El fin de las siglas de la partidocracia
La cita del proceso electoral del 2024 ver¨¢ extinguirse el viejo orden partidista sin siquiera alumbrar el germen de la nueva oposici¨®n
En exigencia de justicia a Ciro y tantos otros periodistas violentados en M¨¦xico
El camale¨®nico instinto de supervivencia del supuesto Partido Verde y de su r¨¦mora espejo, el PT, ya provoc¨® en las dirigencias de tan oportunistas organizaciones la punzada inconfundible del riesgo. Esta semana vivieron en carne propia la certidumbre de que AMLO no quiere m¨¢s que a los de Morena, y de ese movimiento ni siquiera a todos.
De esta manera, el PVEM y el Partido del Trabajo se han formado en la fila de los saldos a rematar por una coyuntura pol¨ªtica en la que todo el sistema partidista surgido el ¨²ltimo siglo ha entrado en crisis.
Y si el presidente ha decidido una refundaci¨®n, que con diversos y complejos riesgos ha emprendido temerariamente, PAN, PRI, PRD, MC y hasta las citadas comparsas oficialistas enfrentan el desaf¨ªo de no terminar en la marginalidad o incluso engullidos por la fuerza pol¨ªtica que busca regresar al pasado borrando a toda una clase pol¨ªtica a la que desprecia, pero que tambi¨¦n es v¨ªctima de su propia ineptitud, indolencia y hasta ¡ªpero no cosa menor¡ª corrupci¨®n.
De todas las reformas ejecutadas hasta hoy en el sexenio, la electoral quita los tornillos de los cuales se sujetaba el sistema partidista que condujo la pol¨ªtica del pa¨ªs, con sus ires y venires, tras la Revoluci¨®n mexicana.
La cancha, las reglas y los ¨¢rbitros dise?ados y negociados durante d¨¦cadas por el Revolucionario Institucional, por los pocos herederos del socialismo que todav¨ªa se api?an en el partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica y por Acci¨®n Nacional, a veces verdugo, a veces sost¨¦n del r¨¦gimen anterior, no existen m¨¢s.
El tortuoso camino que en tribunales puedan tener en los pr¨®ximos meses las leyes ahora redactadas por Palacio Nacional no impedir¨¢ que en lo inmediato el r¨¦gimen act¨²e acorde a una realidad que volver¨¢ f¨¢ctica, incluso si falta bastante para que sea de jure.
No sobra decir que encima el oficialismo disfruta esos limbos. No oculta su descaro al asumir que sus hechuras ¨Cse llamen ley el¨¦ctrica, se llamen militarizaci¨®n¡ª terminar¨¢n imponi¨¦ndose porque siempre habr¨¢ un Zald¨ªvar que eventualmente secundar¨¢ en los hechos mediante el mazo aquello de que no me vengan con que la ley es la ley.
En ese marco, es solo cuesti¨®n de tiempo para que la oposici¨®n, r¨¦moras, petistas y pevemistas incluidas, se vea mermada por abajo, v¨ªa la defecci¨®n de cuadros y clientelas que preferir¨¢n ser pelos en la cola del le¨®n, y por arriba si sus l¨ªderes fallan al descifrar c¨®mo reinventarse para sortear el triple reto del desprestigio, del embate de quien pretende una tabula rasa y de la exigencia ciudadana para que sean capaces de una altura patri¨®tica y abandonen su cultivada tendencia a la camarilla.
Si de algo pueden presumir los cuatro l¨ªderes de la oposici¨®n es que tienen control de sus organizaciones. Nada qu¨¦ regatearles al respecto a Marko Cort¨¦s del PAN, Alejandro Moreno del PRI, Dante Delgado de Movimiento Ciudadano y Jes¨²s Zambrano del PRD. Han tenido el talento pol¨ªtico de mantener cohesionadas sus parcelas. Pero lo que funciona al interior de esas estructuras es poco presumible hacia el exterior. Son partidos de escasa renovaci¨®n de cuadros, de democracia interna sui generis y de min¨²scula autocr¨ªtica.
La oposici¨®n que quiso mover a M¨¦xico en el sexenio pasado es poco cre¨ªble al defender hoy un modelo que si no cuaj¨® del todo fue porque esos partidos que dise?aron pesos y contrapesos luego manoseaban tales b¨¢sculas con nombramientos para cuidar intereses o presionando a quienes se cre¨ªan eso de que eran aut¨®nomos. Esta no es una cr¨ªtica que valide al actual sexenio, desmantelador de esas instituciones; es un contexto obligado si hemos de revisar por qu¨¦ no resistieron mejor esos organismos y sus funcionarios.
La leche derramada de esa oportunidad perdida es un recordatorio que los opositores pasan por alto frecuentemente: promueven la vuelta a un momento de la historia cuyas bondades se exageran en la nostalgia y ante la luz de la destrucci¨®n institucional, y cometiendo un grave pecado: no reparan en lo poco que esos gobiernos significaban para decenas de millones de mexicanos que nunca vieron que los avances democr¨¢ticos se tradujeran en algo m¨¢s que marginales mejoras o promesas de que en el plazo de generaciones la revoluci¨®n les har¨ªa justicia.
Cambiar de modelo se volvi¨® un imperativo social que L¨®pez Obrador entendi¨® muy bien en medio del esc¨¢ndalo de frivolidad y corrupci¨®n que fue el sexenio de Pe?a Nieto. Seis a?os despu¨¦s, cu¨¢l es la lectura de la oposici¨®n sobre el momento actual y el camino a seguir, y cu¨¢les las prendas que ofrecen para ganar la credibilidad de los ciudadanos.
