Un llano sin llamas
La muerte de Ra¨²l Padilla deja un legado como llano sin llamas, en cuanto se apagan las diatribas y los dimes
Era una parcela de tierra aplanada que se pobl¨® ¨Cpasajeramente- con unas carpas de pl¨¢stico fr¨¢gil o lona lavada. No s¨¦ bien si evoco la primera edici¨®n oficial de lo que ahora llamamos FIL Guadalajara o un intento previo, pero yo llegu¨¦ de colado hace 36 o 37 a?os del brazo de mi Mtro. Luis Gonz¨¢lez y Gonz¨¢lez con la ilusi¨®n encendida por conocer a Juan Jos¨¦ Arreola en persona y prosa, y creo que se pensaba armar tertulia con Al¨ª Chumacero y Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez (que pocos a?os despu¨¦s, ser¨ªa tambi¨¦n mi Mtro.). Entre Mart¨ªnez y Gonz¨¢lez me dirigieron las tesis de licenciatura y doctorado (sin aprobarlo), pero sobre todo me indicaron el luminoso sendero de proponerme vernos cada a?o en Guadalajara y convertir la naciente feria en el pretexto para hilar libro tras libro. De paso, las firmas de todos los autores que se dejaran acosar para aut¨®grafo.
El tiempo me concedi¨® llegar a presentar aqu¨ª no pocos libros ajenos y un pu?ado de libros propios; no pocas firmas de autoras inmortales y escritores intemporales; muchos, pero muchos momentos de pura gloria¡ y todo empez¨® aqu¨¦lla tarde en que llegu¨¦ de D. Luis en coche desde un pueblo en vilo para refrescar la garganta al filo de la carpa de lo que llamaban desde entonces Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Sobra mencionar ¨Cno sin verg¨¹enza que me acomod¨¦ al filo de la mesa donde escanceaban ron blanco en vasitos de pl¨¢stico y que el elixir manaba de eso que llamaban ¡°pata de elefante¡±. Un hombre de corbata se acerc¨® para verificar que tan colado era yo en esa fiesta y quiz¨¢ limitar el consumo del brebaje; de paso, me pregunt¨® qu¨¦ opinaba de la puesta en escena y le confes¨¦ que no le ve¨ªa futuro¡
El de corbata era Ra¨²l Padilla a la saz¨®n rector o por lo menos director y faro de esa Feria Internacional del Libro que a?o con a?o desde aqu¨¦lla remota tarde en piso de tierra creci¨® hasta convertirse en FIL del Mundo con E?e, la reuni¨®n m¨¢s grande e importante de editoriales, editores, dise?adores, traductores, distribuidores, autores, poetas, lectores y todas las hojas de cada oto?o que van cayendo como celebraci¨®n ya del pa¨ªs invitado y su respectiva literatura o los autores que suelen ganar premios ante de la Navidad.
Casi cuatro d¨¦cadas son como llamas de una amistad que siempre tuvo hospitalidad y palabras de aliento o afecto para m¨ª y lo que intento escribir. En medio de constantes ataques y conflictos, pol¨¦mico y apasionado empresario cultural, Ra¨²l Padilla no dejaba de ser un lector activo y activista, capaz de hilar cuentas provechosas en proyectos que se hilaban a su vez como cadena verbal y as¨ª extendi¨® la frondosa celebraci¨®n de FIL a la ciudad de Los ?ngeles en California y a otros muchos no pocos proyectos que elevaron la taquicardia cultural no s¨®lo de Guadalajara, Jalisco y M¨¦xico, sino del mundo entero que habla o traduce el espa?ol. La gratitud que intent¨¦ siempre mostrarle no cabe en p¨¢rrafos ni tranquiliza la tristeza y cierto coraje de no poder hacerlo ahora mismo. Ahora que se ha ido.
Lo que uno deja como legado es un llano sin llamas en cuanto se apagan las diatribas y los dimes. Sopla casi en silencio el viento constante que peina la polvareda de recuerdos, talco de tantos triunfos y la hierba con p¨¦talos de todos los grandes libros y escritores, la poeta aquella y la mujer que acaba de publicar su primera novela¡ todas las llamas y llamaradas ya invisibles en el recuerdo donde parece que cae la tarde a filo de una carpa endeble donde han alineado mesas que se alargan por a?os con todos los libros posibles y el ocaso debe convertirse en pretexto para heredar lo que dej¨® Ra¨²l Padilla, lo que el equipo magistral de personas que hacen florecer a?o con a?o a la FIL realiza con empe?o y eficacia ejemplares¡ lo que llama a?o con a?o a miles de lectores que vienen de tantos paisajes para repoblar lo que fue llano y encenderlo con la llama maravillosa de la lectura, de la Literatura con may¨²scula. En la ronda de las generaciones la carpa se nos hizo de nubes, las mesas infinitas y la sombra que se esfuma ahora, no m¨¢s que una sonriente figura aligerada que lleva en la mano un libro abierto.
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