Desde el amor gritamos el nombre de nuestros desaparecidos, marchamos y les buscamos
Si bien a¨²n no hemos encontrado a nuestros familiares desaparecidos, s¨ª hemos podido ayudar a muchas otras buscadoras
Despu¨¦s de la desaparici¨®n de un familiar, la vida cambia completamente. Hay un dolor profundo en el coraz¨®n que nos mueve a hacer cosas que nunca hab¨ªamos pensado, como dedicarnos a buscar a los seres queridos que nos faltan. Nos dimos cuenta de que si no les buscamos nosotras, no les busca nadie. Es ir¨®nico, de pronto te emociona encontrar un cuerpo, una bolsa con restos. Esto es algo que no se puede comprender, pero nos llena, nos alegra, porque si bien a¨²n no hemos encontrado a nuestros familiares desaparecidos, s¨ª hemos podido ayudar a muchas otras buscadoras a encontrar a sus seres queridos.
No tenemos un salario, no contamos con el equipo ni las herramientas adecuadas para hacer la b¨²squeda, muchas veces no tenemos bloqueador solar ni agua. Al final, este es un trabajo desde el amor. Un trabajo que tambi¨¦n es muy peligroso. Hemos sufrido asesinatos y desapariciones de compa?eras, nos han dejado carteles con amenazas, han ponchado las llantas de los coches, recibimos amenazas a trav¨¦s de la p¨¢gina web de la colectiva, incluso hemos tenido que correr al encontrarnos a grupos armados durante nuestras acciones de b¨²squeda.
La respuesta de las autoridades ha sido decepcionante. No buscan bien a nuestros familiares, no nos protegen e incluso han iniciado procesos penales en nuestra contra. El 10 de julio de 2020, nos unimos 40 familias en una protesta contra la designaci¨®n de un nuevo comisionado de b¨²squeda en Guanajuato. El funcionario no ten¨ªa experiencia en b¨²squedas, era administrador de empresas y sab¨ªamos que no nos ayudar¨ªa. Entonces, salimos con nuestras lonas en las manos, gritando que necesit¨¢bamos encontrar a nuestros familiares, porque vivos se los llevaron y vivos los queremos.
La mayor¨ªa de quienes protestamos ¨¦ramos mujeres, hab¨ªa personas mayores de edad, mujeres embarazadas e infancias, que solo quer¨ªamos gritar, nada m¨¢s. En los videos que se grabaron nos vemos aparentemente muy valientes, pero cuando estuvimos al frente de unos 40 polic¨ªas de las Fuerzas de Seguridad P¨²blica del Estado (FSPE) con sus cascos y equipo, la verdad es que nos dio un mont¨®n de miedo. Nos empezaron a aventar cobardemente, incluida a una se?ora mayor que busca a su hijo. La gente lloraba. Fuimos detenidas por polic¨ªas de la FSPE, porque en medio del alboroto alzamos la voz, porque dijimos que no nos parec¨ªa que nos arrebataran las lonas de nuestros desaparecidos y las pisotearan, porque les dijimos que le bajaran a su violencia. Nos rodearon, nos jalonearon y nos subieron a una camioneta. Fue tan absurdo que incluso se llevaron detenido al representante de la Comisi¨®n Nacional de los Derechos Humanos, al que soltaron en cuanto se dieron cuenta de d¨®nde trabajaba.
?Qu¨¦ delito est¨¢bamos cometiendo? ?Buscar a nuestros familiares? ?Es delito salir a gritar a las calles? Nos llevaron a una celda, ¨ªbamos llorando, con impotencia, con mucho dolor, con mucho enojo. No dijeron a d¨®nde nos llevaban y pensamos que, tal vez, nos iban a desaparecer. Estuvimos detenidas al menos siete horas, nos tomaron fotos y no nos explicaron nada, ni nuestros derechos. Tampoco dijeron que nos hab¨ªan iniciado un proceso penal. Despu¨¦s supimos que la acusaci¨®n era por lesiones, por haber golpeado polic¨ªas, cosa que nunca pas¨®.
Algunas hasta llegamos a creer que la manifestaci¨®n estuvo mal. Mucho tiempo despu¨¦s entendimos que es nuestro derecho, y que nuestra acci¨®n de salir y gritar es tambi¨¦n el derecho de nuestras personas desaparecidas. Ahora ya no nos han callado. Poco despu¨¦s de esos hechos, escuchamos las declaraciones del Secretario de Seguridad P¨²blica que dec¨ªa que ¡°Guanajuato no se puede convertir en un manifest¨®dromo¡±. Nos indign¨® mucho, lo cierto es que no tendr¨ªamos que salir a gritar si hicieran las cosas bien, si no hubiera inseguridad, si no hubiera desapariciones ni feminicidios.
No fuimos procesadas gracias a toda la presi¨®n que hubo en nuestro caso, pero ahora queremos justicia y que otras personas no vivan lo que hemos pasado. Denunciamos a los polic¨ªas que nos detuvieron, tanto penalmente como ante la Procuradur¨ªa de los Derechos Humanos del Estado de Guanajuato (PRODHEG), pero como ya sabemos, el sistema de justicia no nos ha favorecido. La jueza que atendi¨® nuestro caso decidi¨® no sancionar a los polic¨ªas e incluso dijo que es permisible que se disuelvan manifestaciones as¨ª. Ahora estamos en un juicio de amparo esperando revertir esa decisi¨®n. Adem¨¢s, la PRODHEG notific¨® el cierre de nuestra queja sobre violaciones a derechos humanos con el argumento de que las autoridades ya cumplieron.
No estamos conformes, no han cumplido en nada. Nos gustar¨ªa al menos un reconocimiento, una disculpa. Un ¡°sabes qu¨¦, la regu¨¦, sabes qu¨¦, yo no debo decirte que no te puedes manifestar¡±. Es duro saber que no se busca a las personas desaparecidas y tampoco se inician procesos para saber qu¨¦ les pas¨® a nuestros familiares y que, en cambio, nos persiguen a nosotras. Ese proceso penal nos dio mucho miedo, no pod¨ªamos ir a las b¨²squedas en Guanajuato porque pens¨¢bamos que nos iban a detener. Ve¨ªamos una patrulla y hu¨ªamos, volte¨¢bamos a todos lados todo el tiempo. Las dos perdimos nuestros trabajos, porque se ve¨ªa mal que tuvi¨¦ramos un proceso penal.
A pesar de todo, es m¨¢s el amor que el miedo, aqu¨ª seguimos, y no dejaremos de buscar, necesitamos encontrarles. Tampoco podemos olvidar que es nuestro derecho y nuestra obligaci¨®n levantar la voz cuando las cosas no est¨¢n bien. Si lo que quer¨ªan era callarnos les fall¨® la estrategia. Ahora somos m¨¢s fuertes y gritaremos todas las veces que sea necesario el nombre de las personas desaparecidas para que jam¨¢s sean olvidadas.
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