Espa?a tiene que ir m¨¢s lejos
El Gobierno ha avanzado en la buena direcci¨®n al introducir el ingreso m¨ªnimo vital pero podr¨ªa aprovechar para dar a cada espa?ol una renta b¨¢sica que proporcione resiliencia y un nuevo contrato social
El Gobierno espa?ol ha avanzado en la buena direcci¨®n al introducir el ingreso m¨ªnimo vital (IMV), pero pronto descubrir¨¢ que tiene que ir mucho m¨¢s lejos. El plan corre el riesgo de fracasar porque el Gobierno no ha sido lo bastante valiente, aunque la ministra responsable haya declarado que el programa ser¨¢ permanente y no solo una medida de emergencia.
En una pandemia se debe tener siempre en cuenta el principio de que, si se permite que quede alg¨²n grupo vulnerable, toda la sociedad lo ser¨¢ tambi¨¦n. En este contexto, el Gobierno tiene que prepararse para una segunda o incluso una tercera oleada de casos, en las que las muertes por covid-19 y el "exceso de fallecidos" inducido por la enfermedad dejar¨¢ nuevas cicatrices tanto en la sociedad como en la econom¨ªa durante a?os. En consecuencia, es vital prepararse para proporcionar a todo el mundo m¨¢s capacidad de adaptaci¨®n financiera. Hay que construir un sistema defensivo para el ma?ana.
El Gobierno ha introducido lo que los especialistas en pol¨ªticas sociales llaman un sistema de ingreso m¨ªnimo, no una renta b¨¢sica. Puede que a los legos en la materia esto les suene a juego de palabras, pero la diferencia es enorme.
El IMV promete entre 462 y 1.100 euros mensuales por hogar, solo para solicitantes de entre 21 y 65 a?os y dependiendo del n¨²mero de integrantes y el de ni?os y ancianos que formen la unidad dom¨¦stica. El requisito para beneficiarse del IMV es que los ingresos medios de un hogar de dos o m¨¢s miembros hayan sido inferiores a 450 euros mensuales en 2019.
Esto significa que menos de un mill¨®n de hogares, lo que equivale a 2,5 millones de personas, disfrutar¨¢n de ¨¦l, si todos las que tienen derecho a recibirla la solicitan y se les concede, lo cual es extremadamente improbable. Hay alrededor de 11 millones de espa?oles cuyos ingresos est¨¢n por debajo del umbral oficial de pobreza. Es decir, solo se beneficiar¨¢ una minor¨ªa, aun en el caso de que los ingresos del a?o pasado fuesen un indicador fiable de los actuales, lo cual tambi¨¦n es altamente improbable. ?Es este el programa que cabr¨ªa esperar de un Gobierno progresista?
Con un sistema de ingreso m¨ªnimo, el Gobierno determina qui¨¦n va a recibir la prestaci¨®n en funci¨®n de los ingresos y el valor de los bienes del solicitante. En otras palabras, la ayuda va ¡°dirigida¡± a los considerados pobres. A primera vista, esta suena razonable. Con un sistema de renta b¨¢sica, todo el mundo (o todos los residentes legales) reciben el pago como un derecho de ciudadan¨ªa. A primera vista, la idea suena a dispendio e injusticia, pero los ingresos adicionales se pueden recuperar fiscalmente de los ricos y los costes administrativos son mucho menores.
Parad¨®jicamente, diversos estudios exhaustivos de alcance internacional muestran que un sistema de renta b¨¢sica es m¨¢s progresista que uno de ingreso m¨ªnimo, es decir, reduce la desigualdad y ayuda a las personas vulnerables de manera m¨¢s efectiva y eficaz.
Este aspecto es importante en el espeluznante contexto de la crisis del coronavirus y la recesi¨®n econ¨®mica que se avecina. Vuelvo a decir que la raz¨®n es que, si se abandona a cualquier grupo lo bastante numeroso en una situaci¨®n de vulnerabilidad y empobrecimiento, toda la sociedad ser¨¢ vulnerable, ya que los marginados y los desfavorecidos seguir¨¢n teniendo una alta probabilidad de contraer la covid-19 u otras enfermedades, lo cual har¨¢ que todo el mundo quede expuesto a un alto riesgo de contagio.
As¨ª pues, ?por qu¨¦ los sistemas como el IMV no son eficaces? En primer lugar, porque tienen importantes errores de exclusi¨®n, es decir, que la ayuda no llega a una buena parte de aquellos a quienes va dirigida. Cuando la burocracia aplica un umbral de ingresos por encima del cual no se tiene derecho a recibir la prestaci¨®n, hay que incluir un procedimiento de comprobaci¨®n de los recursos, los ingresos, y el valor de los bienes de la persona que lo solicita. Los bur¨®cratas tienen que hacer muchas preguntas e incluso visitar los hogares. El proceso puede ser intimidatorio y estigmatizador. A nadie le gusta quedar p¨²blicamente como pobre o fracasado social. Muchas personas orgullosas no solicitan la ayuda o desisten cuando las preguntas entran en el terreno personal. Esto no significa que no sean pobres o vulnerables.