Los comicios del 2021 revelaron que los primeros a?os del lopezobradorismo incubaron el descontento de clases medias y altas. El r¨¦gimen actu¨® en esa cita con la soberbia propia de quien engorda en la silla pues siente complacido de sus m¨¦ritos. Morena no cometer¨¢ de nuevo ese error. Incurrir¨¢ en otros ¨Caquellos propios de divisiones internas, traiciones por ambici¨®n e ilegalidades por saberse intocables¡ª, pero en las pr¨®ximas elecciones el movimiento har¨¢ uso y abuso de una maquinaria protot¨ªpica del partido de Estado.
Panistas y perredistas cl¨¢sicos sab¨ªan lo que implica combatir eso. Y con el tiempo supieron anular esa maquinaria. Para lograrlo concurrieron diversos factores: un r¨¦gimen dispuesto a negociar y ceder leyes, sabedor de que el desprestigio le costaba en el exterior (y que depend¨ªa de ¨¦ste para paliar garrafales errores internos), una ciudadan¨ªa que convirti¨® al fraude electoral en bestia insoportable, y unos partidos opositores que a¨²n no perd¨ªan la imagen de honestidad y, por tanto, contaban con el benepl¨¢cito de la duda.
Esas condiciones no existen hoy. Claro que la gente no quiere volver a los tiempos de ratones locos, mapaches, urnas embarazadas y rasuramiento del padr¨®n, pero qu¨¦ gran inc¨®gnita saber lo que har¨¢ la ciudadan¨ªa ante nuevas disposiciones electorales, aprobadas ruidosamente por el oficialismo esta semana, que alumbrar¨ªan un modelo electoral de, ser¨¦ generoso, dudosa eficacia. ?Cu¨¢n activa estar¨¢ una poblaci¨®n que da por sentada la democracia de los riesgos que ¨¦sta enfrenta por cambios del propio Congreso?
Si el r¨¦gimen se siente a gusto respaldando a un presidente que ha intentado disolver el su parlamento, absteni¨¦ndose en votaciones para censurar la violencia de un r¨¦gimen en contra de las mujeres, y solidariz¨¢ndose con bananeras parejas que meten a la c¨¢rcel lo mismo a sacerdotes que a opositores en la antesala de unos comicios, no falta agregar m¨¢s para consignar que entonces el plano de lo internacional poco o nada ha de pesarle a quienes creen que declararse tranquilos de conciencia les salva del republicano escrutinio.
Entonces, para la contenci¨®n de un partido de Estado se requiere de entrada de una oposici¨®n cre¨ªble si ha de presentarse como remedio y trapito. Ser¨ªa la variable, digamos, controlable, alcanzable. M¨¢s en esta hora de segundas oportunidades queda poco margen para esperar que PAN, PRI, PRD y MC, en orden cronol¨®gico de fundaci¨®n, cuenten con cuadros y liderazgos conscientes de que su vacilaci¨®n y/o miop¨ªa electoral costar¨¢ mucho m¨¢s que su ganancia traducida en puestos y esca?os.
Porque los incentivos que hasta hoy han movido a estas dirigencias ¨Csu supuesta preferencia en las encuestas, alegremente traducida en posibles candidaturas externas y carteras internas¡ª tiene poco qu¨¦ ver con generar una plataforma libre donde aterricen los votos de una ciudadan¨ªa que s¨ª quiere conjurar el peor retorno al pasado posible, ese donde los votos eran motivo de mofa del gobierno/partido de estado. Una plataforma que proponga candidatas y candidatos que no averg¨¹encen a la sociedad con su pasado o su zafiedad. Una que logre buena representaci¨®n, incluso si no fuera tan numerosa: y es que hubo un tiempo en que poca, pero digna oposici¨®n pesaba pol¨ªticamente mucho m¨¢s que sus n¨²meros reales.
As¨ª como en la marcha del 13N ning¨²n dirigente, ning¨²n partido se pudo poner a la vanguardia ¨Chabr¨ªa cosechado la condena de quienes al participar de motu proprio validaron que era la hora de la ciudadan¨ªa¡ª, hoy la oposici¨®n est¨¢ llamada a encontrar el esquema donde ceda a un liderazgo ciudadanizado sus prerrogativas ¨Clas pecuniarias, por supuesto, incluidas¡ª si pretende ser el carrier de una articulada expresi¨®n de rechazo al rumbo actual.
Si fuera virtuoso el invento y el intento, si resultara ver¨ªdico lo que se oye en estos d¨ªas al respecto de construir desde la alianza opositora un m¨¦todo de selecci¨®n de candidato presidencial que surja desde y por la ciudadan¨ªa, entonces quiz¨¢ algunos de estos partidos tengan futuro. Este viaje marcar¨ªa un renacimiento, con otras formas de deliberar y decidir, y ¨Cobligado es recordarlo porque luego se quieren hacer guajes¡ª con nuevos nombres y renovadas ideas en la arena p¨²blica.
Caso contrario, la cita del maxiproceso electoral del 2024 ver¨¢ extinguirse el viejo orden partidista sin siquiera alumbrar el germen de la nueva oposici¨®n, sin saber si surgir¨¢n por fin uno o varios partidos liberales, uno genuinamente socialista y, qu¨¦ duda cabe la urgencia, uno que s¨ª sea ecologista.
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