Bolsonaro est¨¢ enfermo del alma
La soberbia del presidente brasile?o ha quedado si cabe m¨¢s en evidencia en la forma arrogante y provocadora con la que ha anunciado que se ha contagiado
M¨¢s que enfermo del coronavirus lo que aqueja al presidente Jair Bolsonaro es algo mucho m¨¢s grave, es una enfermedad del alma, una enfermedad sin cura.
Del virus podr¨¢ curarse o podr¨¢ morir, como todos. Sin embargo, el mal que en ¨¦l es grave es su soberbia, su emperramiento en querer negar la evidencia. Primero, mientras se jactaba de su condici¨®n de atleta y hac¨ªa exhibici¨®n de su inmunidad, arrastrando a los otros a la creencia de que se trataba de una simple gripe que la ciencia y la medicina exageraban y que ¨¦l no ten¨ªa nada ver con los muertos. Y mientras se amontonaban los cad¨¢veres y crec¨ªan las l¨¢grimas de quienes perd¨ªan a sus seres queridos, Bolsonaro segu¨ªa ri¨¦ndose y minimizando el riesgo de contagio.
Su soberbia ha quedado si cabe m¨¢s en evidencia en la forma arrogante y provocadora con la que ha anunciado que s¨ª, que ¨¦l ha sido contaminado. Mientras lo anunciaba, nunca se le hab¨ªa visto antes re¨ªrse con tanto gusto. Parec¨ªa hasta feliz. Y puso de manifiesto su felicidad al afirmar que, en fin de cuentas, el coronavirus era ¡°una lluvia¡± que iba a mojar a todos. Y lleg¨® a provocar a la ciencia y a la medicina recomendando de nuevo el uso de la cloroquina cuya eficacia no s¨®lo no ha sido comprobada como podr¨ªa hacer empeorar el cuadro de los enfermos por el virus.
Justo en el momento en que podr¨ªa haber podido demostrar a la naci¨®n con un gesto de humildad que ¨¦l se hab¨ªa equivocado al minimizar la enfermedad que de alg¨²n modo se hab¨ªa vengado de ¨¦l, sigui¨® fiel a su tozudez y soberbia al afirmar que se est¨¢ exagerando la fuerza de la pandemia. Y volvi¨® a repetir que m¨¢s importante que las muertes y m¨¢s urgente es que todos vuelvan al trabajo para rendir culto al dios de la econom¨ªa.
Lo escuchaba hablar al Presidente y sent¨ªa en mis venas pena, rabia y verg¨¹enza por este pa¨ªs que se merec¨ªa en estos momentos de tragedia nacional, con ya 66.000 muertos, una palabra de consuelo y no de arrogancia de quien detiene la m¨¢xima autoridad del Estado.
Bolsonaro hace alarde de ser cat¨®lico, evang¨¦lico y de importarle m¨¢s la B¨ªblia que la Constituci¨®n. Deber¨ªa saber que en esos textos queda evidente que todos los pecados pueden ser perdonados menos el de la soberbia, que supone que la persona se pone por encima de Dios. El virus de Bolsonaro es de otro g¨¦nero diferente de los millones ya contagiados. El suyo es diab¨®lico.
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