Anatom¨ªa de una ca¨ªda, Movimiento Ciudadano
El partido naranja ha desperdiciado un momento extraordinario que quiz¨¢ no regrese
Anatom¨ªa de una ca¨ªda, el filme nominado a cinco Premios Oscar, entre ellos el de mejor pel¨ªcula, mantiene al espectador en un permanente suspenso entre la posibilidad de un suicidio o un asesinato. Un dilema que me ha hecho pensar en Movimiento Ciudadano (acepto: distorsi¨®n profesional). ?Hubo terceros que metieron mano para que Marcelo Ebrard, Enrique Alfaro o Samuel Garc¨ªa no fueran candidatos presidenciales y el designado sea el desangelado Jorge ?lvarez M¨¢ynez? ?o simplemente obedece a la capacidad autodestructiva de una organizaci¨®n pol¨ªtica que fue incapaz de aprovechar la enorme oportunidad que le ofrec¨ªa la coyuntura electoral?
Empecemos por esto ¨²ltimo. Me parece que Movimiento Ciudadano (MC) ha desperdiciado un momento extraordinario que quiz¨¢ no regrese. La polarizaci¨®n entre dos grandes fuerzas, Morena con la mitad del electorado a su favor y la alianza opositora con casi un tercio, ofrec¨ªa la posibilidad de consolidar una tercera v¨ªa de cara al futuro. Hay muchos mexicanos fatigados por la confrontaci¨®n, desinteresados en la pol¨ªtica, esc¨¦pticos de las opciones actuales. Hombres y mujeres en desacuerdo con el gobierno de la 4T, pero dudosos de que la alternativa sea volver a votar por el PRI o el PAN. Con un buen candidato MC podr¨ªa haber captado entre 12% y 15% de la votaci¨®n (esos eran los sondeos que arrojaban las opciones de Ebrard y Samuel antes aun de las campa?as). Con un buen desempe?o en los debates, incluso podr¨ªa haber aspirado a rondar un 20%. Con eso se habr¨ªa convertido en una fuerza nacional real y, m¨¢s importante, habr¨ªa conseguido un peso determinante en el Congreso para definir en las C¨¢maras las votaciones sobre presupuestos, leyes y proyectos de pa¨ªs. Vamos, el verdadero fiel de la balanza de la vida p¨²blica. En lugar de eso, el candidato al que recurrieron arranca con 5% de intenci¨®n de voto. Un porcentaje que incluso el Partido Verde consigui¨® en otros momentos y no le dio para otra cosa que convertirse en un partido palero.
?C¨®mo y por qu¨¦ se dio ese desplome? La anatom¨ªa de esa ca¨ªda resulta relativamente f¨¢cil, los verdaderos motivos est¨¢n en otro lado. La incapacidad para postular a Marcelo Ebrard constituye un primer fracaso pol¨ªtico. Dante Delgado, el mandam¨¢s de la organizaci¨®n, deshoj¨® la margarita demasiado tiempo y acept¨® durante meses convertirse en plato de segunda mesa para un Marcelo nervioso y titubeante, aferrado a la imposible candidatura de Morena. Muy probablemente falt¨® claridad en la propuesta de Dante, que en el fondo no pod¨ªa ser otra que tendencialmente heredarle el liderazgo del partido a Ebrard. En todo caso, tendr¨ªa que haber precipitado un s¨ª o un no, desde el primer momento.
En lugar de eso, MC mantuvo en vilo su decisi¨®n durante demasiado tiempo y opt¨® por un Samuel Garc¨ªa, gobernador de Nuevo Le¨®n, como un Plan B lanzado con excesiva premura. No se previeron los necesarios amarres pol¨ªticos ni se revisaron las opciones jur¨ªdicas y sus vericuetos. Por no hablar de la ausencia de preparaci¨®n del presunto candidato que habr¨ªa tenido que desarrollar un perfil y un discurso m¨ªnimamente presidenciables. No dudo que la fosfoman¨ªa genere algunos votos, pero dif¨ªcilmente construye la noci¨®n de una tercera v¨ªa para atender los problemas del pa¨ªs. En fin, lo que vimos fue una salida en falso, parches y correcciones de ¨²ltimo momento, solo para terminar en el mismo punto: sin candidato. Lo de Marcelo Ebrard fue le¨ªdo como un desd¨¦n, lo de Samuel Garc¨ªa como un rid¨ªculo.
