Inter¨¦s europeo, inter¨¦s nacional
La ayuda de la UE supone para Espa?a un desaf¨ªo mayor que en otras ocasiones
El triple paquete que las instituciones europeas han dise?ado para combatir la recesi¨®n es de un tama?o y una ambici¨®n extraordinarios. Por eso es l¨®gico que cada uno de sus pilares vaya a experimentar un escrutinio y un debate p¨²blico profundos. Sucedi¨® con el m¨¢s de medio bill¨®n de euros arbitrado por el Eurogrupo (programa Sure, acceso al Mede, cr¨¦ditos del BEI). Ocurri¨® en el seno del BCE antes de alumbrar la expansi¨®n cuantitativa de 1,35 billones por la pandemia. Y sucede con el plan de recuperaci¨®n por 750.000 millones ¡ªque de forma novedosa se financiar¨¢ mediante eurobonos¡ª, lanzado por la Comisi¨®n y que este mes deber¨ªa ser aprobado por el Consejo Europeo en formato de cumbre presencial. Tambi¨¦n constituye una ocasi¨®n excepcional para Espa?a.
Todo lo anterior ha supuesto, de una forma u otra, importantes saltos adelante en la construcci¨®n europea. La historia muestra que estos nunca se han logrado sin enormes resistencias. Esta vez, sin embargo, hay elementos diferenciales. Por una parte, la r¨¢pida luz verde que ha logrado el plan de recuperaci¨®n para ser tramitado muestra que los socios de la Uni¨®n han entendido la urgencia de un acuerdo. Todos saben que la grave recesi¨®n no va a esperar a que se pongan de acuerdo, aunque haya que discutir los detalles. Su objetivo es estimular el crecimiento y paliar el terrible colapso de la econom¨ªa, del tejido productivo y empresarial: una cuesti¨®n existencial para Europa. Es por ello que se sit¨²a en el podio de los grandes momentos de la historia comunitaria: su propia fundaci¨®n, el nacimiento del euro y la lucha contra esta crisis, la peor desde la Segunda Guerra Mundial.
Las grandes oportunidades de Espa?a vienen siendo aquellas en las que el inter¨¦s nacional se ha fundido, ha formado parte o se ha expresado a trav¨¦s del inter¨¦s general europeo: desde el ingreso en las Comunidades en 1986, pasando por el acceso al euro a principios de este siglo, y ahora en este pulso por la supervivencia de la econom¨ªa y del bienestar social colectivo. As¨ª que ning¨²n inter¨¦s trascendental de este pa¨ªs tiene un cauce que no se imbrique en la Uni¨®n Europea. La gira por capitales europeas del presidente del Gobierno para convencer a los reacios sobre la conveniencia y efectos ben¨¦ficos del plan resulta muy significativa.
El grueso del proyecto, que se incluir¨¢ en el presupuesto para mejor control, se destinar¨¢ a fomentar la inversi¨®n privada. Ese apoyo se ha estimado para el caso de Espa?a en 140.000 millones de euros, una cifra colosal, sin parang¨®n hist¨®rico. Las ayudas deben multiplicar los proyectos de digitalizaci¨®n, de econom¨ªa verde, de cohesi¨®n y de reparaci¨®n a los sectores m¨¢s da?ados. Espa?a ha demostrado en el pasado una gran capacidad de ejecuci¨®n presupuestaria en los fondos estructurales y de cohesi¨®n que recibe de la UE, notablemente para infraestructuras. Pero tambi¨¦n muestra d¨¦ficits e ineficiencias notables.
La experiencia en el impulso de la automoci¨®n el¨¦ctrica o la digitalizaci¨®n de pymes y Administraciones, por poner ejemplos evidentes, es relativa y requerir¨¢ de esfuerzos supletorios. Estos trabajos solo podr¨¢n desplegarse de forma ¨®ptima si dirigentes y directivos, empresarios y Administraciones, partidos y agentes sociales y econ¨®micos se comprometen a fondo en su ejecuci¨®n, y en sacar el m¨¢ximo provecho ¨²til del mismo. De hecho, deber¨ªa ya acelerarse la elaboraci¨®n de un plan-marco nacional en el que insertar los proyectos concretos en sinton¨ªa con las orientaciones europeas.
Pero eso mismo requiere algo previo, el estado de conciencia de que, al tiempo que necesario, el desaf¨ªo resulta m¨¢s dif¨ªcil que en otras ocasiones. No basta con que nadie lo obstaculice ¡ªy quien incurra en ello recoger¨¢ una mala cosecha¡ª sino que es preciso que todos lo hagan suyo como un aut¨¦ntico proyecto nacional. Porque su fracaso perjudicar¨¢ a todos. Y su ¨¦xito deber¨ªa beneficiar a todos.
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