No hay cambio en la pol¨ªtica de EE UU hacia Venezuela. La realidad es peor que eso
Donald Trump nunca ha tenido a Venezuela como un tema central de su pol¨ªtica exterior. Sus comentarios revelan una actitud l¨¢nguida, sin haber pensado mayormente en el tema
En las ¨²ltimas semanas est¨¢ circulando una cierta malinterpretaci¨®n del libro del exasesor de Seguridad Nacional John Bolton y de la entrevista de Trump al medio digital Axios, que ve lo dicho como evidencia de un giro en la pol¨ªtica de EE UU hacia Venezuela. No demuestran tal cosa, sino que evidencian que Trump nunca ha tenido a Venezuela como un tema central de su pol¨ªtica exterior. Los comentarios del presidente estadounidense no son el resultado de un largo proceso de reflexi¨®n ni una decisi¨®n de la necesidad de reorientar la pol¨ªtica hacia Venezuela, sino que revelan una actitud l¨¢nguida, de comentarios espont¨¢neos, sin haber pensado mayormente en el tema.
Para Trump, apoyar la jugada de Juan Guaid¨® de asumir la presidencia interina en enero del a?o pasado era una oportunidad para lograr una victoria f¨¢cil de pol¨ªtica exterior o si no, para afincarse en el Estado m¨¢s importante de las elecciones presidenciales de Estados Unidos: Florida.
La sobreinterpretaci¨®n de las declaraciones de Bolton y de Trump en junio descansa sobre una sobreinterpretaci¨®n del recibimiento de Guaid¨® en Washington en febrero. El espaldarazo del mandatario estadounidense a Guaid¨® en el discurso del estado de la Uni¨®n despert¨® la esperanza hasta de los m¨¢s esc¨¦pticos aliados en Venezuela, quienes pensaban que seguramente revelaba un nuevo empe?o de parte de EE UU.
Pero resulta que este espaldarazo vino de una Administraci¨®n que perdi¨® mayor inter¨¦s cuando result¨® evidente que no iba a haber una transici¨®n r¨¢pida. Despu¨¦s de la visita de Guaid¨®, el Departamento de Estado public¨® un plan de transici¨®n sin hacer mayor seguimiento, el Departamento de Justicia anunci¨® unos procesos judiciales se?alando a Nicol¨¢s Maduro como el gran capo de un cartel de drogas que investigadores dicen que es una leyenda urbana. Acto seguido, la Administraci¨®n recicl¨® una operaci¨®n naval ya preexistente para decir que era para proteger a EE UU de un supuesto flujo de drogas desde Venezuela. Apretaron las sanciones secundarias para prevenir el canje de petr¨®leo por gasolina. Ahora persigue a los barcos de Ir¨¢n proveyendo a Venezuela con gasolina.
Lo que tienen en com¨²n todas estas pol¨ªticas hacia Venezuela es que cuestan poco en t¨¦rminos econ¨®micos y de capital pol¨ªtico. En un a?o electoral, Trump no va a tomar riesgos ni con una aventura militar ni con una iniciativa diplom¨¢tica significativa. Lo que s¨ª est¨¢ dispuesto a hacer es llevar a cabo una miamizaci¨®n de la pol¨ªtica exterior hacia Venezuela, con acciones que reciben el aplauso de la adolorida di¨¢spora venezolana concentrada en el sur de Florida, y que enganchan con los discursos y pr¨¢cticas ya establecidos entre los pol¨ªticos y redes de movilizaci¨®n anticastristas.
Florida es el Estado capaz de llevar candidatos que pierden el voto popular a la presidencia, desde el recuento del a?o 2000 hasta la victoria de Trump en 2016. Sin ganar Florida, ser¨¢ casi imposible que el mandatario se reelija.
?Qu¨¦ pasar¨¢ con la pol¨ªtica hacia Venezuela despu¨¦s de las elecciones presidenciales de noviembre? Si gana Trump uno puede imaginar, sin tener que preocuparse sobre Florida ya, que podr¨ªa entusiasmarse por tratar de demostrar su talante de ¡°dealmaker¡±, forjando una soluci¨®n en Venezuela como su legado. Pero la verdad es que hasta la fecha es escasa la evidencia de que Trump tenga un verdadero don de negociaci¨®n. Es poco lo que ha logrado con Corea del Norte, China, Siria o M¨¦xico. De Ir¨¢n, ni hablar. No es f¨¢cil imaginarlo forjando una soluci¨®n a un conflicto tan complicado como el venezolano. Tambi¨¦n resulta m¨¢s probable que, sin tener que buscar votos en Florida, se olvide de Venezuela por completo.
