Modos de ser y estar
El presidente L¨®pez Obrador dice que ha llegado el tiempo de las definiciones: se est¨¢ a favor de la transformaci¨®n o se est¨¢ en contra de ella
El s¨¢bado 6 de junio pasado, el presidente L¨®pez Obrador dijo en Minatitl¨¢n, Veracruz, que ha llegado el tiempo de las definiciones. Que se est¨¢ a favor de la transformaci¨®n o se est¨¢ en contra de ella. La calidad del mensajero y del mensaje son importantes. Parecieran no dejar espacio alguno para la toma de posiciones. En el sistema binario que domina el pensamiento y el actuar presidencial, o se est¨¢ en una casilla o se est¨¢ en otra, sin que exista posibilidad adicional. Utilizando sus propias categor¨ªas, se es favorable a su pensamiento, a su proyecto y pr¨¢cticamente a su ser, o se asume la calidad de adversario de ¨¦l mismo.
Lo interesante del planteamiento presidencial, es que al proponer la pura dualidad busca, y tal vez logre, constituir dos realidades: la de quienes, efectivamente, est¨¢n con ¨¦l en todo y para todo y la de quienes, por el contrario, est¨¢n en contra de ¨¦l en las mismas condiciones. El primer grupo, el de los fieles, no tiene m¨¢s posibilidad que aceptarlo todo, sea ello en las determinaciones de los fines o de los medios; el segundo, en la l¨®gica del presidente y tal vez por derrama en la propia condici¨®n de los involucrados, se constituir¨ªa por quienes no acepten sus propuestas, tal vez ni siquiera una parte de ellas.
La manera en la que el presidente exigi¨® definirse con respecto a su proyecto y su persona, la necesidad de saber qui¨¦nes son amigos y qui¨¦nes adversarios, abre la posibilidad de identificaciones, m¨¢s all¨¢ de los estrechos marcos en lo que ¨¦l mismo quiere y trata de colocar a los habitantes del pa¨ªs. Sus reclamos por las lealtades a ultranza dan pie para discernir si el mundo puede caber en sus pretensiones o si, por el contrario, existen otras alternativas, m¨¢s all¨¢ de que los sujetos aludidos sean conscientes de ello.
Del total del colectivo posible, comencemos por distinguir entre los que est¨¢n conformes y los que est¨¢n inconformes por el actual estado del pa¨ªs. Sin entrar a discutir ahora la validez moral de sus convicciones o creencias, es posible imaginar la existencia de un grupo de personas que en nada o en muy poco quieren cambiar el statu quo nacional. Sea por valores religiosos, posici¨®n pol¨ªtica o mero conformismo, habr¨¢ quienes no quieren o no pueden, ideol¨®gicamente hablando, imaginar ni desear que las cosas cambien. A ellos, las exigencias de lealtad personal o compromiso institucional con lo dicho por el presidente, les ser¨¢n completamente irrelevantes, ello con independencia, repito, de los males que su decisi¨®n pudiera acarrearles o su moral verse comprometida.
Dejando de lado al grupo de los conformes, podemos identificar otro, desde luego m¨¢s extenso, el conjunto de personas que desean que las cosas se modifiquen. El de aquellos que, por las razones que sean, est¨¢n inconformes con el estado de cosas actual. Dentro de este segundo conjunto, no cuesta trabajo suponer que existen, al menos, dos categor¨ªas de sujetos. El conformado por los que piensan que las cosas deben cambiar, y el compuesto por quienes estiman que deben transformarse. El primero ser¨ªa el de quienes estiman que, con los debidos ajustes hechos a manera de reformas al conjunto institucional, ser¨¢ posible resolver mucho de lo que nos acongoja. Si, por ejemplo, se estima que la pobreza y la desigualdad son inaceptables, cambios en la recaudaci¨®n o en la distribuci¨®n del ingreso ser¨ªan suficientes. El segundo subconjunto ser¨ªa el de aquellas personas a las que les gustar¨ªa que las cosas no simplemente cambiaran, sino que se transformaran, ello con mayor radicalidad y velocidad. Por ejemplo, que las estructuras econ¨®micas dejaran de estar en manos de los empresarios para asentarse en empresas p¨²blicas o ser determinadas por planes quinquenales, solo por citar viejos y conocidos ejemplos. Entre los dos grupos existen obvias diferencias en los t¨¦rminos apuntados, tanto de car¨¢cter cuantitativo y cualitativo, como de velocidad.
Dadas las condiciones del discurso y la exhortaci¨®n presidencial para que cada cual se defina, es posible distinguir, dentro del mismo grupo de los transformadores, dos nuevos subgrupos. El de aquellos que, efectivamente, est¨¢n con el presidente en condiciones plenas, pr¨¢cticamente sin discusi¨®n y sin separaci¨®n, y el de aquellos que, en poco o en mucho, consideran que el proyecto transformador del propio presidente no es adecuado, pr¨¢ctico o verdaderamente transformador. Para solo referirme a este segundo conjunto, habr¨ªa quienes estando de acuerdo en lograr una nueva situaci¨®n, piensen que la misma deb¨ªa pasar por la centralidad de los derechos humanos frente a los arreglos clientelares, la producci¨®n de energ¨ªa por fuentes limpias y no f¨®siles, o el claro reconocimiento y apoyo a las reivindicaciones feministas.
En una especie de mapa b¨¢sico, la poblaci¨®n puede ser colocada en los cuatro grupos se?alados: conformes, inconformes pro-cambio, inconformes pro-transformaci¨®n modo presidencial e inconformes pro-transformaci¨®n modo no presidencial. Con base en ello, cada cual puede saber en d¨®nde se encuentra y, lo que es m¨¢s importante y en caso de que por propia voluntad decida responder al llamado de presidente, en d¨®nde va a colocarse. Es decir, la manera de asumir plenamente su ser y su estar pol¨ªtico en los pr¨®ximos a?os.
