PRI: el asalto final
Desde el poder y sin disimulo se lanzan en contra del opositor que les neg¨® los votos en San L¨¢zaro para aprobar la reforma el¨¦ctrica
Si no fue por la buena ser¨¢ por la mala. Tal es la consigna del acoso y derribo que Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador ha emprendido para capturar de una vez por todas al PRI, el instituto pol¨ªtico en donde no solo se form¨®, sino del que emana su nostalgia m¨¢s profunda. Si logra capturar al Revolucionario Institucional habr¨¢ reconfigurado el mapa electoral mexicano de forma que tambi¨¦n desbaratar¨¢ la amenaza de la alianza opositora en los comicios del 2024. Reventar al l¨ªder nacional pri¨ªsta es el primer paso de esa ruta.
Alejandro Moreno, presidente del PRI, vive el peor mes de su carrera. El campechano hab¨ªa apuntado a mayo como el momento de su gran despegue. En m¨²ltiples apariciones medi¨¢ticas de las ¨²ltimas semanas su mensaje corporal y verbal era: de aqu¨ª a la candidatura presidencial. Pocos se lo creyeron, pero ¨¦l estaba convencido de su oportunidad y sus posibilidades. Si pudo quedarse y retener el tricolor a pesar de las derrotas en gubernaturas, qu¨¦ o qui¨¦n le impedir¨ªa obtener tambi¨¦n la estafeta opositora.
Su cronograma parec¨ªa perfecto. Luego de soportar por meses la presi¨®n de L¨®pez Obrador, los priistas descarrilaron en abril en la C¨¢mara de Diputados, con Moreno al frente del cohesionado torpedero, la reforma el¨¦ctrica mediante la que el ocupante de Palacio Nacional pretend¨ªa esculpir su nombre en los marm¨®reos renglones del expropiacionismo mexicano.
Ni embeleso ni chantaje, tampoco amenazas veladas o directas funcionaron a Andr¨¦s Manuel a la hora de subir a su expartido en el tren de la reescritura de la ley y la realidad el¨¦ctrica de M¨¦xico. AMLO apel¨® al pasado, al nacionalismo, e incluso les emplaz¨® con meliflua candidez: ?ser¨¢ que prefieren a Salinas que a C¨¢rdenas? De todo intent¨® el presidente, incluido el dejar correr la idea de que una o varias de las gubernaturas en juego en las urnas el primer domingo de junio podr¨ªan negociarse. Nada funcion¨®.
Todo el poder de un jefe de Estado sin contenci¨®n solo alcanz¨® para que un diputado tricolor, uno de setenta, defeccionara en las horas previas a la votaci¨®n. Y encima ese legislador es hijo de un exgobernador priista comprado (a esas lentejas hoy le llaman embajadas). El r¨¦gimen qued¨® exhibido. Sus argumentos carecieron de capacidad de persuasi¨®n; sus amenazas, de credibilidad. Lo que m¨¢s doli¨® al tabasque?o fue que el PRI le rechazara la invitaci¨®n a subir con ¨¦l al vag¨®n de un patriotismo con tufo del siglo XX.
Mas los coletazos del despecho de un mandatario que no puede resistir ni por un solo d¨ªa no ser el centro de la atenci¨®n nacional han iniciado. Es venganza, pero tambi¨¦n estrategia. Los votos del PRI ser¨¢n de Morena o no ser¨¢n, tal es la divisa. Y para obtenerlos, Moreno pagar¨¢ antes que nadie la osad¨ªa de no haber aceptado la cooptaci¨®n, ese triturador t¨¦rmino que priistas de la era en la que AMLO aprendi¨® pol¨ªtica convirtieron en cultura.
Si Alito, como le dicen a Alejandro Moreno, crey¨® que hab¨ªa logrado torcer a su favor el rumbo de las cosas el d¨ªa que desde San L¨¢zaro avis¨® al Gobierno y a la naci¨®n que su partido bloquear¨ªa la reforma el¨¦ctrica de AMLO, ahora padece las consecuencias de su intento de independencia. El tiempo de las facturas ha llegado y podr¨ªan costarle no solo la peregrina ilusi¨®n de una candidatura presidencial para s¨ª mismo, sino el puesto de l¨ªder nacional del PRI y, si la c¨®lera no atempera en Palacio Nacional, hasta la libertad.
