La siguiente fase: una renta b¨¢sica
Un ingreso de emergencia estimular¨ªa la recuperaci¨®n de la demanda tras una crisis, actuar¨ªa como un ¡®estabilizador autom¨¢tico¡¯ y los ciudadanos ser¨ªan menos propensos a votar opciones extremistas
Cuando la pandemia, por fin, se desvanezca, el mundo cambiar¨¢ de forma permanente. Pero, para que cambie para mejor, es necesario desarrollar ya una estrategia de transformaci¨®n econ¨®mica. Para ello, debemos tener claro de antemano cu¨¢les eran sus defectos fundamentales.
La econom¨ªa neoliberal que ha predominado durante las ¨²ltimas tres d¨¦cadas se propon¨ªa reducir el Estado social y ten¨ªa una afici¨®n populista a reducir impuestos, particularmente para los ricos y las empresas, que exig¨ªa recortes del gasto p¨²blico, en teor¨ªa para equilibrar los presupuestos.
Era un modelo enga?oso, que produjo un gran fortalecimiento del capitalismo rentista ¡ªgrandes r¨¦ditos para los due?os de propiedades¡ª y el debilitamiento de los bienes p¨²blicos comunes. Esto ¨²ltimo implicaba menos hogares sociales, servicios sociales reducidos, menos sanidad p¨²blica y menos asistencia social. Ahora estamos pagando el precio, con m¨¢s de 25.000 muertes solo en Espa?a. Nuestra capa de protecci¨®n social estaba hecha jirones.
Tambi¨¦n ha producido un saqueo de los bienes p¨²blicos naturales ¡ªmenos espacios abiertos, menos peces en el mar, menos aire limpio y agua potable, menos parques y bosques cuidados¡ª, as¨ª como de las garant¨ªas civiles, la igualdad y la justicia para todos. Sobre todo, vimos una p¨¦rdida del patrimonio p¨²blico intelectual, a medida que el desarrollo de un sistema internacional de derechos de propiedad intelectual permiti¨® que la plutocracia y las grandes empresas se adue?aran con una parte cada vez mayor de los ingresos generados.
Por consiguiente, una parte crucial de la estrategia de revitalizaci¨®n debe consistir en desmantelar el capitalismo rentista y reanimar todos nuestros bienes comunes. No debemos aceptar a ning¨²n pol¨ªtico ni partido pol¨ªtico que no articule una estrategia en ese sentido. La principal prioridad debe ser la construcci¨®n de un nuevo sistema de distribuci¨®n de rentas. Desde ahora mismo. Necesitamos que los Gobiernos y las organizaciones internacionales introduzcan una renta b¨¢sica de emergencia.
Los Gobiernos deben darse cuenta de que no existe una alternativa que pueda llegar a todos los segmentos de la sociedad. Algunos Gobiernos han alegado que tienen que centrar la ayuda en los m¨¢s vulnerables y han introducido asistencia social y subsidios salariales en funci¨®n de los recursos. Pero acabar¨¢n aceptando que casi todo el mundo ¡ªexcepto los plut¨®cratas que pueden refugiarse en sus superyates y sus fincas¡ª, adem¨¢s de ser vulnerable a la pandemia, puede sufrir problemas econ¨®micos, quiebras y otras enfermedades.
Tratar de seleccionar a los pobres en una conmoci¨®n sist¨¦mica como la actual es como buscar al hombre que est¨¢ m¨¢s a punto de ahogarse en un naufragio y dejar que el resto se hunda. Todos necesitamos ayuda. El proceso administrativo necesario para identificar a los m¨¢s necesitados ser¨¢ ca¨®tico, burocr¨¢tico, cr¨®nicamente ineficaz e injusto. E incluso puede que los pol¨ªticos vean que muy pocos funcionarios estar¨¢n dispuestos a comprobar los ingresos, la riqueza o la situaci¨®n laboral de los que soliciten ayuda financiera. Lo que los economistas deber¨ªan saber a estas alturas es que los planes selectivos, concebidos para llegar exclusivamente a los que son pobres sin culpa ninguna, cometen enormes fallos de exclusi¨®n. En otras palabras, no llegan a muchos de los destinatarios del plan. Es posible que haya un 40%, o m¨¢s, de necesitados al que no llegan. Este hecho ha quedado demostrado una y otra vez en todo el mundo, incluso en pa¨ªses con sistemas administrativos avanzados.
Dicho de otro modo, los planes universales son m¨¢s eficaces que los planes selectivos para reducir la pobreza y la inseguridad de rentas. A los pol¨ªticos les cuesta entender esta paradoja, y muchos prefieren no entenderla, porque as¨ª pueden continuar con sus programas espec¨ªficos, con los que creen que ahorran dinero p¨²blico. Ser¨ªa mucho mejor suministrar a todo el mundo una renta b¨¢sica y aplicar a los ricos una ligera subida de impuestos, para que no est¨¦n ni mejor ni peor.
