La batalla de la reconstrucci¨®n
La agenda la marca el dinero y no las expectativas vitales de los ciudadanos, reducidos a ¡®Homo economicus¡¯
La experiencia de la pandemia reforzar¨¢ las democracias? De este episodio inesperado llamado confinamiento sale una constataci¨®n inquietante: en nombre de la salud casi todo est¨¢ permitido. Los gobernantes han tenido ocasi¨®n de verificar que una amenaza para la vida es el mejor pasaporte a la servidumbre. Y los que gobiernan son muy sensibles a todo lo que les allane el camino de la sumisi¨®n. Al mismo tiempo, est¨¢ probado que cuando se retira un derecho nunca hay garant¨ªas absolutas de que sea devuelto pronto y entero. La expresi¨®n normalidad vigilada que el presidente S¨¢nchez ha utilizado es reveladora.
Cuando empez¨® todo, pareci¨® que el autoritarismo chino era invencible en situaciones como estas. Despu¨¦s, el milagro Xi Jinping ha ido perdiendo creyentes. Y las derechas autoritarias occidentales se han querido pasar de listas (en Gran Breta?a como en Estados Unidos o en Brasil) y han quedado a la intemperie, atrapadas en la irresponsabilidad de sus dirigentes. En todas partes, sin embargo, se ha puesto de manifiesto que la distancia entre la superestructura pol¨ªtica y la realidad ciudadana es grande. Y la desconfianza no cesa.
En el caso espa?ol han generado cierta estupefacci¨®n las oscilaciones y contradicciones del Gobierno, la subrogaci¨®n de responsabilidades en los especialistas, la dificultad para tejer complicidades con los dem¨¢s partidos pol¨ªticos y con los distintos niveles institucionales, la verificaci¨®n de los destrozos que se hab¨ªan hecho en la ¨²ltima d¨¦cada en sectores como el sanitario o las residencias para gente mayor y los grotescos enfrentamientos parlamentarios en que la incapacidad para confrontar estrategias y propuestas aboca al insulto y la bronca.
En este contexto llega el momento de la reconstrucci¨®n. Y la primera constataci¨®n, que no sorpresa, es que casi solo se habla de econom¨ªa, abundando en una concepci¨®n restrictiva de la condici¨®n humana que viene siendo ideolog¨ªa dominante desde hace tiempo. De modo que la agenda la marca el dinero y no las expectativas vitales de los ciudadanos, reducidos a Homo economicus. Pero, como dec¨ªa Dani Rodrik, ¡°esta crisis nos ense?a que nuestras prioridades estaban equivocadas¡±. ?Qu¨¦ se busca? ?Un simple maquillaje para prolongar las inercias de antes del par¨®n o abrir espacios a la ciudadan¨ªa, reforzando la democracia y pensando en t¨¦rminos de bienestar? En la medida en que las derechas radicalizadas no pretenden aportar otra cosa que un plus de autoritarismo para que todo siga igual, la izquierda tiene una oportunidad. ?Ser¨¢ el Gobierno capaz de ofrecer un proyecto de reconstrucci¨®n incluyente que deje en mal lugar al que lo rechace? Mientras la directora del FMI dice ¡°gasten cu¨¢nto puedan, pero guarden los recibos¡±, la derecha espa?ola se alinea con la derecha n¨®rdica europea para exigir ajustes y recortes duros. ¡°Traici¨®n¡±, lo llama Pablo Iglesias. La derecha sigue pegada a la ideolog¨ªa de la austeridad, que todos sabemos qui¨¦n la paga. En todo caso, este es el gui¨®n de la batalla que viene.
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