La campanada de Alito en el Legislativo en contra de L¨®pez Obrador le dio al campechano, as¨ª fuera moment¨¢neamente, la estatura medi¨¢tica que la opini¨®n p¨²blica le hab¨ªa regateado desde siempre. Engallado, us¨® esa visibilidad para subir decibeles y adjetivos en contra del gobierno en conferencias y apariciones en la prensa. Cualquier pol¨ªtico hubiera hecho lo mismo, pero ¨¦l puso en la empresa el empe?o de quien se cree subestimado de tiempo atr¨¢s por sus pares y por los votantes.
Porque Alito es eso, diminutivo vigente para quien a¨²n no lograba obtener en la pol¨ªtica mexicana el trato de don. Parad¨®jicamente, ello a pesar de que lleva a?os gan¨¢ndole a los barones del priismo cl¨¢sico, de quienes fue obsequioso colaborador, la conducci¨®n y el mando del m¨¢s importante organismo pol¨ªtico mexicano de los ¨²ltimos cien a?os. Sus exjefes, que fueron maestros del pragmatismo, se traicionan al desde?arlo, a ¨¦l que s¨ª tiene al partido mientras ellos solo tienen resquemores por lo que fueron y hoy no son.
Alito creci¨® en la crisis del pe?anietismo. Avanz¨® mientras los dos delfines de Enrique Pe?a se despedazaban por una candidatura que al final el presidente mexiquense regalar¨ªa a un pol¨ªtico que ni pol¨ªtico era, a un secretario que si de algo serv¨ªa en ese momento electoral era de crisol de casi todo lo que la gente aborrec¨ªa: la indolente rigidez del modelo neoliberal. Fue un regalo a L¨®pez Obrador: la alfombra roja de un mandatario derrotado por la corrupci¨®n de su gobierno y la frivolidad propia y de su entorno. Moreno era parte de ese grupo, pero sin que se le viera venir se col¨® a la fiesta de los grandes capos. Mientras EPN traicionaba entre otros al doctor Jos¨¦ Narro, el campechano llegar¨ªa incluso a darse de empujones para hacerse del liderazgo dentro de un PRI que ni Pe?a ni nadie cuid¨® durante un sexenio.
Bronco de car¨¢cter, m¨¢s conocido por su ¨ªmpetu que por sus ideas, Alito tiene el m¨¦rito de que supo quedarse con los restos de un naufragio que no pareci¨® importarle a los grandes nombres del priismo hist¨®rico, que no se mojaron ni una hora luego de la derrota del 2018. Migr¨® de Campeche, donde dej¨® tras de s¨ª una administraci¨®n estatal pol¨¦mica como tantas ¨Cpor decir lo menos--, a Insurgentes Norte para insuflar de ¨¢nimo a pri¨ªstas de nuevo hu¨¦rfanos de jefe real.
En 2021 Moreno vivi¨® un a?o de contrastes. Por un lado vio a su partido convertirse en su m¨ªnima expresi¨®n hist¨®rica en cuanto a gubernaturas, pues en las elecciones de ese a?o perdi¨® ocho estados, incluida su natal Campeche. Sin embargo, su apuesta por la coalici¨®n opositora le dio dividendos de buen calibre simb¨®lico: triunfos en alcald¨ªas en la capital y la reconformaci¨®n de una bancada tan potente y tan suya que podr¨ªa imponer condiciones de bisagra en San L¨¢zaro.
Con eso en las alforjas Alito ha capoteado durante casi un a?o la presi¨®n de AMLO, tiempo en el que el priismo lejos de amilanarse pareci¨® encontrar un camino de reposicionamiento, una centralidad en el debate incluso a sabiendas de que desde hace muchos meses se da por descontado que el PRI seguir¨¢ perdiendo: para empezar Oaxaca el 5 de junio, un estado que apenas hace seis a?os el tricolor hab¨ªa recuperado. Y en Hidalgo, la otra entidad en disputa donde gobiernan desde siempre, igualmente ser¨¢n derrotados.