Lo que hemos descubierto con los ensayos de rentas b¨¢sicas en diferentes tipos de pa¨ªses es que refuerzan la resistencia personal y familiar, y hacen que las familias y las personas sufran menos presi¨®n y tengan m¨¢s capacidad de pagar sus deudas. Tambi¨¦n mejoran la nutrici¨®n, la salud y la sanidad. Y, en contra de los prejuicios burgueses, las personas con la seguridad de una renta b¨¢sica tienden a trabajar m¨¢s ¡ªno menos¡ª y a ser m¨¢s productivas ¡ªno menos¡ª, as¨ª como m¨¢s cooperativas y tolerantes con los dem¨¢s. Tienen menos miedo y, por tanto, menos propensi¨®n a votar opciones de extremismo populista.
El sistema de renta b¨¢sica tendr¨ªa otras ventajas sociales y econ¨®micas. Nuestra supervivencia colectiva a esta pandemia depende no s¨®lo de nuestro propio comportamiento y nuestro acceso a los recursos, sino tambi¨¦n de que todos los dem¨¢s tengan los recursos necesarios para sobrevivir. Si algunos grupos se quedan fuera de los programas de ayudas econ¨®micas, tender¨¢n a mostrar comportamientos que prolongar¨¢n la pandemia, aunque solo sea porque, sin recursos, seguir¨¢n siendo vulnerables al virus y otras enfermedades sociales. Podr¨ªamos incluso formular una regla social: cuanto m¨¢s espec¨ªfico sea el sistema de ayudas econ¨®micas, m¨¢s durar¨¢ la pandemia y m¨¢s devastadora ser¨¢.
Desde el punto de vista econ¨®mico, los pol¨ªticos deber¨ªan ser conscientes de que, durante mucho tiempo, vamos a sufrir las consecuencias de una profunda crisis de demanda. Los pobres no podr¨¢n comprar bienes y servicios b¨¢sicos, el precariado no podr¨¢ atender sus deudas crecientes y los asalariados habr¨¢n sufrido enormes efectos en su riqueza, es decir, la constataci¨®n de que han perdido mucha riqueza, lo que les har¨¢ gastar menos.
A los pol¨ªticos les gusta dar la imagen de que protegen a las empresas y los puestos de trabajo. Pero el objetivo principal deber¨ªa ser impulsar la demanda de bienes y servicios b¨¢sicos, sin la cual las empresas no pueden funcionar. Una renta b¨¢sica impulsar¨ªa esa demanda, y constituir¨ªa la piedra angular de la nueva econom¨ªa: alimentos, viviendas, sanidad y educaci¨®n.
La locura de la flexibilizaci¨®n cuantitativa perseguida despu¨¦s de 2008 consisti¨® en inyectar dinero en el lado de la oferta, en los mercados financieros. Eso llev¨® a una recuperaci¨®n muy lenta, como todo espa?ol sabe. Y enriqueci¨® a los que ya eran ricos. Eso no debe repetirse ahora. Pero solo lo evitaremos si presionamos a los pol¨ªticos y a las instituciones financieras y pol¨ªticas internacionales para que den facilidades a la gente corriente.
Otra ventaja de una renta b¨¢sica de emergencia es que podr¨ªa servir de lo que los economistas llaman estabilizador econ¨®mico autom¨¢tico. Si se adopta, impulsar¨ªa la demanda de bienes y servicios b¨¢sicos. Si eso funciona, la econom¨ªa comenzar¨¢ a recuperarse. Entonces, el Gobierno podr¨ªa reducir ligeramente el importe para que sea sostenible a largo plazo, mientras se ponen en marcha impuestos y otros recursos financieros para sufragar un sistema permanente. Si la recesi¨®n empeora debido a fuerzas externas, las autoridades podr¨ªan aumentar la renta b¨¢sica, para reforzar la econom¨ªa en general.
La situaci¨®n es grave. La mayor¨ªa de la gente est¨¢ teniendo dificultades econ¨®micas, sociales y emocionales. Una renta b¨¢sica no es la panacea; pero es esencial y urgente. Si las autoridades no la aplican, ser¨¢n en parte responsables de las muertes y enfermedades del ma?ana. Como m¨ªnimo, deber¨ªan lanzar de inmediato programas piloto, si no est¨¢n convencidos. La inacci¨®n es lo que no se perdonar¨¢ ni se olvidar¨¢.
Guy Standing es profesor titular e investigador en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres. Acaba de publicar Battling Eight Giants: Basic Income Now.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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