Si Joe Biden llega a ser elegido, seguramente volver¨¢ a una pol¨ªtica exterior m¨¢s basada en la diplomacia, m¨¢s colaborativa con otros esfuerzos internacionales, y m¨¢s informada por expertos. Solo con retomar el proceso de normalizaci¨®n con Cuba podr¨ªa facilitarla, en lugar de impedir una transici¨®n. As¨ª fue en 2016, cuando Cuba jugo un papel importante en los acuerdos de paz de Colombia.
Pero tampoco habr¨ªa que esperar un milagro. Los presidentes estadounidenses comienzan su mandato pensando en su reelecci¨®n y est¨¢n sujetos a la misma matem¨¢tica que todos. El Estado m¨¢s importante siempre es Florida. Normalizar con Cuba o buscar algo menos que la rendici¨®n total del chavismo en Venezuela puede ser demasiado riesgoso en su primer t¨¦rmino.
Una Administraci¨®n m¨¢s diplom¨¢tica en Washington, que tenga m¨¢s puntos en com¨²n con Europa, podr¨ªa reavivar el inter¨¦s de la UE en Venezuela. Es dif¨ªcil evitar la percepci¨®n de que, dados tantos desencuentros con el presidente estadounidense, los Estados miembros han preferido dedicar su capital pol¨ªtico a contrariar a Trump sobre temas que les importan m¨¢s, como por ejemplo, Ir¨¢n.
Lamentablemente, hasta en el mejor de los casos de que haya un cambio constructivo en la pol¨ªtica de EE UU hacia Venezuela, puede ser ya demasiado tarde. Actualmente la oposici¨®n venezolana no tiene opciones buenas para enfrentar la situaci¨®n. El Gobierno de Maduro busca decapitar la oposici¨®n mayoritaria liderada por Guaid¨® y crear una oposici¨®n leal, m¨¢s amena a sus planes. La maniobra m¨¢s reciente fue la de abandonar el comit¨¦ de postulaciones para designar nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral y designarlos por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), controlado por Maduro. Acto seguido, us¨® el TSJ para tomar el control de los principales partidos de la oposici¨®n colocando lideres escogidos a dedo.
La oposici¨®n ha publicado una lista de exigencias tan justas como irreales, sin decir qu¨¦ van a hacer si no se cumplen. Las investigaciones sobre oposiciones en contextos autoritarios sugieren que la abstenci¨®n casi nunca es buena estrategia, ya que deja a la oposici¨®n sin plataforma, sin movilizaci¨®n y sin atenci¨®n. Mejor opci¨®n es presentarse a una elecci¨®n injusta dada su capacidad de retar al r¨¦gimen y obligarle a actuar de forma que pueda quebrar su unidad interna y apoyos internacionales. La abstenci¨®n puede ser una t¨¢ctica eficaz si se usa para movilizar y exigir condiciones electorales justas.
Pero en cualquiera de los dos casos, ir o no ir a una elecci¨®n es una t¨¢ctica que tiene que estar imbricada en una estrategia coherente, con una unidad detr¨¢s. Es poco probable que una oposici¨®n debilitada, con algunos de sus pol¨ªticos m¨¢s h¨¢biles en el exilio, pueda lograr esta estrategia y, a la vez, unidad.
M¨¢s probable es que se llegue a culminar la opci¨®n en que la Asamblea Nacional existente se niegue a participar en las elecciones y se declare ¡°la continuidad administrativa¡± por falta de elecciones leg¨ªtimas. Si eso ocurre, es probable que Guaid¨® establezca un gobierno en el exilio, reconocido por algunos aliados, pero sin el poder de mejorar las condiciones de vida de los venezolanos.
A estas alturas es dif¨ªcil imaginar una soluci¨®n en Venezuela. La direcci¨®n actual del movimiento que se opone al proyecto autoritario de Maduro est¨¢ siendo definida por una trinidad nada santa: la Administraci¨®n Trump, con fines electorales; una di¨¢spora venezolana que tiene incentivos muy distintos a los de los venezolanos a¨²n dentro del pa¨ªs, y un gobierno interino liderado por Guaid¨® que, dado los considerables recursos econ¨®micos que maneja en el exterior, puede pensar que un gobierno en exilio es m¨¢s atractivo que tragar sapos dentro de Venezuela.
Ser¨ªa importante que diplom¨¢ticos europeos adviertan de la realidad, de que esa salida no va a aumentar el apoyo europeo sino disminuirlo. M¨¢s bien la oposici¨®n venezolana tiene que forjar una estrategia que deje de lado fantas¨ªas de una transici¨®n r¨¢pida y reconozca la fuerza verdadera de su rival, a la vez que busca mantener viva la movilizaci¨®n y presentar opciones para la gran mayor¨ªa de los venezolanos que se oponen al gobierno chavista.
David Smilde es profesor de la Universidad de Tulane y senior fellow de Wola.
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