Todav¨ªa MC pudo haber optado por alguna candidatura ciudadana novedosa, original o con relativo impacto entre los sectores a los que apela. No digo que hubiera sido f¨¢cil, pero ten¨ªa la posibilidad de sorprendernos a todos. Tampoco lo hizo. Opt¨® por un funcionario de partido, relativamente desconocido; joven s¨ª, de 38 a?os, pero ya con todas las etiquetas y hechuras de ser un cuadro pol¨ªtico m¨¢s, de los tantos que engrosan las filas de un gremio tan desprestigiado. Su destape como candidato, entre cervezas y vulgaridades en el marco de un partido de f¨²tbol en compa?¨ªa de Samuel Garc¨ªa, no es casual sino sintom¨¢tico. Una actitud ¡°relajada¡± que intentan vender como frescura, como un rasgo de identificaci¨®n con el resto de los ciudadanos, cuando en realidad es una muestra de frivolidad, de incapacidad de entender la responsabilidad que entra?a ser actor en la vida p¨²blica de un pa¨ªs tan complejo como el nuestro.
Aunado a una candidatura presidencial relativamente pobre, la lista de nominaciones para otros cargos tampoco entusiasma. Sandra Cuevas, Claudia Ruiz Massieu, Roberto Palazuelos o Alejandra Barrales, entre otros, dif¨ªcilmente pueden ser percibidos como portadores de la promesa de un M¨¦xico mejor o diferente. No voy a cargar la mano en ese sentido. Despu¨¦s de todo el resto de los partidos transita con la abolladura de candidatos impresentables en su momento que, si bien pod¨ªan ofrecer alguna popularidad redituable en urnas, constitu¨ªan p¨¦simos perfiles para ser gobernantes o legisladores. La Tigresa, Carmen Salinas y, m¨¢s recientemente, Cuauht¨¦moc Blanco me vienen a la mente. Pero de alguna manera fueron candidaturas que cubr¨ªan huecos dentro de una larga lista de propuestas identificadas, mal que bien, con sus respectivos partidos. Ac¨¢ se trata de primeros sitios, candidaturas emblem¨¢ticas, que terminan reflejando lo que MC no es: un movimiento de ciudadanos.
Esa es la descripci¨®n del desplome. Quiz¨¢ no de una realidad, pero s¨ª de una posibilidad. MC hab¨ªa logrado triunfos inesperados en Jalisco y Nuevo Le¨®n gracias a coyunturas muy puntuales, circunstanciales: en Jalisco, las luchas internas del PAN; en Nuevo Le¨®n, la s¨²bita ca¨ªda de la candidata de Morena, favorita en su momento. Fueron ¨¦xitos nacidos de la oportunidad, pero demasiado regionalizados para convertir a MC en una fuerza nacional. Una ocasi¨®n que ahora se presentaba. Con todo lo descrito, est¨¢ claro que esta vez no ser¨¢.
Y al final, obedece a un problema de fondo. Dante Delgado y el grupo directivo persiguen una combinaci¨®n imposible, lo mejor de dos mundos que en realidad son incompatibles: una opci¨®n abierta a los ciudadanos, por un lado, y mantener un f¨¦rreo control, por otro. Venci¨® lo segundo. MC aspira a ser algo m¨¢s que el PT o el PVEM, pero para conseguirlo tendr¨¢ que dejar de ser patrimonio personal para quienes lo regentean: un negocio pol¨ªtico de Dante y los suyos.
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