El 2024 y la inseguridad
Mientras m¨¢s arriba est¨¦ alguien en la pir¨¢mide del poder, m¨¢s lejos la posibilidad de que le toque un latigazo de la violencia
Las campa?as del a?o entrante ser¨¢n el laboratorio de una realidad inescapable: mientras m¨¢s arriba est¨¦ alguien en la pir¨¢mide del poder, m¨¢s lejos la posibilidad de que le toque un latigazo de la violencia.
Esta semana se ha conocido que el Gobierno de la Rep¨²blica ha iniciado tr¨¢mites para proporcionar seguridad a las virtuales candidatas a la presidencia. Es un esfuerzo l¨®gico, responsable y hasta digno de encomio, siendo L¨®pez Obrador como es. Pero tambi¨¦n es el recordatorio de una disparidad.
Tan solo en estos d¨ªas se han conocido casos graves de violencia como el secuestro en Zapopan de la presidenta municipal de Cotija, Michoac¨¢n, encontrada con vida este martes afortunadamente, o el asesinato en Chilpancingo de un joven que trabaj¨® en la Comisi¨®n de Atenci¨®n a V¨ªctimas.
Dos tragedias (quien crea que lo de la edil michoacana fue solo un susto, trivializa tanto un grave delito como la capacidad de delincuentes que hacen un operativo transestatal) de un panorama que incluye retenes de narcos en Chiapas, mantas en Nuevo Le¨®n, quema de autos, leva de j¨®venes y decenas de homicidios a lo largo y ancho del pa¨ªs. Y todo en una semana.
El Estado mexicano es incapaz de brindar seguridad a sus ciudadanos, pero tambi¨¦n a sus integrantes, ll¨¢mense estos pol¨ªticos o miembros de las fuerzas de seguridad. Sin embargo, la violencia impacta, de forma m¨¢s o menos esquem¨¢tica, de manera dispar: a los m¨¢s visibles menos, y viceversa.
As¨ª, tendremos campa?as presidenciales que viajar¨¢n por una Rep¨²blica con poblaciones tasajeadas por las balas. Los partidos trazar¨¢n visitas a Caborca o Reynosa, a Lagos de Moreno o Comit¨¢n, por ejemplo, asegur¨¢ndose de crear burbujas de seguridad para las candidatas y sus equipos. Eso est¨¢ bien.
Tales candidaturas representan la c¨²spide. Ver¨¢n de lejos, o en cordones sellados, a familias de ciudades asoladas por todo tipo de grupos criminales. La lista de las regiones donde ocurre eso incluye a Veracruz, Michoac¨¢n, Guerrero, Chiapas, Guanajuato, Nuevo Le¨®n, Sonora, BC, Morelos¡
Afortunadamente, porque el impacto pol¨ªtico ser¨ªa terrible, lo esperable es que esas campa?as transcurran sin incidentes mayores. Pero luego vendr¨¢n otras campa?as, muchas en las que la log¨ªstica de seguridad ser¨¢ muy distinta, y mucho menor, a la de las elecciones presidenciales.
Hay estados que renovar¨¢n poder Ejecutivo. Ah¨ª, gente de diversos partidos tendr¨¢ que apa?arse de m¨¢s o menos recursos para dise?ar una seguridad que a diferencia de una contienda presidencial ser¨¢ puesta a prueba por una cercan¨ªa m¨¢s real con el territorio y sus escabrosas condiciones.
Ese nuevo nivel de la pir¨¢mide enfrenta varios tipos de riesgos. La violencia que puede tocarles, en todos los sentidos de la palabra, va m¨¢s all¨¢ de un asunto accidental: cualquier elecci¨®n local representa m¨¢s claramente la potencial afectaci¨®n a intereses que no desean perder sus privilegios.
Adem¨¢s, en los comicios estatales confluir¨¢n, con menos visibilidad de aquellos que disputan las gubernaturas, campa?as de quienes pretenden una senadur¨ªa, una diputaci¨®n federal o local o una alcald¨ªa. Se trata del siguiente nivel hacia abajo de la escalera del poder y uno con a¨²n m¨¢s amenazas.
Los pactos criminales ser¨¢n el trasfondo en no pocos municipios de las zonas dominadas por c¨¢rteles. El componente de la reelecci¨®n de alcaldes, asimismo, podr¨ªa hacer que aviesos intereses encuentren en el periodo electoral la ocasi¨®n para defender a la mala el statu quo, o desafiarlo.
De cara al 2024 es obligado empatar dos realidades: las campa?as ser¨¢n en un pa¨ªs que arde; porque por m¨¢s que L¨®pez Obrador desde?e expresiones medi¨¢ticas y mediatizadas de hechos de la delincuencia organizada, lo real es que los focos rojos est¨¢n encendidos en m¨²ltiples regiones. En demasiadas.
La clase pol¨ªtica recorrer¨¢ la geograf¨ªa nacional para pedir el voto a ciudadanos que, precisamente, esperan soluciones al tema de la inseguridad, el m¨¢s escabroso, hoy as¨ª las cifras presentadas por el gobierno hablen de una leve mejor¨ªa. Ser¨¢ una prueba de fuego y esta frase no es ret¨®rica.
Porque M¨¦xico no ha solucionado estructuralmente el problema de la criminalidad, las campa?as supondr¨¢n un riesgo tambi¨¦n para la clase pol¨ªtica, que padecer¨¢ el embate de quienes buscan entronizar o descarrilar a candidatos que les gusten o disgusten, respectivamente.
Es la resultante m¨¢s parad¨®jica de ese fracaso gubernamental: hoy los criminales disputan el poder a los pol¨ªticos. Con votos y balas.
Los eslabones m¨¢s d¨¦biles de esa cadena est¨¢n en las alcald¨ªas. De ah¨ª hacia arriba. Dicho de otra forma, si la violencia fuera derrotada, se traducir¨ªa en que las campa?as locales dejaran de te?irse de sangre.
La pir¨¢mide de los riesgos durante las campa?as est¨¢ ah¨ª. Inamovible, comicios tras comicios, gobierno tras gobierno. Solo resta recordar que debajo de los de m¨¢s abajo de esos pisos de riesgo en que vive la clase pol¨ªtica, est¨¢ la ciudadan¨ªa, que soporta inerme a todo el aparato gubernamental que sobre todas las cosas primero intenta cuidarse a s¨ª mismo.
Y que en el nivel de m¨¢s desprotecci¨®n, de m¨¢s riesgo frente a delincuentes que no temen a un sistema de justicia disfuncional que es una m¨¢quina de impunidad, se encuentran las mujeres y los j¨®venes, a quienes desde la punta de la pir¨¢mide tantos discursos se dedicar¨¢n en el 2024.
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