Disoluci¨®n de cuerpos represivos
Ahora no son solo los negros los movilizados contra la violencia policial, sino todas las minor¨ªas
El consejo municipal de Minneapolis quiere desmantelar su departamento de polic¨ªa. Una antigua consigna izquierdista que llamaba a la disoluci¨®n de los cuerpos represivos est¨¢ a punto de hacerse realidad en la mayor ciudad de Minnesota. No es una an¨¦cdota local, sino expresi¨®n de un profundo cambio en la concepci¨®n del orden p¨²blico. Su calibre es similar, aunque de signo contrario, al que se produjo despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre de 2011 respecto al terrorismo.
La consigna presente en todas las manifestaciones por la muerte de George Floyd reclama limitar los presupuestos y los poderes de los 17.000 departamentos de polic¨ªa que hay en Estados Unidos. A la hora de la verdad nadie llega a imaginar una sociedad sin polic¨ªa, pero ha prendido un firme prop¨®sito reformista, que quiere convertir a los cuerpos de seguridad en protectores de los ciudadanos y no en sus enemigos, tal como son percibidos, y con raz¨®n, por parte de las minor¨ªas raciales y especialmente por los afroamericanos.
Numerosos Estados y ciudades han empezado a aprobar limitaciones a los m¨¢rgenes de acci¨®n policial. Una propuesta de ley dem¨®crata ha entrado en el Congreso. La maniobra de estrangulamiento que dej¨® a Floyd sin respiraci¨®n quedar¨¢ prohibida por ley. Ser¨¢ obligatorio registrar en v¨ªdeo las acciones peligrosas de los agentes del orden. La inmunidad policial reconocida por los tribunales ha empezado a resquebrajarse.
El debate efectivo no ser¨¢ sobre la disoluci¨®n de las polic¨ªas, sino sobre su control, sus presupuestos, el tipo de armamento autorizado y, sobre todo, la misi¨®n que se les encomiende. En esto consiste la consigna de defunding the police (retirar fondos a la polic¨ªa) entonada en las manifestaciones, que significa desviar parte de los recursos dedicados ahora a las guerras urbanas hacia las pol¨ªticas y los servicios sociales.
Black Lives Matter ya es un movimiento triunfante, siete a?os despu¨¦s de su fundaci¨®n en reacci¨®n a intervenciones policiales como la que termin¨® con la vida de Floyd. La oposici¨®n a la violencia policial ha penetrado incluso en las filas de los votantes republicanos. La popularidad del presidente est¨¢ por los suelos y los senadores y congresistas trumpistas empiezan a temer por sus esca?os. Ahora no son solo los negros los movilizados contra la violencia policial, sino todas las minor¨ªas, incluyendo los j¨®venes blancos, en un movimiento transversal que se funde con #MeToo y con la protesta social que surgi¨® con #OccuppyWallStreet. Las r¨¦plicas de este terremoto desbordan a Estados Unidos y alcanzan todo el planeta, empezando por Francia y Reino Unido, donde la muerte de Floyd est¨¢ obligando a revisar el comportamiento de sus polic¨ªas y el racismo estructural de sus sociedades.
Queda por ver si el volantazo hacia la izquierda de la sociedad estadounidense dejar¨¢ tirada en la papelera de la historia a la presidencia catastr¨®fica de Donald Trump. O si, por el contrario, la derecha sacar¨¢ petr¨®leo de la radicalidad de una consigna tan popular como quim¨¦rica.
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