La medicina equivocada
Desactivada la pol¨ªtica de su lado cient¨ªfico, obligado a bajarse del tren cualquiera que enfoque con cierta complejidad un asunto en discusi¨®n, nos queda el circo
Es un poco excesiva la sorpresa general ante los excesos dial¨¦cticos de nuestros l¨ªderes pol¨ªticos en el Parlamento. Fruto del estado de ¨¢nimo, se apela a encontrar en ellos alg¨²n consuelo c¨ªvico. En vista adem¨¢s de que los ensayos cl¨ªnicos pueden acelerarse, pero el conocimiento cabal tiene su propio ritmo, algunos sue?an con encontrar en la pol¨ªtica una vacuna para el malestar. Pero aqu¨ª tambi¨¦n hubiera sido m¨¢s v¨¢lida la prevenci¨®n que la alarma tard¨ªa. Es obvio que nos encantar¨ªa gozar de l¨ªderes cabales, pero cuando a un lado y otro del espectro pol¨ªtico votas populista, luego no pidas que sean racionales y valiosos. Dentro de los propios partidos hace tiempo que se ha creado una competici¨®n insana. Se usan instrumentos democr¨¢ticos, como pudieron ser en su origen las primarias, para destruir a los rivales. Ahora, dentro de los partidos ya no hay corrientes, pues cuando gana un candidato la primera misi¨®n es destruir y mandar a casa a los que osaron enfrentarse a ¨¦l. En lugar de primarias, deber¨ªan llamarlas eliminatorias. El resultado es que los partidos cada vez son m¨¢s toscos, min¨²sculos y caudillistas, acorazados para el choque, incapaces para el pacto.
Hace alg¨²n tiempo, varios pensadores especularon con la posibilidad de que ante la ausencia de Dios, las personas buscaran nuevas religiones para alimentar su esperanza y paliar su miedo. Entre esas nuevas religiones, obviamente, se destacaba la pol¨ªtica. Visto desde esa perspectiva, no es raro que nos topemos con cruzadas viscerales donde un dogma se enfrenta a otro. Ya no se especula con conceptos metaf¨ªsicos, pero se aplica esa doctrina religiosa en los enfrentamientos ideol¨®gicos. As¨ª, desde el impuesto al patrimonio hasta las ayudas al desempleo se transmiten unos mandamientos de obligado cumplimiento ya pertenezcas a la Iglesia neoliberal o a su archienemiga socialcomunista, por usar los adjetivos descalificativos m¨¢s al uso de hoy d¨ªa. Desactivada la pol¨ªtica de su lado cient¨ªfico, obligado a bajarse del tren cualquiera que enfoque con cierta complejidad un asunto en discusi¨®n, nos queda el circo.
No se aflijan. Cuando se insultan es porque se necesitan. Ninguna Iglesia ha sabido funcionar nunca sin Dios y Diablo. Pobre de aquel que se ponga en manos de alguno de los salvadores ofertados, cualquiera de los dos para¨ªsos que proponen da miedo. Ni la desigualdad rampante ni la igualdad por decreto respetan el capricho y la libertad real de las personas. Piensen que a¨²n estamos mejor que en la inmensa Am¨¦rica. Desde el sur brasile?o hasta el Norte, antes conocido como ejemplo de democracia, est¨¢ recorrido por un evangelismo irracionalista, de tea ardiente y verbo inflamado, que ni soluciona la vida de la gente ni preserva los beneficios de la convivencia. El problema m¨¢s grave radica en que los feligreses sean incapaces de abandonar las capillas, de reconocerse seres adultos y capaces de vivir sin cielo ni infierno, pues de ese enfrentamiento no sacan beneficio terrenal ninguno. En el inacabable postureo medi¨¢tico, los excesos responden a las leyes del mundo del espect¨¢culo. Cuando ¨¦ramos ni?os supimos apreciar que los payasos se atizaran una serie inacabable de bofetadas y patadas en el culo sin que por ello al salir del circo nos vi¨¦ramos obligados a partirnos la cara entre los espectadores. La pol¨ªtica entendida como nueva religi¨®n fabrica beatos. Un cierto agnosticismo conviene.
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