Marihuana, pregunte, ?p¨¢sele!
La acera junto al Senado mexicano se ha convertido en un mercadillo de cannabis donde se re¨²nen cientos de j¨®venes cada d¨ªa
Entre el Paseo de la Reforma y la avenida Insurgentes, dos de las principales arterias de la ciudad, est¨¢ el fumadero de marihuana, a las mismas faldas del Senado de M¨¦xico. All¨ª se re¨²nen cada d¨ªa decenas de personas, que son cientos al caer la noche, como si fuera la zona de ocio y desenfreno de la capital. Fuman marihuana, plantan marihuana y venden marihuana, unos enormes cogollos de cannabis en el mismo sitio donde se congregan los senadores para poner orden en el pa¨ªs.
Los j¨®venes estuvieron largo tiempo acampados para reivindicar libertad de consumo. Entonces eran apenas unas pocas y olorosas jaimas con pancartas que ped¨ªan la legalizaci¨®n del animoso vegetal, pero la ley aprobada el pasado noviembre, que regula el mercado, les ha dado alas y hoy el espacio se ha convertido en una concentraci¨®n digna de mejor ¨¦poca: decenas de j¨®venes sin cubrebocas se desdibujan entre el humo compartido.
A su presencia masiva acuden ahora los vendedores ambulantes, que por unos pesos les ofrecen chucher¨ªas y algo de beber. Sobre todo, de comer, para cuando el hambre se hace notar: tacos, cocos, botanas, churros. Otros han tendido en el suelo mercader¨ªa complementaria: macetas para cultivo en casa, toda clase de pipas y papelillos de colores, pitillos ya liados. Un ecosistema que, de haber sesiones habituales en el Senado, a saber si estar¨ªa tan animado. Tras el brote de covid en el Senado a finales de octubre, las sesiones son ahora virtuales.
¡°Reci¨¦n horneadas, con vainilla, canela, chispitas de chocolate y el ingrediente principal¡±, seduce Paulo a unos clientes que se acercan en busca de sus ¡°galletas fant¨¢sticas¡±. Hace solo un par de d¨ªas que ha tendido la mantita con las cestas de galletas y dice que hay negocio. La polic¨ªa pasa y no dice ni p¨ªo. ¡°Yo tambi¨¦n estoy impactado con eso¡±, reconoce este hombre de 32 a?os, desempleado. Y vuelve a la venta: ¡°Una galleta por 50 pesos, dos por 90¡±. No llega a cinco euros. Y son grandes y de buen ver. Hasta un lacito cierra la bolsa donde las sirven.
M¨¦xico aprob¨® el 19 de noviembre una regulaci¨®n del cannabis que prev¨¦ legalizar la sustancia, la creaci¨®n de clubes de fumadores y reserva al Estado el control de la producci¨®n. Los senadores de todos los partidos celebraron aquellos votos, pero los colectivos cann¨¢bicos ven todav¨ªa muchos peros al asunto: a¨²n no se ha despenalizado la posesi¨®n y la norma es restrictiva con el consumo. Salvo a las puertas de Senado. Alejandro estudia Administraci¨®n y tiene 25 a?os, pero tambi¨¦n le gusta la marihuana, raz¨®n por la que ha colocado un puesto en el suelo con pipas de todas clases. En la mano tiene una con forma de aguacate que vende por 200 pesos. ¡°Aqu¨ª la gente respeta, hay buena onda. Yo no pertenezco a ning¨²n club cann¨¢bico, voy por libre, para ganar un dinero¡±, dice sin cubrebocas. Apenas lleva ah¨ª medio mes con su mercanc¨ªa. Cada d¨ªa son m¨¢s. Muchos, estudiantes.
Yanelli y Sahir tienen ambos 24 a?os. ?l estudia Comercio Internacional y ella ha acabado Turismo. Cada d¨ªa se acercan al Senado con sus bicicletas a echarse una fumadita. ¡°Nuestros pap¨¢s ya lo saben. Somos tranquilos y responsables¡±, dicen. Pero en los ¨²ltimos d¨ªas ya han visto alguna pelea, ¡°porque se est¨¢ metiendo gente que llega a beber cerveza y acaban agarr¨¢ndose a madrazos. La polic¨ªa se los llev¨® la otra noche, solo a los que beb¨ªan¡±. Ellos temen que estos altercados acaben con la tranquilidad de la que ahora gozan: ¡°El motivo aqu¨ª es fumar mariguana¡±, dice ¨¦l. ¡°O comerla¡±, a?ade ella. El guardia de uno de los accesos al Senado asegura que est¨¢ todo controlado, que no dan lata, que van a su bola. Y Chiqui, el de los churros, lo confirma: ¡°Son buena onda¡±.
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