Aire
Algo no funciona cuando la sociedad se contrae, los humanos enferman y la naturaleza se expande y respira
El m¨¢s intercambiable y promiscuo de los elementos. Ligamento entre sujeto y objeto, lo comparten inadvertidamente afines y adversarios, flora y fauna. Transmisor del efecto mariposa, envuelve y unifica la superficie terrestre, y a diferencia de esta, no conoce fronteras.
El aire se ha erigido en elemento emblem¨¢tico de los tiempos que vivimos: la covid, transportada en un aerosol de gotitas, ha impuesto abruptamente la etiqueta de la mascarilla quir¨²rgica, y con ella la est¨¦tica y los modos sociales de la nueva realidad donde las relaciones, marcadas ahora por la distancia y el miedo al contagio, nos conducen al escenario apocal¨ªptico de las pel¨ªculas de ciencia ficci¨®n. Aire tambi¨¦n el que llega con dificultad a los pulmones de los infectados, al ser el coronavirus una enfermedad respiratoria. Los casos m¨¢s extremos requieren la utilizaci¨®n de ventiladores que impulsen el ox¨ªgeno a la sangre y su b¨²squeda lanz¨® a los Gobiernos a una carrera desesperada por obtenerlos. En un primer momento se propici¨® una contracci¨®n nacionalista, una geopol¨ªtica de la supervivencia, seguida en el caso de las grandes potencias de un samaritanismo ad hoc. Los pa¨ªses de la UE tardaron en reaccionar a la solicitud de ayuda del socio m¨¢s necesitado en la situaci¨®n m¨¢s cr¨ªtica: Italia. Turqu¨ªa retuvo temporalmente un cargamento de respiradores destinados a Espa?a. China y Rusia aprovecharon las aguas revueltas para posicionarse como agentes humanitarios globales.
Y, sin embargo, mientras los afectados agonizan por falta de aire y la econom¨ªa se ralentiza, y con ella las emisiones de di¨®xido de carbono, los cielos de las grandes urbes se han visto limpios de sustancias contaminantes en esta primavera radiante. En Venecia la salida de multitudes de turistas ha despejado las aguas fangosas de los canales, revelando inesperadamente el fondo acu¨¢tico de la laguna. Los ciudadanos de Nueva Delhi, cuyo Gobierno decret¨® en noviembre la emergencia sanitaria a causa de la niebla t¨®xica, han podido experimentar la visi¨®n nocturna del firmamento estrellado. El trinar de los p¨¢jaros ha reemplazado la cacofon¨ªa de bocinas y cl¨¢xones. Y en el norte de la India, la cordillera del Himalaya es visible por primera vez en d¨¦cadas. Madrid ha borrado su pl¨²mbea boina cetrina, y comparte con el territorio circundante una atm¨®sfera limpia. Y as¨ª podr¨ªamos seguir: Pek¨ªn, Se¨²l, Nueva York¡ Y mencionar, de paso, las im¨¢genes que muestran la proliferaci¨®n de animales adentr¨¢ndose en las calles vac¨ªas de aldeas y ciudades, en lo que parece una inversi¨®n de roles: el espacio p¨²blico ocupado por la vida salvaje; los individuos, espectadores perplejos, guarecidos en sus casas.
La esfera terrestre forma un h¨¢bitat poroso de intercambio por donde circulan g¨¦rmenes y organismos que configuran nuestro ecosistema. No habitamos compartimentos estancos. Algo no funciona cuando la sociedad se contrae, los humanos enferman y la naturaleza se expande y respira. @evabor3
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