Quienes hipot¨¦ticamente est¨¦n en situaci¨®n de conformidad plena con el cotidiano acontecer, saben que no tiene ning¨²n sentido definirse en favor del proyecto presidencial, por la sencilla raz¨®n de que afectar¨¢ aquello que estiman adecuado. El que supongo y espero sea un grupo puramente hipot¨¦tico o, en el peor de los casos, pr¨¢cticamente inexistente, habr¨ªa de asumir la propuesta presidencial con total rechazo. Con el grupo de quienes aceptan sin m¨¢s todo y en todo lo planteado por el presidente de la Rep¨²blica, se encuentran en una situaci¨®n semejante, aun cuando de signo completamente contrario. Lo que proponga el presidente, en lo que sea y como sea, habr¨¢ de ser admitido y no cuestionado. La exhortaci¨®n hecha en la refiner¨ªa de Minatitl¨¢n ser¨¢ impermeable a ambos grupos. A los primeros, desde luego, por irrelevante y a los otros por relevant¨ªsima.
Esto nos deja con el verdadero sentido de la exhortaci¨®n-reclamo-?amenaza? Quienes quieren el cambio, pueden aceptar que algunas de las propuestas presidenciales tienen sentido. Es m¨¢s, que son viables y necesarias, pero no alcanzan a comprometerse con la totalidad del proyecto en el que quedan comprendidas. A este grupo pareciera referirse el presidente, al exigirles que comprometan su sentir por la injusticia o la mala calidad de las actuales condiciones de vida. Que, en lugar de estar buscando en los detalles lo que no corresponde con sus creencias, le asignen una especie de voto de confianza para que, en la transformaci¨®n general a lograr, vean reflejados los cambios que pretenden alcanzar. Es dif¨ªcil, al menos en los t¨¦rminos de la explicaci¨®n que aqu¨ª propongo, que los moderados cambien de parecer, porque buena parte de lo que pretenden pasa por el mantenimiento de las condiciones institucionales que el propio Presidente estima como obst¨¢culos para alcanzar las metas planteadas. La autonom¨ªa judicial o la legislativa, el mantenimiento de las decisiones gubernamentales pasadas o el respeto pleno de los derechos humanos, por ejemplo.
Los anteriores descartes nos dejan frente a lo que, a mi juicio, es el colectivo al que efectivamente quiso referirse el presidente para lograr su compromiso pleno con ¨¦l y con su proyecto. El compuesto por quienes buscando la transformaci¨®n del pa¨ªs, no acaban de sentirse comprendidos en el proyecto presidencial. Aqu¨ª estar¨ªan los que estiman que en las visiones de mundo que la autodenominada cuarta transformaci¨®n plantea, hay huecos o distorsiones may¨²sculas. Que, a modo de ejemplo, no hay un lugar destacado y congruente para la protecci¨®n del medio ambiente; que no hay un amplio y complejo sentido reivindicatorio para los pueblos y comunidades ind¨ªgenas; que no hay el empoderamiento de la administraci¨®n p¨²blica para que realice funciones regulatorias b¨¢sicas sobre el capital; que a este no se le imponen tasas impositivas con un aut¨¦ntico sentido redistributivo; que las demandas de g¨¦nero o preferencias sexuales no tienen posici¨®n ni orden. La apelaci¨®n presidencial aqu¨ª es entendible. Mira a los transformadores como compa?eros de un viaje eminentemente transformador, pero muchos de estos compa?eros no se sienten c¨®modos ni por las condiciones del viaje, ni por sus rutas ni por el destino.
Cuando el presidente apela a la poblaci¨®n mexicana a definir su posici¨®n frente a ¨¦l y a su proyecto de naci¨®n, creo que sabe que no se dirige a los conformes, ni tampoco a los fieles. Sabe que est¨¢ buscando que a su proyecto o a su persona se sumen los inconformes que salieron a votar hace dos a?os por ¨¦l. Por el modo en que ha llevado las cosas, ya no como programa a realizar, sino como realizaciones cotidianas, supongo que se ha percatado que a los inconformes pro-cambio los ha perdido o los est¨¢ perdiendo; supongo tambi¨¦n que sabe que entre los transformadores est¨¢ perdiendo adeptos al no tener cabida en su agenda cotidiana de gobierno.
No creo que el presidente haga bien en exigir una especie de manifestaci¨®n plebiscitaria en torno a su persona, pues las urnas le han dado la posici¨®n institucional y las competencias para ejercer el poder que leg¨ªtimamente obtuvo. Entiendo, sin embargo, la necesidad pol¨ªtica del ejercicio como una forma de conseguir adeptos para un quehacer que, por razones personales y circunstanciales, los va perdiendo. Del lado de los ciudadanos, lo que a cada cual le corresponde frente a la exhortativa presidencial es, primero, definir si quiere o no responder la pregunta hecha o esperar a las elecciones para responderla. En caso de que desde ahora quiera hacerlo, le corresponde tambi¨¦n determinar su manera pol¨ªtica de ser y estar frente a la persona y a su proyecto. Definir si la oferta que tiene frente a s¨ª satisface o no sus convicciones o sus intereses, o si estima necesario buscar el cumplimiento de unos u otros por otras v¨ªas y otros actores. Creo que con una hoja de ruta como la que aqu¨ª he se?alado, se est¨¢ en posibilidad de responder, cabal y responsablemente, a las apremiantes exhortaciones presidenciales.
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