Melanina y clasismo
La rodilla en el cuello de Am¨¦rica Latina es la encubierta negaci¨®n del negro y el ind¨ªgena, las secuelas de la jerarquizaci¨®n establecida por los conquistadores y colonizadores blancos y criollos
La rodilla en el cuello de Am¨¦rica Latina es la encubierta negaci¨®n del negro y el ind¨ªgena, las secuelas de la jerarquizaci¨®n establecida por los conquistadores y colonizadores blancos y criollos, que asignaron a las poblaciones originarias y afrodescendientes la caseta del perro, la base de la pir¨¢mide social, su alejamiento de la ciudadan¨ªa y los proyectos nacionales. El polic¨ªa que asfixi¨® a George Floyd tard¨® ocho minutos y pico en conseguirlo; la acumulaci¨®n de prejuicios y conductas contrarias a la igualdad de oportunidades en el subcontinente comenz¨® hace siglos y todav¨ªa sofoca a las v¨ªctimas de un colonialismo interno consolidado como cuerpo doctrinario. La laxitud de conciencias y pol¨ªticas favorece el enquistamiento de una segregaci¨®n que combina melanina y clasismo.
Aunque sus legislaciones parecieran desmentirlo, todos los pa¨ªses practican el portazo racial, la discriminaci¨®n en el acceso a la escuela, la vivienda, el trabajo y la representaci¨®n pol¨ªtica. Nada de discriminaci¨®n positiva. El aspecto y la pigmentaci¨®n oscura cierran puertas. Intelectuales de pa¨ªses mestizos como M¨¦xico, de apariencia fenot¨ªpica intermedia entre europeos e ind¨ªgenas, se asumen m¨¢s criollos que morenos. Los compatriotas ¨¦tnicos son menospreciados por ¨¦lites acomodadas en la invisibilidad del indio. La aristocracia de la epidermis del abogado franc¨¦s Moreau de Saint-M¨¦ry, en la Martinica esclavista del siglo XVII, ponderaba el ¨¢rbol geneal¨®gico de siete generaciones y 28 combinaciones posibles del mestizaje para determinar estatus y expectativas.
El tratamiento inicuo emparenta con la brutalidad policial y las injusticias econ¨®micas y sociales que acogotan a las comunidades ind¨ªgenas y afrodescendientes, castigadas, adem¨¢s, por la peor distribuci¨®n del ingreso del mundo, espoleta de la informalidad laboral y la criminalidad de Latinoam¨¦rica. Si las pol¨ªticas p¨²blicas para integrar la visi¨®n del mundo de las etnias no han sido capaces de armonizar institucionalmente sus derechos y deberes, apenas se avanz¨® en la integraci¨®n de las especificidades de las comunidades negras, menos organizadas que en EE UU. Chile, Argentina y Uruguay las ignoraron en su empe?o por construir una identidad nacional europeizada; el s¨¢trapa dominicano Trujillo favoreci¨® la inmigraci¨®n espa?ola contra el ennegrecimiento haitiano del oriente de La Espa?ola.
El asesinato del moreno de favela no escandaliza en la metr¨®poli del mestizaje, Brasil, con m¨¢s de la mitad de sus habitantes, negros, mulatos y zambos, y cuatro o cinco en la direcci¨®n de la gran empresa. Colombia es otra cantera de apartheid cultural, con Venezuela, Ecuador, Panam¨¢ o Per¨² en los tajos. Pese al igualitarismo legal, tambi¨¦n en la Cuba revolucionaria se prejuzga y afrenta. Am¨¦rica Latina naci¨® dividida en clases, con los europeos y sus descendientes atropellando las culturas aut¨®ctonas y africanas. La persistencia de esquemas generadores de exclusi¨®n no permiten albergar esperanzas sobre la desaparici¨®n de la rodilla en el pescuezo de la libertad y el derecho. Habr¨ªa que acometer una reprogramaci¨®n del pensamiento para borrar los traumatismos que fecundaron la persecuci¨®n de la diferencia.
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