Ser asesinado en M¨¦xico a pesar de ser inocente
La justicia en nuestro pa¨ªs es mera entelequia: o no llega o casi nunca llega. Las madres en espera de audiencias y explicaciones para sus hijos o familiares desaparecidos lo saben
En contra de la sabidur¨ªa popular, una golondrina s¨ª hace primavera. Claudia Sheinbaum lo debe saber. Saber obliga: proceder tras poseer determinada informaci¨®n exige. Sheinbaum es madre y es abuela. Su estatus le impone. Su(ex)jefe, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, tambi¨¦n entiende la idea: es padre, tiene familia. Ni uno ni otro permanecer¨ªan en silencio si alguno de los suyos, sobre todo y por sobre todo, si se tratara de un hijo asesinado, y, de nuevo, si es una persona inocente, joven, trabajadora, comprometida, responsable. De nuevo, sobre todo, y, por sobre todo, si su familiar fue abatido sin raz¨®n por parte de su equipo, en este caso, el Ej¨¦rcito. ?Son responsables Sheinbaum, AMLO y los etc¨¦teras de sus miembros del gabinete de las acciones del (su) Ej¨¦rcito? La respuesta es obvia: ellos la saben.
El 17 de agosto fue victimado Armando Hern¨¢ndez en Nuevo Laredo. Entre esa fecha y el d¨ªa de hoy el trecho es peque?o. Es peque?o por el n¨²mero de homicidios que se cometen en M¨¦xico. No es la primera vez, ni, lamentablemente, ser¨¢ la ¨²ltima en que las fuerzas armadas se vean implicadas en estas nefandas acciones. Como en tantos otros rubros, AMLO se equivoc¨®: tras sus afirmaciones iniciales, donde aseguraba que no sacar¨ªa al Ej¨¦rcito de sus cuarteles, hoy M¨¦xico es un pa¨ªs militarizado. La presencia del Ej¨¦rcito en nuestras calles finaliza la bella historia la cual nos hac¨ªa diferentes a reg¨ªmenes sure?os como Argentina o Chile, donde el Ej¨¦rcito era parte de la realidad. La historia universitaria de Sheinbaum es contraria a la militarizaci¨®n. ?C¨®mo confrontar¨¢ dicha contradicci¨®n?
En M¨¦xico, donde la injusticia ¡°es ley¡± y en donde la pseudo justicia solo se aplica para quienes ostentan el poder, el n¨²mero de inocentes acribillados y/o desaparecidos reportados a las autoridades debe ser mucho mayor que el real. Informar, pedir protecci¨®n, exigir e investigar (casi) no tiene sentido. ?Cu¨¢ntos casos resuelve la justicia mexicana?
La triste historia de Armando Hern¨¢ndez (16 a?os), reconstruida por Beatriz Guill¨¦n en EL PA?S, narra el asesinato del joven por una bala del Ej¨¦rcito. Gracias a c¨¢maras de seguridad, entrevistas con familiares y abogados, as¨ª como audios, hoy se conoce la verdad. Armando, junto con su hermano y un amigo estaban trabajando con rastrillos, escobas y una desbrozadora para ganar unos pesos extras. Mientras laboraban se percataron de que un veh¨ªculo militar con la torreta encendida persegu¨ªa a una camioneta. Al darse cuenta de los sucesos, el joven corri¨® a refugiarse a un local (Servicar). Ah¨ª fue alcanzado por una bala del Ej¨¦rcito la cual le perfor¨® el abdomen. EL PA?S acompa?a la noticia con un video donde se aprecia al joven caer tras ser baleado. Se esconde tras una nevera. La due?a del local pide una ambulancia: como en otras ocasiones, nunca llega.
La familia traslada a Armando a dos hospitales del IMSS, donde no es atendido por no ser derechohabiente y porque en ese momento no contaban con cirujanos. Mentira inmensa la del IMSS Bienestar o la del IMSS sin Bienestar: ?no atienden los fines de semana?, ?no hay personal para salvarle la vida a un joven herido? Al batiburrillo previo se agrega otra sinraz¨®n para no dar de alta al joven y as¨ª buscar ayuda en otro sanatorio: a pesar de haber sido ingresado le informan a la madre que no hab¨ªa sistema y, por extensi¨®n, no era posible egresarlo. La inoperancia es nauseabunda. No se trata de bancos, se trata de vidas.
¡°Tamaulipas lleva dos d¨¦cadas de presencia militar en las calles, desde Vicente Fox a L¨®pez Obrador ha habido decenas de civiles fallecidos o heridos por militares, marinos y Guardias Nacionales¡±, explica Raymundo Ramos, del Comit¨¦ de Derechos Humanos de Nuevo Laredo. De acuerdo a Ramos, en los hospitales nadie quiere curar a heridos por balas pues le temen a las Fuerzas Armadas. El joven falleci¨® tras ser trasladado y operado en un nosocomio privado.
La familia se ha acercado a la Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos, a la Fiscal¨ªa de Tamaulipas y a la Fiscal¨ªa General de Justicia Militar. Hasta ahora no hay respuesta. Se sabe, en cambio, lo informado por el Ministerio Publico: localiz¨® casquillos en el ¨¢rea de Servicar, los cuales, al parecer, son elaborados por la industria militar mexicana.
La justicia en nuestro pa¨ªs es mera entelequia. O no llega o casi nunca llega. Las madres en espera de audiencias y explicaciones para sus hijos o familiares desaparecidos lo saben. Lo mismo vive Alma Karina Gallardo, madre de Armando.
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