio Ch¨¢vez Hern¨¢ndez. En Morelia, el presidente municipal era Fausto Vallejo. Michoac¨¢n estaba en manos de un grupo compacto de pol¨ªticos vinculado con empresarios que hab¨ªan despojado de sus tierras a comunidades nahuas y pur¨¦pechas. Esto ocasion¨® numerosas reacciones, como la de la Uni¨®n de Comuneros Emiliano Zapata, en el occidente del Estado.
En ese contexto se construy¨® el monumento ahora derribado. Luego de que en 1991 Morelia fuera declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO, los patronatos y comit¨¦s para preservar el centro hist¨®rico consiguieron el desalojo de comerciantes de la zona, incluida poblaci¨®n de origen ind¨ªgena, para ¡°embellecer¡± la ciudad. Entre otras cosas, se erigi¨® el monumento del escultor Jos¨¦ Luis Retana, dedicada a ¡°los constructores¡± de la ciudad: el obispo San Miguel, quien impuls¨® obras urbanas; un oficial espa?ol, y dos trabajadores ind¨ªgenas. Las autoridades de cultura del Estado han venido insistiendo en que el monumento es un homenaje para todos esos hombres, en igualdad de condiciones.
A diferencia de la historia, que indaga en archivos para explicar el devenir de las sociedades, la memoria no requiere de precisi¨®n. La interpretaci¨®n depende m¨¢s del contexto presente desde el que se relata el pasado, que del pasado mismo. El contexto michoacano en el que se erigi¨® el monumento a los ¡°constructores¡± de Morelia fue uno de despojo, por parte de grupos pol¨ªticos y econ¨®micos que terminaron vinculados con organizaciones criminales, mismas que hoy contin¨²an con el despojo a una multitud de comunidades rurales en ese Estado. ?Resulta dif¨ªcil, en ese contexto, aceptar la lectura que llev¨® ahora a la destrucci¨®n del monumento en el que aparec¨ªa Antonio de San Miguel?
El obispo que vivi¨® a finales del siglo XVIII formaba parte de una organizaci¨®n institucional que daba privilegios a unas cuantas personas y explotaba a millones, aunque se opon¨ªa a la esclavitud y no fue conquistador. El monumento de finales del siglo XX, en cambio, s¨ª representaba a dos hombres blancos, vestidos como europeos, de pie, dando ¨®rdenes a dos ind¨ªgenas que est¨¢n haciendo el trabajo rudo. No hace falta tener mucha imaginaci¨®n para ver hoy en la estatua una representaci¨®n del ¡°sometimiento¡±.
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