Otro fallo es que, en una crisis como la de 2020, los ingresos fluct¨²an de una semana a otra. Si los bur¨®cratas entrevistan a una persona una semana, puede que sus ingresos est¨¦n justo por encima del umbral para poder optar a la ayuda, mientras que es posible que la semana siguiente no tenga ning¨²n ingreso en absoluto. En consecuencia, en ¨¦pocas de turbulencias econ¨®micas, la comprobaci¨®n de recursos ser¨¢ inevitablemente injusta. En el caso del IMV, es absurdo utilizar los ingresos del a?o anterior como referencia para el a?o actual.
De esto se deduce un aspecto crucial para el dise?o de las pol¨ªticas sociales en ¨¦pocas de recesi¨®n econ¨®mica causada por una pandemia: el objetivo principal deber¨ªa ser conferir resiliencia, es decir, fuerza para resistir y recuperarse del golpe al sistema personal y a la sociedad. Todos los ministros del Gobierno deber¨ªan colgar en la pared de su despacho este recordatorio: ¡°?Es la resiliencia, est¨²pido!¡±.
Otro defecto del sistema de ingreso m¨ªnimo, y el m¨¢s conocido, es que crea autom¨¢ticamente lo que se denomina trampa de la pobreza. Si una prestaci¨®n se entrega ¨²nicamente a los pobres, todos aquellos que intenten llegar a ser "no pobres" ser¨¢n penalizados con la p¨¦rdida de la ayuda. Esto crea un riesgo moral, es decir, act¨²a como un desincentivo para aceptar un trabajo poco remunerado, porque la persona pierde casi tanto como gana con el empleo. Asimismo, crea un riesgo inmoral, ya que, como la persona sabe que podr¨ªa perder la ayuda, es posible que no declare el salario, de manera que m¨¢s gente se ve empujada a la econom¨ªa sumergida.
En la mayor¨ªa de estos sistemas, el problema se agrava por la trampa de la precariedad. Dado que la persona tiene que solicitar la prestaci¨®n, el tr¨¢mite tarda tiempo, puede que hasta semanas. De modo que, si alguien recibe una oferta de un empleo eventual de corta duraci¨®n, no solo se encontrar¨¢ ante la trampa de la pobreza, sino que, adem¨¢s, tendr¨¢ la preocupaci¨®n de que, en caso de aceptar el trabajo, pronto volver¨¢ a necesitar la ayuda y se ver¨¢ obligado a esperar sin recibir ingresos. Este no es el caso del IMV, pero constituye un riesgo si el Gobierno se inclina por seguir el camino de la comprobaci¨®n de recursos.
Con el IMV surge otra trampa de la pobreza, porque el descenso repentino de los ingresos es lo que causa la mayor conmoci¨®n. La gente necesita ayuda financiera basada en las crisis recientes, de manera que pueda pagar sus deudas y tener tiempo para ajustar sus gastos y sus obligaciones. Al determinar el acceso a la ayuda en funci¨®n de los ingresos del a?o anterior, los receptores quedan desprotegidos frente a crisis imprevistas. La resiliencia no es un elemento del sistema de ingreso m¨ªnimo.
Adem¨¢s, est¨¢ el hecho de que, a diferencia de lo que ocurre con la renta b¨¢sica, la base del IMV es la unidad dom¨¦stica, no la persona individual. Como el tama?o y la composici¨®n de la unidad dom¨¦stica cambian continuamente, en un sistema de ingreso m¨ªnimo el ajuste de los pagos es m¨¢s complicado.
Las pruebas experimentales han mostrado que la renta b¨¢sica individual mejora la posici¨®n social de las mujeres y su capacidad negociadora. Una triste consecuencia de la pandemia y el confinamiento es un importante aumento de la violencia de g¨¦nero en muchos pa¨ªses. Cuando las mujeres disponen de su propia renta b¨¢sica, tienen m¨¢s posibilidades de escapar de las relaciones de maltrato, mientras que si dependen del "cabeza de familia" se sienten atrapadas.
Hay algo m¨¢s que deber¨ªa preocupar a los dos partidos del Gobierno. En otros pa¨ªses, los sistemas de renta m¨ªnima basados en la comprobaci¨®n de recursos han menoscabado la solidaridad social y han hecho el juego a la derecha pol¨ªtica. Los conservadores despliegan una ret¨®rica que afirma que la mayor¨ªa paga a una minor¨ªa de ¡°vagos¡± o ¡°tramposos¡±. La consecuencia es m¨¢s vigilancia, m¨¢s errores de exclusi¨®n, m¨¢s ¡°sanciones¡± y m¨¢s demonizaci¨®n de ¡°los pobres¡±. Estas consecuencias se pueden predecir con la misma seguridad con la que predecimos que la noche sigue al d¨ªa. En cambio, un sistema de renta b¨¢sica refuerza la solidaridad social.
Por ¨²ltimo, un sistema de comprobaci¨®n de recursos es caro de administrar. El Gobierno deber¨ªa atreverse a dar el paso de dar a cada espa?ol una renta b¨¢sica que proporcione resiliencia y la capacidad de salir del horror con un nuevo contrato social. Estamos en un momento potencialmente transformador. ?Tendr¨¢ el Gobierno el valor de aprovecharlo?
Guy Standing es autor de La renta b¨¢sica: un derecho para todos y para siempre (Pasado y Presente).
Traducci¨®n de News Clips.
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