Pero la paciencia de L¨®pez Obrador lleg¨® al l¨ªmite. Para destripar al PRI el presidente ha iniciado por la parte m¨¢s visible. Sin pudor legal o pol¨ªtico, el oficialismo publica cada semana audios de conversaciones de Alito que comprometen su honestidad y su respeto a los valores democr¨¢ticos, incluida la libertad de prensa. El principal problema de esos audios, que ¨¦l sostiene que adem¨¢s de ilegales son fabricados, es que est¨¢n dise?ados para desfondar un pol¨ªtico que apenas iniciaba su mejor intento para ser reconocido como respetable. Y por la respuesta en los medios esta semana ¨Ccuando se conoci¨® un audio en donde habla de que a los periodistas hay que anularlos no con balas sino mat¨¢ndolos de hambre-- puede decirse que estas filtraciones han tenido ¨¦xito en su objetivo. Y esto est¨¢ lejos de terminar.
?Qui¨¦n de las figuras cl¨¢sicas del priismo se doler¨¢ por el fin de la carrera de Alito si ¨¦ste sucumbe al ataque de Morena? Esos barones, gobernadores incluidos, tienen qu¨¦ decidir entre apoyar a quien se les atraganta de tiempo atr¨¢s, y exponerse ellos tambi¨¦n a una nueva embestida del gobierno, o dejar caer al campechano sin garant¨ªa de que podr¨¢n capitalizar esa renovaci¨®n en el liderazgo del PRI.
Porque si algo habr¨ªa que destacar, finalmente, es que con el Alitogate el r¨¦gimen ha dado un paso m¨¢s en su descaro: si otros gobiernos filtraban an¨®nimamente audios comprometedores para luego hacerse los preocupados por el bajo nivel al que hab¨ªan llegado las cosas, en el caso del lopezobradorismo es la morenista gobernadora de Campeche la que hace alarde de falta de recato y desd¨¦n por las leyes al ser ella misma la que publica, con aviso de antelaci¨®n y toda la cosa, cada comprometedor audio.
El medio es tambi¨¦n el mensaje: desde el poder y sin disimulo se lanzan en contra del opositor que les neg¨® los votos en San L¨¢zaro. Y que los dem¨¢s tomen apunte, porque para ellos ser¨¢n los siguientes. Y de remate, este ataque oficial ¨Cnunca mejor dicho-- busca tambi¨¦n generar da?os colaterales. Constituye una provocaci¨®n para medir, una vez m¨¢s, a autoridades electorales, a las que juzgar¨¢n si no act¨²an como comparsas de Palacio Nacional.
La temporada de ataques a Alito le reducir¨¢ a ¨¦ste su influencia en las negociaciones de la alianza opositora, y manchar¨¢ a esa coalici¨®n, al impregnarla de sospechas de corrupci¨®n, y al robarle toda credibilidad frente al electorado: si secundan a Moreno, si lo arropan, no podr¨¢n presumir que se han renovado, no podr¨¢n decir que no son lo mismo que fue ruidosamente derrotado en las urnas en 2018. Y si ocurre, la ca¨ªda Alito dejar¨¢ al PRI en una fr¨¢gil posici¨®n. El que se sume a la palestra sabr¨¢ que nuevos audios o materiales similares ¨Cincluidos expedientes judiciales- podr¨¢n salir a la luz p¨²blica para cooptarlo o doblarlo.
Solo un milagro de unidad por parte de los priistas de toda ¨¦poca, y un ¨¢nimo profundamente resuelto por parte del campechano para resistir toda clase de asechanzas por parte de L¨®pez Obrador, permiten avizorar un escenario de supervivencia pol¨ªtica para Alito, y con ¨¦l para el PRI como lo conocemos.
En cambio, si el asalto presidencial contra Alito triunfa, diputados, alcaldes, gobernadores y simples militantes priistas enfrentar¨¢n un dilema: arriesgarse y resistir, o tan pronto como sea posible ceder y sumarse al movimiento de su m¨¢s poderoso excorreligionario. Un dilema de vida y muerte. Pues si se resignan a lo segundo, el barco tricolor dif¨ªcilmente navegar¨¢ de nuevo. Para salvar la libertad la tripulaci¨®n habr¨¢ brincado a la nave morena. Qui¨¦n nos hubiera dicho hace unos a?os que le tocar¨ªa a Alito representar tan crucial momento para la historia del PRI.
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