A la intemperie
Un Ejecutivo de coalici¨®n no puede ser el cuadril¨¢tero pol¨ªtico donde dirimir mediante golpes de efecto las disputas entre socios
El grupo parlamentario socialista acord¨® con los de Unidas Podemos y EH-Bildu la derogaci¨®n ¨ªntegra de la reforma laboral, adem¨¢s de otros compromisos pol¨ªticos sobre Navarra y el Pa¨ªs Vasco, en el contexto de la votaci¨®n de la quinta pr¨®rroga del estado de alarma celebrada el mi¨¦rcoles. El acuerdo fue mantenido oculto hasta que el Gobierno obtuvo los apoyos de Ciudadanos y el PNV, anunciado una vez concluido el pleno, rectificado a medianoche y vuelto a ratificar a primera hora por el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. Ni en el fondo ni en la forma ten¨ªa sentido un acuerdo que, a cambio de una abstenci¨®n irrelevante, ha destruido el mermado cr¨¦dito negociador del Gobierno, lo ha dejado parlamentariamente a la intemperie y ha concitado en su contra un sentimiento de estupor, tanto por el diletantismo de firmar lo que firm¨®, como por el desorden interno que evidenci¨® la rectificaci¨®n y la rectificaci¨®n de la rectificaci¨®n, llevando al paroxismo la inseguridad jur¨ªdica.
Este movimiento pol¨ªtico no puede ser despachado por el Gobierno como una simple torpeza o un error de coordinaci¨®n, puesto que ha comprometido gravemente su capacidad de articular cualquier mayor¨ªa parlamentaria que no pase por el reconocimiento de su extrema debilidad ante socios ¨¢vidos de explotarla sin l¨ªmites. La tentaci¨®n de llevar al Gobierno por este camino, relativizando las eventuales concesiones a unos socios conscientes de su inmejorable oportunidad, podr¨ªa colocar a la totalidad del pa¨ªs ante una fractura pol¨ªtica y social inmanejable. Entre otras razones porque, a pesar de la extraordinaria gravedad de la situaci¨®n, el principal partido de la oposici¨®n est¨¢ actuando como aprendiz de brujo y empujando a las calles un malestar y unas emociones contra el Gobierno que deber¨ªa reconducir a la raz¨®n y las instituciones.
El Gobierno no puede seguir basando su estrategia en cerrar filas contra esa oposici¨®n montaraz para excusarse de lo que no hace y deber¨ªa haber hecho, que era buscar un acuerdo parlamentario acorde a la magnitud de los desaf¨ªos. Si no con la esperanza de lograrlo, vista la irascibilidad de los discursos, s¨ª con la determinaci¨®n de cerrar los flancos evidentes de una acci¨®n pol¨ªtica en minor¨ªa y de una coalici¨®n que es una mera yuxtaposici¨®n de partidos mal avenidos. En lugar de ello, los flancos se han agrandado a ra¨ªz de este episodio, puesto que ha quedado en evidencia una fractura sin precedentes entre el vicepresidente Iglesias y el resto del Gobierno, incluidos algunos ministros procedentes de Unidas Podemos.
Un Ejecutivo de coalici¨®n no puede ser el cuadril¨¢tero pol¨ªtico donde dirimir mediante golpes de efecto las disputas entre socios. Mucho menos bajo un estado de alarma prorrogado durante meses y con una amenaza sanitaria sin conjurar, tras la que, adem¨¢s, se avecina una crisis econ¨®mica sin precedentes. En otras circunstancias, tal vez el Gobierno podr¨ªa minimizar el coste pol¨ªtico con una explicaci¨®n de lo sucedido. Pero esta vez las cosas han ido demasiado lejos, y la ¨²nica manera en la que podr¨ªa contener la hemorragia pol¨ªtica provocada por el acuerdo sobre la reforma laboral en un contexto impropio y con un socio inadecuado es depurando responsabilidades. De no hacerlo con urgencia, ser¨¢ el propio presidente S¨¢nchez el que se arriesgue a perder toda cobertura, llevando al pa¨ªs a una v¨ªa muerta institucional cuando lo que requiere es emprender cuanto antes el largo y doloroso camino que le queda por recorrer.
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